Una experiencia de Iglesia joven, unida en torno a María
Autora: Pierina Monte Riso – Instituto Secular Nuestra Señora de Schoenstatt
Habiendo pasado un mes de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, queremos postgustar la vivencia tanto del Encuentro de la JF, del Festival MTA y la JMJ.
Desde el anuncio del ángel hasta la visitación de María
Al ser anunciada la sede de la JMJ en Lisboa, como Instituto Nuestra Señora de Schoenstatt fuimos convocadas para preparar el Encuentro Internacional de la Juventud Femenina. Las asesoras y las jefas designadas de la JF comenzaron a vislumbrar y organizar cómo sería este Encuentro Internacional. ¡Sí! Ya en el 2020 había un equipo organizador que comenzaba a convocar a las personas para ayudar. Desde allí surgió la idea de invitar a chicas de todo el mundo para participar como voluntarias. El lema del encuentro fue “Hazme ver ¡clarifícate!” lo que fue totalmente central en la espiritualidad previa y en el encuentro en sí. Le pedimos a la Mater que nos ayude a ver qué podemos dar cómo juventud, en nuestros ambientes, en nuestros países, también que nos muestre el camino a seguir, a realizar un profundo discernimiento vocacional, profesional, etc. Y no solo que nos mostrara, sino también que se glorificara en nosotras.
Y María partió sin demora
Fueron llegando voluntarias de diversos países: Chile, Brasil, Colombia, Ecuador, Puerto Rico, México, República Checa, Alemania, España, y Argentina. La JF de Portugal las recibió con los brazos abiertos.
Entre ellas hay algo muy curioso con las 10 voluntarias de Argentina: todas las que fueron vivían en lugares donde no hay santuario (por ahora), nos referimos a San Luis y San Juan. Muchas de ellas se decidieron a ir, sintiendo el llamado de la Mater, para tener una vivencia profunda, intensa y duradera de vivir en un Santuario, ya que todos los días la oración inicial comenzaba allí. El Santuario era siempre el lugar de encuentro… primero con Jesús, con María y entre nosotras. Experimentamos las gracias del Santuario de una forma profundísima, allí se generó comunidad, Dios fue tocando los corazones, y fuimos enviadas día a día a transmitir el amor y las enseñanzas recibidas. ¡Qué importante es no acostumbrarnos a la presencia de Dios y de la Mater en el Santuario!
Los trabajos de las voluntarias eran muy variados: desde la decoración de los ambientes, el armado de kits, el equipo de traductoras, que hicieron posible tener todo el material en al menos cuatro idiomas oficiales; la preparación las presentaciones públicas, el coro, el equipo de espiritualidad, la organización de la peregrinación a Fátima, del Festival, etc.
El día 30 partimos sin demora al encuentro con nuestra Madre en Fátima y tuvimos la misa junto a la Juventud masculina y muchísimos Padres de Schoenstatt que los acompañaban. ¡La familia estaba reunida! Fue increíble ver reunidos allí a casi todas las ramas, institutos, federaciones, cantando juntos después de la Misa con una fuerza suscitada por el amor a María.
1, 2, 3 Vai
El día siguiente fue el festival MTA. Peregrinamos más de 2000 personas para celebrar la Misa en el espacio de la Capilla desde donde salieron los primeros descubridores de América. El P. Alexandre Awi predicó de una manera tan profunda que sus frases se repitieron durante el resto del encuentro y de la semana. Luego compartimos un evento con testimonios, música y arte dramático. Nos transmitieron historia de Schoenstatt de una forma emotiva, artística y profunda. Ese día experimentamos nuevamente el cenáculo, la gracia de la Familia.
Ser fuente de alegría
Después de esa tan profunda preparación estábamos listos para recibir al Papa, quien llegó con mucha alegría.
Es imposible contar todas las vivencias en los encuentros con el Papa, pero me detendré en algunas que fueron sobre las que más conversamos con las voluntarias. Tomaré muchas frases de ellas.
“¡Esta sí es la Iglesia!” Sí, eso experimentamos. Que la Iglesia somos todos, todos, todos. Vos, vos y vos, como dijo el Papa en argentino. Conocimos tantas historias, tantas realidades, tanto esfuerzo de personas de todo el mundo para estar allí, para encontrarse con el vicario de Cristo, pero sobre todo para vivir ese encuentro en comunidad.
