Las misiones familiares te hacen crecer, sonreír, creer, entregar…
Autor: P. José María Iturrería
Es enero de 2024 y las Misiones Familiares en Argentina cumplieron 25 años de vida. En 1999 un grupo de intrépidos matrimonios y jóvenes platenses se animaron a viajar a Paraguay para traer una experiencia misionera que al día de hoy se ha expandido a lo largo y ancho del país.
Lo que comenzó como una iniciativa audaz y una apuesta fundada en la confianza en la Mater, se convirtió en una experiencia de familia en la fe que ha transformado la vida de muchísimas personas de todas las edades y estados de vida: niños, jóvenes, adultos, matrimonios y consagrados.
Las Misiones Familiares han sido cuna de vocaciones religiosas y matrimoniales, cambiando decisivamente la vida de muchos de nosotros. Es por ello que, conscientes de este hito tan especial marcado por los 25 años, no podemos dejar de dar testimonio de los que Dios ha hecho, y sigue haciendo, a través de esta maravillosa experiencia de fe en familia.
Les comparto personalmente algo de lo que para mi han significado, y dejo también lugar a que puedan sumergirse en los testimonios de quienes han sido tocados en el alma por esta “vocación misionera” que vivimos como familia de familias.
“Allá por enero de 2000 como joven universitario fui a la localidad de Belgrano, y me sumé a una experiencia naciente y muy entusiasta, pero aun muy desconocida: Misionar con familias, misionar en familia. ¿Cómo sería eso de salir a misionar casa por casa con matrimonios y sus niños? ¿Qué es eso de tener una “familia de vida” durante la misión? ¿vincularte a nuevos “hermanos” y todos “hijos adoptivos” de un matrimonio? ¿Convivir y dormir 100 personas en un colegio? Pocas certeza pero mucha confianza. Me decía: si es de la Mater, tiene que ser bueno. ¡Nunca imaginé que tanto! Me conmovió. Y al año siguiente estaba rezando e insistiendo para que mi hermano me acompañe. Fuimos a Maipú por primera vez. Una experiencia de conversión. Y en el año 2002 volví a Maipú, esta vez con mi hermano, mi mama y una decisión en el corazón: ya no quería misionar un verano u otro…quería misionar toda la vida. Lo resumo muy brevemente: esta es mi vocación. Y me decidí a ser Padre de Schoenstatt.
Y mi hermano, también lo digo muy breve y sencillamente, conoció a su esposa gracias a las misiones familiares. Hoy tiene una hermosa familia. No es el único: varios de mis grandes amigos definieron su vocación gracias a esta experiencia misionera. ¿Es mágica? Yo diría que es la magia de la Mater. Eso lo explica todo.
Para terminar y abrir el apetito a más y mejores testimonios les cuento una “frutilla del postre” de la Providencia: como sacerdote hoy soy Asesor de las Misiones Familiares platenses y este año volvimos al mismo pueblo de Maipú, al mismo colegio, con algunos de los mismos amigos, que hace 23 años. En ese momento me estaba despidiendo de la JM porque entraba al seminario, hoy lo hago porque culmino 7 años de servicio como asesor de la Familia y la JM Platense, acompañando la coronación de Maria como Reina de las Misiones Familiares por estos 25 años. No se me ocurre una forma más significativa de cerrar esta etapa de mi vida.”
Testimonios
“Recuerdo que en mis primeras misiones familiares, en mi familia de vida, había un chico de Maipu que había sido bautizado en las MF del 2001. Me pareció una locura porque fue la primera impresión de Schoenstatt, algo que deja huellas.
Este año, en mi primer salida a misionar, después de charlar con una señora me cuenta que su sobrino había sido bautizado en Maipu en 2001 y efectivamente era el. Dios me muestra día a día que Schoenstatt deja huellas, que nosotros mismos dejamos huellas y estoy feliz de haber sido testigo de eso.” Josefina Lupano, JF universitaria
“Visitando el Hospital de Maipú con los misioneros, una señora muy mayor interanada en una de las habitaciones nos llamó como pudo.
Fue muy de “casualidad” que pasamos por ahí, porque nos habiamos “perdido”.
No sabemos el nombre de la señora porque ya no podía hablar, pero me quedó grabada la emoción y la paz en su rostro por la visita de la Mater.
