Nuevo Schoenstatt, Argentina: Santuario del Padre, testigo de la cruz y la victoria de María– Parte III
Autora: Hna. Clara María Bercetche – Gentileza Schoenstatt Internacional
Lo impensable se hace realidad: el fundador exiliado bendice y coloca el símbolo del Padre en la parte superior del retablo del Santuario. Una historia de fidelidad, entrega, cruz y victoria. El próximo 20 de enero Argentina celebrará los 70 años de la bendición del Santuario del Padre, su Santuario nacional.
El Santuario de Nuevo Schoenstatt, en la Provincia de Buenos Aires, Argentina, es emblemático en la historia de Schoenstatt. Testigo de luchas que lo hicieron fuerte, es símbolo de la comunión de destinos que levantó sus paredes. Hoy se está preparando a celebrar el jubileo de sus 70 años desde que el mismo Padre José Kentenich lo bendijera. Un lugar que encierra una increíble historia de amor entre María y sus hijos, una historia de dolor y victoria, donde la Reina se manifestó poderosa.
Panorama
El fundador no fue reconocido por su propio padre. Esa espina clavada en su carne le acompañó toda la vida. Su herida sangrante fue curada por las cálidas manos maternales de María Santísima. Y fue justamente esa herida, la puerta abierta para una paternidad carismática que abarcó personas de todas las edades, condiciones culturales y estados de vida.
Esta paternidad carismática que une de forma orgánica lo natural y lo sobrenatural, quedó grabada en el alma de quienes la experimentaron en sus viajes, luego de Dachau. También la registró la piedra fundamental del primer Santuario de Schoenstatt en Argentina:
“Este Santuario ha de ser garantía y prenda para todos los tiempos (…) de que el principio paterno será reconocido en la Iglesia y en el mundo y de que el Reino del Padre (Dios) se extenderá triunfante. Al mismo tiempo ha de ser un símbolo del amor paterno y de la fidelidad filial”.
Jubileo del Santuario nacional de Schoenstatt en Argentina
El Santuario del Padre, bendecido por José Kentenich el 20 de enero de 1952 se encamina a celebrar sus 70 años de vida. Nuevo Schoenstatt, en la localidad de Florencio Varela, Buenos Aires, donde se encuentra este santuario nacional de Schoenstatt, será la sede de los festejos.
Santuario del Padre, ¿de dónde tu nombre?
Siendo un Santuario dedicado a la Santísima Virgen bajo la advocación de Schoenstatt no queda duda de que es un santuario mariano, pero al estar marcado fuertemente por el sello de lo paternal adquirió el título de Santuario del Padre.
El Padre es en primer lugar, lógicamente, el Padre Dios.
En 1947, cuando el fundador de Schoenstatt llega a Sudamérica, funda tres Provincias entre las primeras misioneras de la comunidad de las Hermanas de María que había enviado antes de la segunda guerra mundial. Providencialmente Brasil queda asociado a Cristo, Chile al Espíritu Santo y el área de Argentina y Uruguay a Dios Padre, formando entre las tres una Asistencia de la Santísima Trinidad. El sello patrocéntrico que marcó esta tercera Provincia se expresó de muy diversas maneras, una de ellas fue la de colocar por primera vez el símbolo del Padre en los Santuarios.
Un terreno triangular para confirmar el triángulo que simboliza a Dios Padre en la Santísima Trinidad
La Persona de Dios Padre se ha representado de distintos modos en la historia de la Iglesia. Lo encontramos, por ejemplo, coronado por un triángulo o representado por el ojo que vela por el bien de sus hijos, también enmarcado en un triángulo. ¡Cuál fue la sorpresa de las hermanas, al formalizar la compra del terreno para el Santuario, cuando advirtieron su clara forma triangular! No hay duda de que Dios habla y confirma sus deseos con exacta precisión.
La Santísima Virgen, remolino que nos lleva hacia el Padre
Al colocar el símbolo del Padre Dios en el Santuario de Nuevo Schoenstatt el Padre José Kentenich expresaba:
“La Santísima Virgen no es sólo un remolino que nos lleva a Cristo, sino también hacia el Padre. La Madre y el Hijo tienen sólo una tarea: conducir a los que le son confiados al Padre. Aquí tenemos el gran simbolismo ante nuestros ojos. Por cierto, nosotros, como Provincia del Padre, hemos tenido desde un principio la tarea de llevar una corriente patrocéntrica a la Familia, al mundo y a nuestro tiempo” (19 de marzo de 1952).
El Padre del cielo necesita los padres de la tierra
Sabemos que la Persona de Dios Padre no se encarnó. Lo conocemos a través de Jesucristo. En este sentido nos decía el fundador al colocar el símbolo de Dios Padre en el Santuario de Nuevo Schoenstatt:
“En nuestra manera de pensar sencilla, que ve siempre naturaleza y gracia como un todo, vemos cómo Dios cuida de que en nuestro camino encontremos transparentes del Padre Dios. Si la Santísima Virgen quiere crear desde sus Santuarios una profunda renovación mundial, entonces tiene que preocuparse también de que los transparentes del Padre Dios, -el padre humano como reflejo del Padre eterno-, sean nuevamente el punto de descanso aquí en la tierra”.
Por este motivo cada figura paternal o maternal: el padre y la madre en su familia, la autoridad en una empresa o en un país, será siempre representante de Dios, quien en último término reúne toda paternidad en el cielo y en la tierra. El fundador concluye con estas palabras:
“Millones y millones de hombres no tienen idea de los rasgos paternales de Dios porque nunca han percibido el reflejo de este Dios, estos rasgos paternales, en su padre humano. Ustedes saben qué profundamente animado me he sentido a sacrificar todo para que este orden de la salvación de Dios se hiciera realidad. Como ustedes saben, esto se realizó incluso a costa de enfrentarse con costumbres tradicionales o de llegar a prácticas no usuales…”
El 17 de mayo de 2020, el Papa Francisco coincidía con estas palabras:
“Pidamos al Espíritu Santo que nos recuerde siempre, siempre, este acceso al Padre, que nos recuerde que tenemos un Padre, y a esta civilización que tiene un gran sentido de la orfandad, conceda la gracia de reencontrar al Padre, el Padre que da sentido a toda la vida y hace de los hombres, una familia”.
Es justamente esta la misión que la Santísima Virgen desea desplegar desde este trono de gracias enclavado en la Argentina.
Un Santuario emblemático en la historia de Schoenstatt, testigo de luchas que lo hicieron fuerte, baluarte de una paternidad que abarca el cielo y la tierra.