Huerta Grande 2024: Familia en Alianza, hogar para todos
Autores: Carmen y Luis María Gaffet
Del 06 al 09 de julio se concretó en las sierras de Córdoba, esta vez en Villa Giardino, el Encuentro Nacional de la Obra Familiar, que ha sido tan esperado por todos. La última vez que la Liga Apostólica de Familias, Instituto y Federación se reunieron en una jornada de este tipo fue hace 8 años, en 2016. En 2020 por la pandemia, se tuvo que hacer de manera virtual y aunque fue muy especial, creemos nada reemplaza el poder abrazar a nuestros hermanos. En esta oportunidad concurrieron cerca de 200 familias, casi 600 personas de muchas provincias de nuestro país y también de Paraguay.
Participar por primera vez fue muy especial para nosotros; podríamos decir que fue muy emocionante por la alegría del re-encuentro con hermanos que ya conocemos y por la oportunidad de conocer a otros que llegan con su propia historia y con el mismo deseo de compartir.
Alegría, entusiasmo, sorpresa, cariño, entrega, disposición…son emociones que brotan de saber que hay un otro que también esperaba para ese abrazo, para esa charla, para ese encuentro de corazones.
Espacios de vida
A lo largo de todo el evento pudimos ser parte de diversas actividades: espacios de formación, de oración, de recreación y sobre todo, de momentos muy significativos de intercambio. Cada almuerzo y cada cena compartida fue un regalo. En esos momentos, el diálogo espontáneo que se iniciaba generalmente poniendo en común experiencias pastorales, se profundizaba al compartir nada menos que experiencias de la vida misma, de la pareja, de la familia y también experiencias de fe que brotan de sentirse parte de Schoenstatt e hijos de la misma Madre.
Cada espacio físico, así como las actividades propuestas, los talleres, las celebraciones litúrgicas, los lugares de oración, los stands con todo lo que el movimiento ofrece desde el servicio, estuvieron preparados para que durante esos días nos sintiéramos en nuestro hogar.
Hogar para todos
La ceremonia de inicio que estuvo marcada por la presencia de María en sus diferentes advocaciones representando cada región, y por la alegría de la música y los juegos, señaló el espíritu de este encuentro.
Los niños fueron protagonistas y participaron de actividades preparadas para ellos especialmente en el Santuario Hangar.
Los adolescentes desde el primer momento se integraron en espacios propios de formación y de recreación. Cantaron, bailaron, rezaron y dieron un toque muy especial a la jornada con su estilo particular que saben contagiar.
Para los matrimonios hubo propuestas de formación en temas diversos que abarcan toda la vida familiar desde el noviazgo: los desafíos de crecer juntos en la fe, en la santidad, de compartir la economía como parte de la vida cotidiana y de llegar juntos al cielo. Hubo talleres sobre inteligencia artificial y teorías de género donde se brindaron herramientas que los padres necesitamos para comprender y educar a las nuevas generaciones.
Se pensó también en los matrimonios mayores que creemos certeramente que es posible mantener “puro, lozano y creativo” el primer amor. Salimos decididos a reeditar nuestro proyecto de amarnos no sólo más allá de los 50 años sino también más allá de la muerte, con la certeza de que “el amor no pasará jamás”.
Siempre es lindo que las hermanas y nuestros sacerdotes sean parte de esta fiesta y nos acompañen con su presencia y su palabra. Este año, el Arzobispo de Cba, Monseñor Ángel Rossi celebró la Eucaristía y nos recordó la importancia de atender las palabras de la Mater y “hacer lo que Él nos diga”. Esta vez nos instó a que cada familia pueda llenar las vasijas con lo propio de cada una y dejar que el Señor las transforme para vivir nuestra Alianza.
Familia en Alianza
Concretar este Encuentro Nacional de la Obra de Familias es posible gracias a la tarea de muchas familias que desde hace meses vienen trabajando, cuidando cada detalle para que los hijos se sientan en casa de la Madre. Como toda juntada familiar, como cuando se reúne la familia grande, la familia extensa, requiere previamente trabajo, acuerdos, renuncias, ponerle tiempo, cansancio y mucho amor. ¡Por eso mucha gracias al equipo organizador, a todos y a cada uno que pusieron el alma!
Dijimos al principio que hubo mucha emoción. Y es cierto y es bueno. Pero las emociones son efímeras. Creemos también que toda esa emoción puede anclarse y transformarse en un sentir que nos impulse a anunciar lo que vivimos para que Schoenstatt sea Familia en Alianza y sea hogar para todos.
“Victoriosamente conducirás a todos hacia el hogar, al Padre, para que entonen cánticos al cordero. Creo firmemente que nunca perecerá quien permanezca fiel a su Alianza de Amor”. P. J. Kentenich.
(Gracias Benjamin Paz, Gaby y Ramiro Fedriga; Nora y Matías Milikievich y Jorgelina y Daniel Formentin por colaborar)