Que gozo debe haber sentido en su corazón que en sus últimos momentos haya pasado la Virgen, que en sus últimos momentos haya sentido Su visita y su bendición.” Mariana Alloa, JF universitaria.
“De las MFs sacás la fuerza para afrontar los desafíos de la vida con alegría. La fuerza fundada en la confianza en los vínculos que en allí forjás.
Seguro el vínculo con el misionado, si, porque creés que “necesita” de tu visita con la Mater y éste te muestra lo mucho que podés dar con un poco de tiempo de calidad. Pero el más visitado sos vos, porque en esa necesidad que todos tenemos de poseer vínculos sanos que nos acompañen en el camino desafiante de la vida, las MFs crean y alimentan desde el amor puro a los vínculos más fuertes que puedas formar en tu vida. El misionado si, pero por sobre todo el vínculo con vos mismo y con los demás misioneros y, junto con ellos, el vínculo con Jesús y su Madre.
Para nosotros las MFs son eso, un manantial que nutre los vínculos más importantes que podemos desarrollar como humanos, el vínculo de hermano, el vínculo de amigo, el vínculo de hijo de una Madre y un Dios que nos ama como somos.
Nosotros, de las misiones familiares nos llevamos los mejores amigos, nuestro noviazgo y actual matrimonio (20 años), y hoy, 25 años después, las MFs nos encuentran fortaleciendo los vínculos ya en familia con todos nuestros hijos y los que se suman año a año. Vemos a la vez como nuestros hijos disfrutan recibiendo y dando ese Amor que nos sostiene firme en las tormentas que todos nos enfrentamos.
Las MFs cumplieron 25 años en Argentina. Llegaron para quedarse, transformarse y recrearse año a año inspiradas por ese mismo Espíritu Santo que les dio origen. Que nuestra querida Madre del Cielo siga bendiciendo este hermosa expresión del apostolado Schoenstatteano. Creemos firmemente que PJK a esto se refería al invitarnos a ser Familia diciendo:
“El espíritu de la familia no pregunta: ¿qué recibo yo? Solo vive del pensamiento: ¿qué puedo y debo regalar? Quien sirve desinteresadamente, reina. Quien da hogar a otros, lo encuentra. Transfórmese en hogar para muchos.” Juan Martin y Mercedes D’Agostino, familia misionera.
“Para mí las Misiones de Maipú 2024 fueron muy significativas, tuve un encuentro con Jesús y María y amigos. Conocí a mucha gente y fue muy lindo y divertido. Ma Clara D´Agostino, 12 años.
Las misiones familiares fueron una semana de desconectar de la rutina para conectar con Dios y con la gente del movimiento y de Maipú. Es una experiencia inolvidable e indescriptible.” Ma Milagros D´Agostino, 17 años.
“¡¡El Señor es grande e infinita mente misericordioso!! Regala Sus Gracias a través de mamá María que nos guía, transforma y envía !! Y no fue distinto esta vez con las Misiones Familiares que nuevamente se pusieron en camino hacia Maipú, por segunda vez en su historia.
Como familia misionera el regalo vino de la mano de nuestro tercer hijo que luego de 16 años se sumó dos días, fruto de una conversión que, como no podía ser de otra manera, se lo atribuye a la Virgen.
En ocasión de los 25años de nuestras amadas MF y dados nuestros 17 años en este camino, nuestros hijos en la misión nos preguntaron hasta cuándo lo haríamos . Nuestra respuesta: “hasta que Dios lo disponga “Cómo decía mi madre: recibimos el 100% por uno.
¿Quién, si encuentra un tesoro, no deja todo por obtenerlo y conservarlo?
Sus frutos son incontables y duraderos.
Ella es la gran misionera, Ella obrará milagros. Fernanda y Julio Bussi, familia misionera.
Somos Alejandra y Guillermo Ferreyra, miembros del Instituto de Familias de Schoenstatt y hemos estado presentes en las últimas 8 misiones.
En nuestro caso nuestra participación surgió a partir de ver el anhelo de misionar en nuestros hijos y una voz interior que nos interpeló a salirnos de nuestra comodidad para acompañarlos y ser familia en la misión. Dios y la Mater no se dejaron ganar en generosidad y nos regalaron la posibilidad de desarrollar profundos vínculos con muchos jóvenes y poder acompañarlos en este tiempo desde nuestra maternidad y paternidad, como también nutrirnos y renovarnos con su espíritu y testimonio. Hemos aprendido mucho de ellos.
