El 2 de febrero y la visión de la Candelaria
Autor: Hna. Ma. Julia
En el día de la fiesta de la Presentación del Niño en el Templo, conocida también como de la “Candelaria” por el significado de la luz y la bendición de las velas, en Schoenstatt se celebra algo específico. ¿Qué es lo que llamamos “Visión de la Candelaria”?
Las palabras de Simeón en el templo: “Porque mis ojos han visto la salvación” (Cf Lc 2, 22-40) podrían ser una explicación, ya que él ve en el Niño pequeño, presentado en brazos de su Madre, el comienzo del cumplimiento de las promesas hechas a Israel. El Salvador anunciado ha llegado y en poco tiempo se cumplirá lo prometido… Sin embargo, la expresión “Visión de la Candelaria”, no se refieren directamente a esto.
En enero de 1942 el Padre Kentenich estaba preso por la Gestapo en Coblenza. Había sido declarado apto para el Campo de Concentración. Él ofrecía esta pérdida de su libertad exterior, pidiendo a cambio la libertad interior, es decir la verdadera libertad de los hijos de Dios para toda la Familia de Schoenstatt. Confiaba en que, “si toda la Familia de Schoenstatt… se entregaba al buen Dios y a su plan divino,” le sería “devuelta al Fundador y a la obra la plena libertad”.
El 22 de enero, aniversario de la muerte de San Vicente Pallotti, el Padre Kentenich sintió, en su rica vida interior llevada en la cárcel, una renovada certeza de la misión. Confiando en la bondad y fidelidad de María a su Alianza y en la entrega de la Familia, tuvo la seguridad: “repicarán las campanas de la Victoria”.
La Fiesta mariana más cercana era el 2 de febrero. Animado por esta confianza, redactó en su celda el «Cántico de Gratitud» de catorce estrofas, celebrando la liberación:
“¡Cayeron las cadenas! Resuene en las voces de todos, un jubiloso cántico de gratitud que se eleve desde los santos recintos de Schönstatt.
En el difícil camino de peregrinación Dios se ha manifestado ante nuestra comunidad en su grandeza y sabiduría para gloria y alabanza suyas.
Cuanto el poder y la astucia de Satanás idearon como infortunio, lo transformó la mirada del Padre en nuestra suprema felicidad.”
El P. Kentenich cuenta el 2 de febrero de 1966 en Roma: “¿Y el resultado? ¡Se acabó la función! ¡Las cadenas no cayeron!” Pero agrega que, sin embargo, “posteriormente me comunicaron que en Berlín, ese fue el día en que se decidió que él no fuera enviado al Campo de Concentración de Mauthausen (donde hubiera sido una muerte segura) sino a Dachau”… Así, ve en este hecho el comienzo de su liberación.
Dice en 1966: “¿Qué es la Candelaria, cuál es el sentido de esta fiesta? Es la convicción interior: (de Simeón y Ana) ¡Comienza la Redención! … Qué quiere decir esto… el Redentor aparece en primer plano. ¡Comienza la redención!” Y refiriéndose a ese hecho de 1942 dice: “puedo y debo decir… ¡Comienza la liberación!” .
¿Cuándo sucedió? Recién tres años más tarde, en abril de 1945. “Es liberado el Padre y Fundador y también toda la Familia sale más a la luz”.
Y ¿qué pasa a ser en los años siguientes la Visión de la Candelaria?
El Padre y Fundador veía bajo la luz de la fe que Dios regaló a Schoenstatt una misión y un carisma para la Iglesia y el mundo. En Alianza de Amor y desde el Santuario, creía firmemente que esta luz debía ser regalada a la Iglesia. El anhelo y el pedido de que la Iglesia, en su jerarquía, con el Santo Padre a la cabeza, puedan ver y aceptar el Carisma y esta misión que Dios regaló a Schoenstatt al servicio de la Iglesia y del mundo, también se manifiesta en la expresión: “Visión de la Candelaria”.
Y, ¿qué nos dice hoy a nosotros esta expresión?
Por un lado, nos invita a una gran fe, así como la tuvo Simeón (Lc 2, 22-40) que pudo ver en ese niño pequeño e indefenso, la Salvación del Pueblo elegido. También, a una gran fe en la misión de toda nuestra familia de Schoenstatt, como la que tuvo el P Kentenich, junto con su gran anhelo de poner la Obra, su Familia, al servicio de la Iglesia y la sociedad.
¿Y nosotros?
¡Sí, estamos encendidos por esa fe! Es la luz que nos regala la alegría de la misión. Sí, la “visión de la Candelaria” en este sentido, hoy depende de cada hijo de Schoenstatt.
Y queremos seguir plasmándola, con fuerzas renovadas, en nuestra sociedad, en nuestra Iglesia, en nuestras parroquias y barrios, en nuestro trabajo, estudio y en nuestras familias. Personalmente y en Familia, desde cada una de nuestras Ramas y comunidades.
¿No es un una oportunidad enorme de servicio para un Movimiento Mariano un “Año Mariano Nacional”?
Dios nos regala muchas oportunidades para hacer vida el servicio y la misión de Schoenstatt para el mundo.
Tal vez escuchemos como en 1914 el P Kentenich les decía a los congregantes:
“¡Ya están ardiendo sus corazones! Ustedes han hecho suyo mi proyecto: lo pongo tranquilamente en sus manos, lo mismo que su ejecución…”