Tercer hito de Schoenstatt: un Padre más humano
Autor: P. Pablo Gerardo Pérez
Es bueno saber lo que celebramos y la dimensión de lo que celebramos. Las últimas publicaciones realizadas por el P. Eduardo Aguirre con abundante documentación nos muestran lo complejo que fue ese momento de la historia. Más de lo que nos imaginábamos.
En lo estrictamente espiritual y carismático, este jubileo nos renueva en la misión de Schoenstatt de cara a la iglesia y la sociedad. Es lo que pretendió el PK con la discusión en torno a Schoenstatt. Vivimos esta entrega a la Iglesia y la sociedad y, seguramente, nos queda mucho recorrido. Esa gracia pedimos en este jubileo. Fidelidad, creatividad y lucidez en nuestra vida de Alianza.
La historia: compleja y multifactorial
Refiriéndonos a lo más estrictamente histórico, sin buscarlo demasiado, Dios nos plantea un desafío. Rearmar más acabada y realistamente nuestra historia como familia de Schoenstatt. Se hizo patente que, hasta ahora, en general, fue muy parcial la visión que habíamos tenido de este tercer hito. Simplemente decir que la iglesia no había comprendido el carisma y por eso el Padre fue exiliado es básicamente pecar de ingenuos y superficiales. Es verdad que en algunas publicaciones ya se hablaba de la complejidad del tema, pero en el ámbito pastoral más amplio, se caía en esta simplificación de la realidad.
De la a obra del P. Riba decantó una suerte de teoría de las cinco causas del exilio1:
- Primero y más obvia, lo tradicional que ya expuse, es decir, una cierta incomprensión por parte de la jerarquía eclesiástica por la novedad del carisma;
- las tensiones con los palotinos, donde se gesta el primer núcleo de schoenstattianos y luego se van independizando2;
- los cortocircuitos con la jerarquía eclesiástica, en primer lugar con los obispos de la diócesis de Tréveris, a la cual pertenece Schoenstatt;
- las denuncias de varias Hermanas3;
- y la personalidad del Padre Fundador, con sus luces, que nos encantan, pero con sus sombras, que no debe sorprendernos que existan.
Siguiendo el principio kentenijiano de observar la resultante “creadora” de un acontecimiento, me cuesta verla en este tercer hito. De hecho, veo una resultante más bien “destructora”. En las décadas del 20, 30 y 40, el movimiento creció exponencialmente, tanto a nivel laical como de los consagrados. Tanto del 1er hito, el 18 de octubre con la primera Alianza de amor, como del 2do hito, el 20 de enero con la entrega de la vida del Padre, la resultante creadora es bastante perceptible. Pero lo sucedido posteriormente al 31 de mayo fue, humanamente, una desaceleración fuerte y dolorosa en el crecimiento y desarrollo de la gran obra de Schoenstatt.
Siempre se pueden espiritualizar las cosas. Porque lo que pasa, si pasa, lógicamente está contemplado en el plan de Dios y por lo tanto es su voluntad. Aunque muchas cosas Dios no las quiera, misteriosamente, deja que ocurran.
Mi duda más profunda tiene que ver con la lucidez en el discernimiento del P. Kentenich en torno a su actuar en este tercer hito. Advierto que siempre estaremos especulando. En nuestros juicios no tenemos toda la información humana y por el lado de la gracia, los caminos de Dios son insondables. Me conformo entonces con presentar, desde lo histórico, algunas reflexiones que antes no formulábamos.
Como les digo, en lo profundo, el carisma y la misión de Schoenstatt están intactos. Tenemos como Movimiento una misión divina, expresada en este contexto de tercer hito como la cruzada del pensar, amar y vivir orgánico. Eso no se toca, no ha sufrido ninguna variación. “La misión no se mancha”4.
Cuidado con espiritualizar demasiado
Advierto ahora el riesgo de espiritualizar este tercer hito pasando por alto lo histórico. Y los hitos son momentos históricos. Lo que pasó históricamente es importante. Si no, no le hubiera costado tan caro al Fundador el paso que dio. Nadie se enoja por ideas de unidad entre naturaleza y gracia. Los enojos de los visitadores vinieron por los aterrizajes de esos pensamientos que fueron configurando la praxis pedagógica del P. Kentenich y por cómo defendió esa praxis en esa confrontación histórica. Las cartas enviadas por el Padre ante las visitaciones realizadas por las autoridades eclesiásticas son el símbolo del tercer hito.
El P. Kentenich arriesgó muchísimo y como familia schoenstattiana perdimos un montón. Leamos la nota del P. Tromp, el segundo visitador:
«Le pregunté al P. Kentenich: “Si exasperas de tal modo a los Obispos, ¿no adviertes que por esa vía perjudicas a 1.700 hermanas y a muchos otros cuya suerte en gran parte depende de los Ordinarios (obispos)?” Me respondió: “Mea culpa”.»5
No veo tan claro que Dios quisiera esta controversia, pero evidentemente la permitió. Y Dios es capaz de recoger cosas buenas. Seguramente los 14 años de exilio fueron para el P. Kentenich un tiempo de purificación para él. Necesarios para que pudiera completar la obra que el buen Dios le iba pidiendo.
La sensibilidad humana juega un rol decisivo en toda esta confrontación. Hubo prejuicios por el lado de los visitadores. Eso está claro y siempre lo dijimos. Pero hubo tratos impertinentes por el lado del P. Kentenich. Y eso, en general, no lo decíamos.
