Más de 220 misioneros llevan a la Virgen Peregrina en Balcarce
Autor: Facundo Gauto
El 26 de Diciembre después de una misa de despedida en el Colegio Carmen Arriola de Marín salimos desde Buenos Aires 220 misioneros acompañados del Padre Manuel López Naón, el Padre Tomás Dell’ Oca, el Seminarista Juan Molina y la Religiosa Hermana de María la Hermana Rafaela, con destino a la ciudad de Balcarce y sus alrededores.
Un lema en nuestros corazones se volvía acción: “Aquí estoy porque me has llamado”.
Fuimos 7 comunidades en total de las cuales tres se quedaron en Balcarce (se hospedaban en jardines pero realizaban sus actividades en las capillas de San Cayetano, María Auxiliadora y María Luján) y el resto fueron para los pueblos de las afueras visitando Los Pinos, San Agustín, Mechongué y el paraje del Capricho.
Durante 10 días convivimos con las personas de la zona realizando visitas a las casas a la mañana, avisando de nuestra estadía y de nuestras actividades.
Mates y charlas profundas compartidas con personas que recién conocíamos, momentos de oración a la virgen pidiendo por la salud y por sus familias, y agradecimientos que recibíamos por el simple hecho de nuestra presencia, son algunas de las vivencias que quedan resonando de esas mañanas.
Las actividades de las cuales informábamos a la gente del pueblo consistían en dinámicas para niños, jóvenes y adultos que se realizaban en alguna plaza central del pueblo y transcurrían desde las 17hs hasta las 19:30hs, momento en el cual rezábamos un rosario con la gente del pueblo que quisiera participar. Ya para las 20hs una misa o celebración de la palabra en comunidad con el pueblo tomaba protagonismo, siempre llevada a cabo por el sacerdote, seminarista o religiosa que nos acompañara.
Un día una pequeña peregrinación, con cantos y actuación de los distintos misterios del día, precedió a la misa de las 20.
A partir de las 21hs regresábamos a la escuela, casa parroquial, escuela o jardín en el que nos hospedábamos, para terminar de preparar la comida y cenar.
Nuestras noches finalizaban con oraciones contemplando y agradeciendo el día vivido y las guitarras y la música terminaban de acompañar lo que las palabras de cansancio y alegría no decían.
La intención del detalle es para comentar como la espiritualidad estaba presente durante toda la misión, considerando a la Mater y a Dios como el motor de MTA.
Llegando al 31 varias familias de los misioneros empezaron a convivir con las distintas comunidades. Para ese entonces ya éramos 250 personas misionando en el día a día.
La misa del 31 se realizó justo a la noche como para empezar año nuevo en medio de la celebración (una costumbre de las misas de MTA) y el 1ero festejamos todas las comunidades de los misioneros en la Parroquia San José en Balcarce, misa que fue llevada a cabo por el Monseñor Gabriel Mestre.
Para el 2 de Enero, en los distintos pueblos y comunidades, se realizó la llamada Noche Joven que consistía en una noche en la que se busca celebrar con la gente de los pueblos y de a poco ir marcando nuestra despedida. Por más de que se llame Noche Joven, todas las personas de todas las edades estaban invitadas, y cualquier guitarrista, comediante o artista era invitado a pasar a un escenario armado por nosotros en algún lugar que el pueblo nos cedía. Todo concluía en risas y diversión entre nosotros y el pueblo, lo cual generaba una unión y ambiente de felicidad que sólo puede detallar la experiencia.
Para el 4 de Enero, nuestro último día, nos juntamos todos nuevamente en la Parroquia San José y despedimos a Balcarce no con un Adiós sino con un Hasta Luego.
Para concluir compartimos un extracto del evangelio de los discípulos de Emaús que puede retratar un poco el sentimiento de cada uno de los misioneros de MTA 2018/2019:
Lc 24,13-25
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»
Cuando Jesús nos habla, no siempre son palabras claras, no siempre es una imagen religiosa y no siempre es algo que nosotros comprendamos, pero si arde el corazón ante una experiencia es él quien sin duda está presente.
Solo me queda por decir que en esos diez días tanto por la comunidad como por el pueblo, los corazones de 250 personas ardieron.
Y repito, no es un Adiós Balcarce, es un Hasta Luego.