Misión de la juventud de Buenos Aires Totus Tuus
Del 14 al 17 de junio se desarrolló una nueva edición de la misión Totus Tuus organizada por la juventud de Buenos Aires. En esta oportunidad participaron 325 misioneros de los últimos dos años de colegio acompañados por un equipo de jefes de 65 jóvenes universitarios que misionaron en torno a los Santuarios de Schoenstatt.
Como desde hace once años, convocados por las juventudes de los Santuarios del Centro, San Isidro y Pilar, se llevó a cabo la misión de Totus Tuus. Se trata de la misión con la que muchos empiezan su camino misionero y schoenstatteano, con todo lo que eso implica. Los misioneros son de los últimos dos años del colegio y para poder participar asistieron a por lo menos dos rodajes de preparación. La misión se desarrolló de manera simultánea en siete comunidades en torno de los Santuarios de Escobar (Santuario), San Isidro (Ricardo Rojas), Los Olmos (Santuario, Centro San José, Manzanares) y Villa Ballester (Santuario y Casa del Niño). De esta manera la presencia de la Mater se desplegó en tres diócesis: San Isidro, San Martín y Zárate-Campana Durante la misión se hicieron visitas a las casas llevando la Virgen Peregrina, se visitaron hogares y geriátricos y se realizaron talleres en plazas y capillas. Acompañaron la misión los padres Juan, Pancho, Tommy, Pablo, el seminarista Juan Cruz Colombo y las Frauen Yanina y Verónica.
Testimonios:
Sin dudas esta misión fue un antes y un después en mi vida. Es algo muy loco, pero fue distinta a las demás misiones o retiros que tuve. Lo que me enseñó Jesús en esta experiencia es algo que no me voy a olvidar nunca. Aprendí lo que es vivir de una manera auténtica. “Si sos como fuiste pensado ser, prenderías fuego al mundo”… Entendí lo que significa “el amor De Dios es incondicional”. Jesús me ama por como soy, me ama en donde estoy hoy, donde estuve ayer y donde estaré mañana. Porque sin saberlo siempre estuve y voy a estar con Él, Jesús nunca me va a dejar sola “Hijo mío, tú siempre estás conmigo”… La manera que encontré para mostrar y desplegar ese reflejo único de Dios que hay en mí, fue amando. “Ama y haz lo que quieras. sí está dentro de ti la raíz del amor, ninguna otra cosa sino el bien podrá salir de tal raíz” – San Agustín… Pude entender que si yo me dejo ser instrumento de Dios, voy a poder amar con Su amor, y qué amor más puro y verdadero que el de Dios. Sin darme cuenta, me dejé llevar por Jesús, empecé a vivir la misión de mi manera más auténtica, y pude ver sus frutos… Las familias nos abrían la casa y nos contaban su vida sin ni siquiera saber quiénes éramos. Me hice muchas amistades, sin ni siquiera habiendo tenido una charla profunda para conocernos bien. Reforcé mis viejas amistades, sin ni siquiera estando todo el día con ellos… Fui consciente de lo que estaba viviendo, y pude ver Su mano en cada detalle. Desde las adoraciones o misionadas en las casas, hasta en la plaza con los chiquitos, en la cocina mientras cantábamos y en el juego del globo, yo sé que Jesús estaba ahí. Él se reía con nosotros, nos acompañaba en cada casa y nos amaba a través de cada gesto de la gente. … Eternamente agradecida con esta gran experiencia que Dios me puso en el camino y estar un paso más cerca de Él. Feliz de poder aportar mi granito de arena para poder transformar este mundo.
Pensando en esos cuatro días que acabo de vivir en Manzanares, se me vienen muchas cosas a la cabeza, risas, sonrisas, charlas, encuentro con Dios y conmigo mismo. Se me hace difícil poner en palabras lo vivido, pero creo que se resume con la palabra inexplicable y cuando miro hacia atrás, veo a Jesus en cada momento vivido. Llegué preparado, conociendo a 6 personas y me fui conociendo a 50 y sorprendidisimo, muy sorprendido con el grupo humano y la misión en sí. Pensando en Manzanares decía, ¿quién nos va a abrir? Cada puerta que tocamos con el trío, puerta que se abría, pero esto fue todo la Mater, la virgen abre puertas. Pude entender que si uno se entrega, se deja ser instrumento y sea ella quien hable, las puertas se van a abrir y los corazones de la gente también. “Dar sin esperar nada a cambio”, eso quería yo, ser escucha para los demás. Fue tremendo que la gente sin siquiera conocernos, se larguen a llorar, nos cuenten todos sus problemas.
Como decía Oli, eso fue todo Dios, esta gente necesitaba ser escuchada, soltar eso que les pesaba y ahí estábamos nosotros, los misioneros. Una frase que pude escuchar en todas las casas que golpeamos fue “Gracias a Dios”, por la familia, el trabajo y demás. Que loco ver como teniendo tan poco son felices, eso me hace dar cuenta de que somos unos privilegiados y tenemos que estar agradecidos por cada cosa que tenemos. Cuando hablabas de la familia, se notaba que hay un amor que no tiene sentido, inexplicable, como el que Dios nos tiene a nosotros. Carolina nos decía que la familia iba primero y Alexis que su madre era el motivo que unía la familia. Me gustó mucho como Carolina decía “no es nuestro, es una bendición de Dios”, se refería a la familia. El lema de esta misión fue “hijo mío, tú siempre estás conmigo”, reconocerse hijo amado, la parábola del hijo pródigo. Primera mañana misionando, lo pude ver en una persona, Isaías, un chico de 17 años, que se dejó influenciar por sus amigos, cayó en las adicciones y dejó el colegio. Es a día de hoy, que como él nos decía, quiere volver a casa, volver a estudiar, ayudar en el merendero y volver a la felicidad que un día tuvo. Fui a misionar y me fui misionado.