Se palpa cierta falta de empatía y tono duro en sus cartas. No justifiquemos lo injustificable. No nos hace bien. Sería ser “más papistas que el Papa”. Es mentirse y mentirle a la gente. Además, no creo que a un fan de la verdad como era el Padre Kentenich le guste esa actitud.
Me parece bueno decir las cosas con el mayor sentido común y no justificar espiritualizando. Por ejemplo, podemos justificar el tono combativo e inapropiados de sus escritos amparándonos en la tradicional parresia profética6. Pero, tal como sostiene la piscología actual también pueden ser evidencia de fragilidades o inconsistencias del P. Kentenich. Lo que, lejos de quitarle santidad, agrega humanidad a nuestro fundador y, por lo tanto, permite que la gracia brille con mayor claridad.
El PK tenía su conflicto con la autoridad. Lo sabíamos por sus biografías, cuando nos narraban cómo les respondía a sus profesores en el colegio o cuando, como seminarista, casi no es ordenado sacerdote porque no lo consideraban apto. Siendo un hijo no reconocido por su padre, psicológicamente es totalmente esperable que tenga conflictos con la autoridad. Está en su derecho tener esa fragilidad y claramente, Dios la ha integrado en su plan. Dios que es capaz de sacar bienes de los males, hizo que ese no reconocimiento de su papá, le dejara una sensibilidad mayor en lo filial para despertar desde ahí una nueva y potente paternidad.
Busco con este enfoque considerar que el obrar de Dios se hace más patente en él, al ver como una persona conflictuada con la autoridad nos regala una nueva manera de ser y vivir la paternidad.
Intuyo que el tiempo de Milwaukee fue un tiempo de sanación para el P. Kentenich. La vida de las personas normalmente no es lineal. Tenemos marchas y contramarchas. A todo el despliegue de las décadas del 20, 30 y 40, le siguieron 14 años marcados por la tranquilidad, la paz y el silencio. Imagino que habrá sido un tiempo de pos-gustar y decantar lo que Dios había hecho a través de él y de mirarse más introspectivamente. La imagen del Padre Kentenich reposado y misericordioso, de larga barba blanca y mirada tierna es propiamente de este tiempo. De años anteriores se remarcaba su vigorosidad, lucidez e intrepidez.
Leyendo el material disponible aparece otra sombra en la personalidad del Padre Kentenich, su testarudez. Lo cual tampoco es ninguna novedad en los casos de fundadores. Dios escribe derecho en renglones torcidos. Dios se aprovecha también de nuestros límites para mostrar que es capaz de hacer grandes cosas con instrumentos pequeños, frágiles y hasta enfermos. Creo que nunca hubiera podido llevar adelante la obra de Schoenstatt una persona que no tuviera este carácter obstinado sin tantos matices. No obstante, no deja de ser un defecto que molestó sobremanera a los visitadores en aquella confrontación.
Una nueva actitud
Con estas líneas no busco un nuevo desarrollo histórico acabado. No soy historiador ni tengo los medios para hacerlo. Pero sí busco presentar una nueva actitud o disposición a líneas de profundización que nos revelan una mayor complejidad de la historia.
La historia ha sido un poco más rebuscada de lo que nos habíamos imaginado. Con lo planteado, lejos de quitarle mérito o santidad a nuestro Fundador, lo estamos contemplando con más realismo, más humanamente, y por lo tanto viendo más sus fragilidades, puntos ciegos, en fin, un PK más vulnerable, como gusta decir hoy en día, y por lo tanto contrasta más todo lo que el buen Dios hizo a través de este pequeño instrumento.
Le agradezco a las primeras comunidades cristiana que hayan puesto en los Evangelios (Palabra de Dios inspirada y revelada) las negaciones de Pedro y no hayan intentado justificarlo. Podrían haber buscado excusas: “lo negó para pasar desapercibido y acercarse así más al Señor para ayudarlo…” por fantasear alguna justificación. Y sin embargo no lo hicieron. Nos transmitieron sin mucha interpretación los acontecimientos un tanto descarnados, para que nosotros saquemos nuestras propias conclusiones. Y, sin embargo, nadie venera menos a San Pedro por esas tres negaciones. Creo que, por el contrario, se nos vuelve más amable y cercano. Muchos nos sentimos identificados con su fragilidad y pecado.
En el decir del Papa Francisco: “Para reconocer cuál es esa palabra que el Señor quiere decir a través de un santo, no conviene entretenerse en los detalles, porque allí también puede haber errores y caídas. No todo lo que dice un santo es plenamente fiel al Evangelio, no todo lo que hace es auténtico o perfecto. Lo que hay que contemplar es el conjunto de su vida, su camino entero de santificación, esa figura que refleja algo de Jesucristo y que resulta cuando uno logra componer el sentido de la totalidad de su persona” (GEE 22).
1Cfr. P. Juan José Riba, Protagonista de su tiempo, pág. 154-156.
2 Cfr. Hna Elizabeth Parodi, El vínculo con el Fundador ¿Por qué? ¿Para qué?
3 Publicadas en el 2020 por A. von Teuffenbach. Lastimosamente lo hace descontextualizada-mente y con una interpretación sensacionalista. No ayuda para nada a la comprensión de la problemática.
4 Jugando con la inmortalizada frase de Maradona: “La pelota no se mancha”. (Se nota mi afición por el fútbol)
5 Documentos sobre la historia del movimiento de Schoenstatt, Edición de estudio 1, Informes de las visitaciones Apostólicas 1949-1953. Editados por Eduardo Aguirre, pág. 107.
6 Audacia, valentía y hasta alegría de los profetas para proclamar su mensaje ante los poderosos de turno sin miedo alguno por más que su mensaje vaya en contra de ellos.