¡Somos amados como somos, sin maquillaje! Esta frase, como Schoenstattianos, nos hizo recordar a la visión del Padre misericordioso que el P. Kentenich nos transmitió. Un Padre que también nos llama a levantarnos y a ayudar a levantar a quien ha caído.
¡Nuestro asombro fue aún mayor cuando el Papa habló de ser raíces de alegría!! Pensamos inmediatamente en aquello que habíamos estado meditando sobre las fuentes de la alegría a la que el Padre Kentenich nos llamaba a estar atentos: “nosotros tenemos raíces de alegría, raíces de alegría. Y también nosotros podemos ser, para los demás, raíces de alegría. No se trata de llevar una alegría pasajera, una alegría de momento. Se trata de llevar una alegría que cree raíces”.
La vigilia, los fans de Jesús
Una de las voluntarias escribía en un Post en el que filmaba a los jóvenes en la vigilia: “Qué lindo saber que Jesús tiene tantos fans”. Realmente fue increíble. Escuchamos al Papa, cantamos, nos reímos, pero cuando llegó Jesús sacramentado, el millón y medio de jóvenes se puso de rodillas y se hizo un silencio sagrado y profundo, un diálogo de tú a tú con Jesús… cara a cara. “Señor, ¡qué bien estamos aquí!” (Mt 17,4). Es difícil de transmitir.
Fue experiencia de la presencia real de Jesús en medio de su Iglesia allí reunida. Y eso quedó en los corazones, y fue el mayor testimonio de seguimiento de Jesús que pudimos experimentar.
Envío final: Resplandecer, escuchar y no tener miedo
El domingo concluimos la Jornada con la misa final en la que el Papa nos envió y nos pidió 3 cosas:
- Resplandecer: “Que sean jóvenes luminosos, que lleven la luz del Evangelio a todas partes y enciendan destellos de esperanza en las sombras de nuestro tiempo”.
- Escuchar: “Escucharlo, para tener la confianza de que somos amados y acompañados por un amor que nunca falla”.
- No tener miedo. “A ustedes, jóvenes, que cultivan sueños grandes pero frecuentemente ofuscados por el temor de no verlos realizarse; a ustedes, jóvenes, que a veces piensan que no serán capaces; a ustedes, jóvenes, tentados en este tiempo por el desánimo, por juzgarse fracasados o por intentar esconder el dolor disfrazándolo con una sonrisa; a ustedes, jóvenes, que quieren cambiar el mundo y luchar por la justicia y la paz; a ustedes, jóvenes, que le ponen ganas y creatividad, pero que les parece que no es suficiente; a ustedes, jóvenes, que la Iglesia y el mundo necesitan como la tierra necesita la lluvia; a ustedes, jóvenes, que son el presente y el futuro; sí, precisamente a ustedes, jóvenes, Jesús les dice: ‘No tengan miedo’”.
Finalmente, nos dijo que haber vivido la JMJ le había dado esperanza de que la paz era posible y nos pidió seguir rezando por ello.
«Sigan rezando por la paz» porque son la demostración de que «pueden unir en lugar de dividir». «Son la esperanza para un mundo diferente, gracias, sigan adelante»
Y eso mismo experimentamos nosotros. Éramos personas de TODO el mundo, incluso de países en Guerra, y allí estábamos, todos reunidos por el Amor que nos llamó y convocó.
“Por más diferente que seamos el uno con el otro, todos nos movimos por un mismo sentimiento que es el por el amor de Dios. Me regalo muchísimo ánimo y esperanza” Maga Montero.
“Para mí, tanto los meses del voluntariado como los días de la JMJ, fueron un tiempo de redescubrir la presencia real de Dios en nuestra vida diaria y la invitación a la santidad. El ver al Papa, quien es figura de Jesús en la tierra, me emocionó y sus palabras se sintieron tan reales como si el mismo Jesús nos invitara a seguirle” Paulina Bianciotti.
“Vine a Lisboa a principios de Julio para ser voluntaria del encuentro internacional de la JF. Durante ese mes pude ver cómo se preparó cada cosa con mucho trabajo y dedicación. Fue mí primer encuentro de la juventud entonces lo viví con mucho entusiasmo. Fue muy lindo ver cómo nos unía el amor al movimiento de Schoenstatt y como pudimos compartir entre todas las misas, adoración, juegos, cantos y bailes. Creo que fue la preparación perfecta para empezar la JMJ con el corazón lleno de alegría y amor.” Ana Vargas.