Para siempre sí Señor
Autora: María
Este domingo 2 de febrero de2025, no fue para nosotros un día común y corriente. Por el contrario, se transformó quizás esa fecha posiblemente en el día más importante y hermoso de nuestra propia vida. Pudimos decirle a Cristo que, en medio del mundo, queremos seguirlo por siempre.
¿Quiénes somos?
Las Señoras de Schoenstatt, conocidas por algunos como Frauen, pertenecen al “Instituto Secular Nuestra Señora de Schoensttat”. Esta comunidad se desarrolló bajo la mirada y dirección del fundador, Padre José Kentenich, siendo fundado el 2 de febrero de 1946.
Como Señoras de Schoenstatt nos dedicamos a la profesión que cada una estudió y servimos al Movimiento, como también a la Iglesia, según el llamado y misión que Dios pensó para cada una.
Nuestro curso está formado por 6 jóvenes de 4 países diferentes: Argentina, Chile, Ecuador y Estados Unidos. Incluso tres de nosotras somos argentinas, 2 puntanas y una marplatense.
Pierina es profesora y Magister en teología. Actualmente se encuentra en Roma realizando un doctorado en la Pontificia Universidad Gregoriana. Al mismo tiempo trabaja como Customer Success Manager en el Instituto de Productividad de Nicolás Fernández Miranda, acompañando a los miembros en sus procesos y diseñando estrategias para los diversos programas que ofrecen.
Yanina es directora de un jardín de infantes, de un colegio católico, en la ciudad de Escobar y realiza acompañamiento pastoral en el Santuario de Belén de Escobar.
Yo, María, trabajo como psicopedagoga en un centro de rehabilitación, realizando diferentes labores como el acompañamiento de pacientes pediátricos que se encuentran internados. Vivo en el Santuario de Belén de Escobar y soy asesora de la Juventud Femenina de Schoenstatt San Luis.
Ser Señora de Schoenstatt
Hoy un número importante de personas rechazan los signos religiosos, no entienden el lenguaje o terminología cristiana, no se acercan a la Iglesia, sino que rehúyen de ella. Pero Dios siempre busca caminos e instrumentos, para atraer corazones hacia sí. Por medio de nuestra presencia en cada uno de los ambientes donde nos toca estar, queremos acercar el corazón de los hombres al corazón de Dios.
Vivimos una vida consagrada a Dios según los consejos evangélicos (pobreza, castidad, obediencia), y eso en medio del mundo, en una sociedad globalizada, que ha borrado su identidad católica o cristiana.
Nos esforzamos por vivir una profunda vida de oración, que es nuestro fundamento y sostén para ser signo, presencia del Señor para cada una de las personas que nos encontremos. Nuestra vida de Alianza de Amor con María, la espiritualidad de Schoenstatt, las gracias del Santuario, son el alimento espiritual que nutre nuestra vocación como laicas consagradas.
Chicha y limonada
Dos miembros del curso, mientras viajaban a una jornada para conocer el Instituto pensaban que la vocación no sería “ni chicha ni limonada”. Es decir, no eran laicas casadas, ¡ni mujeres religiosas! Pero el conocimiento del llamado las dejó sin habla, porque la vocación implica la total pertenencia a Dios en una realidad desafiante como lo es, mantener las exigencias de un ritmo laboral y de estudio, tal como cualquier persona. Y en esa encrucijada, ser permanente presencia del Señor para los demás.
Por eso, después de todo este camino recorrido, conociendo nuestros límites y debilidades, queremos “cantar eternamente la Misericordia de Dios” por llamarnos a esta vocación única y singular. Queremos regalarle de continúo a Jesús, nuestro amor entero.
“Quiero ponerte en la hondura
mi alegre corazón
y regalarte de continuo
mi amor entero;
quiero fundar
toda mi esperanza de vida
en ti, Señor crucificado,
y en María, tu Compañera.”
(Hacia el Padre, n° 330)

Para más información contactarse con pierinamonte@gmail.com o mjastorgamcintyre@gmail.com