Por otra parte, ser testigos del paso de Dios sanando heridas, escuchando historias de vida, regalando tiempo, renovando esperanza, a través de corazones generosos.
Siempre hemos recibido mucho más de lo que pudimos dar.“Ale y Guille Ferreyra, familia misionera.
“Las Misiones Familiares son el lugar donde sonrío las 24 horas de los 8 días de misión. No se trata de una actividad del Movimiento, se trata de una Convivencia en Familia. Vivenciar el carisma de Schoenstatt a través de esta Misión, es sentir que el corazón se abraza con el del otro. Con el del al lado, y el del misionado. Es tan fuerte lo que se comparte, lo que se vive; todo lo que uno cranea, sueña y trabaja en meses, se hace realidad en una semana. La sonrisa y la alegría de los vecinos de Maipú, quedarán grabadas en el alma para siempre.“Cris García Cortina, JM universitario.
“<<Cuando soy débil, soy fuerte>> JK
Esta frase se reflejó mucho en mí durante estos días de misión porque me recordaba que a pesar del cansancio, del salir de la zona de confort y de no tener más comodidad que uno acostumbra tener sabía que siempre había un motivo mayor por el cuál estaba yo ahí. Fue siempre la Mater la que me condujo y me sostuvo en el caminar para llevar a través de ella la palabra de Cristo, era ella quien me daba la fuerza necesaria para seguir adelante y para saber que no estábamos solos, sino que nos daba la mano y nos invitaba a caminar junto a ella para poder llegar a todos los corazones de quienes la necesitaban. Sin duda fue una experiencia más que gratificante y que guardaré eternamente en mi corazón.“Cata Garcia Cortina, JF universitaria.
“Había participado siempre con mis papás en las misiones familiares. Pero esta vez ellos no iban a poder ir. Yo, me imaginaba y me preparaba para un sabor un poco amargo para estas misiones. Pero a pesar de eso, encontré familia. Viví familia. Encontré mamá, papá, hermanos, hermanas. Viví hogar. Mi corazón estuvo seguro; lo está. Y gracias a eso, también mi misión ardió, mis fuerzas para salir al encuentro tenian un lugar donde transformarse y renovarse. Schoenstatt es para mi, lugar de vida.” Mili Folonier, JF universitaria.
“Nosotros nos iniciamos con Facu, mi hijo mayor, que fundó las Misiones Familiares de la mano de los Zurita. En el segundo año se sumó mi hija María Paula y era tanto el entusiasmo, el amor, la alegría, la hermandad que existía entre el grupo que nosotros veíamos que nos contagiaron y allí estuvimos en el tercer año con mi esposo Francisco. Describir lo que significaron para mí las misiones familiares en forma activa es muy difícil en palabras porque trasciende las palabras. La experiencia hay que vivirla y lo que se mueve es el alma, el espíritu y el corazón.
Nosotros misionamos siempre en Entre Ríos, nos lo hicimos nunca en la Provincia de Buenos Aires, como ustedes. Estuvimos siendo un grupo muy consolidado durante muchos años. hasta que las misiones familiares se dividieron gracias a Dios por el crecimiento increíble que tuvo de familias y de misioneros.
Tuvimos el honor de ser jefes de una de las misiones, un trabajo que no fue un trabajo, fue un regalo de la Mater que nos brindó enormes y profundas vivencias, satisfacciones, anhelos y cosecha y que son inolvidables realmente más allá de todo lo que implica ser jefe de una misión en todos los órdenes.
En nuestra primera misión nos acompañó el Padre Pablo Mullín, que no sólo es o era el asesor de muchos de nosotros sino un hermano, de la vida. Estuvimos con el Padre Javier, estuvimos con el Padre Jose Maria…. Ay, no me quiero olvidar ninguno, mejor no sigo nombrando porque la emoción me embarga.
Si algo describe a las Misiones Familiares para mí “en el adentro” es el ser familia: nunca, nunca, nunca se deja de serlo. Pasan los años y uno sigue recordando no solo a las familias de vida (el primer “hijito nuestro”, Sebastián Stelman, es hoy sacerdote), sino también a la familia de misión con la que se viven las experiencias más fuertes que yo haya vivido.
Si hay algo que engrandece, que te hace crecer, no solo como cristiano, sino nada más ni nada menos que como ser humano, son las Misiones Familiares.” Roxana Di Mattia Padejimas, mamá misionera.