Galilea: un lugar, una persona, un estilo de vida
Autor: P. Juan Molina
Testimonio: Francisco Elisei (JM – La Plata)
Por tercer año consecutivo Jóvenes universitarios de la JM de distintos lugares del país se reunieron para vivir otra edición del voluntariado y misión “Galilea” en Florencio Varela. Durante diez días vivieron el encuentro con Jesús en la oración, la comunidad y especialmente en el servicio a los más excluidos. Así, distribuidos en distintos grupos, visitaron los presos, los enfermos y los niños palpando en ellos y por ellos la misericordia de Dios. Durante esos días hicieron experiencia de que la Galilea de Jesús puede acercarse a nuestra realidad animándonos a vivir un estilo de vida, en presencia del mismo Jesús. Participaron 19 jóvenes provenientes de Córdoba, La Rioja, San Luis, Resistencia, Paraná, La Plata, Buenos Aires y San Isidro.
En primera persona
Mi nombre es Francisco Elisei, miembro de la Juventud Masculina de La Plata. Este tiempo de Galilea fue para mí una oportunidad hermosa para aprender a unir orgánicamente una profunda vida de oración con una intensa actividad apostólica, partiendo desde una muy fuerte vida comunitaria. Los apostolados que realizamos fueron muy variados, por eso nos dividimos en grupos para llegar a todos: el acompañamiento de la Casa del Niño y un centro de promoción humana llamado “La Nazarena”, las visitas a una cárcel de Florencio Varela, la asistencia al trabajo de los enfermeros en el hospital “Mi Pueblo”, la visita a las casas y familias, el acompañamiento de las celebraciones y las fiestas patronales de la parroquia San Pantaleón, entre otras.
Durante las mañanas, a mí me tocaba trabajar como voluntario en la guardia de pediatría del hospital. El lunes, primer día que iba, me encontré con una realidad que me sensibilizó mucho. Ese día nosotros nos habíamos despertado temprano para realizar la oración de la mañana, desayunar y luego realizar una hora de adoración al Santísimo en silencio. Fue una hora de encuentro con Jesús en la Eucaristía, donde uno intenta con todos sus límites poner la mayor atención posible en contemplar y simplemente estar con aquel que, sabemos, nos ama, como decía Santa Teresa de Jesús. Luego de la adoración, partimos hacia el hospital. Una vez en el sector de guardia pediátrica, me encontré con una realidad muy conmovedora. De la misma manera que nosotros nos habíamos pasado una hora contemplando a Jesús, las madres se pasaban horas e incluso días contemplando a sus hijos dormir en las camillas del hospital.
Algunos eran niños crecidos y otros bebés pequeños, todos conectados con vías y algún tipo de ayuda respiratoria. La fidelidad de esas madres que permanecían al lado de sus hijos sentadas en una silla durante decenas de horas y la ternura que brillaba en sus miradas preocupadas me desarmó. Allí se hacían una sola cosa la oración y la vida misma, el amor de Dios atravesando y uniendo orgánicamente todos los aspectos de la vida.
Como esta experiencia hubo tantas otras durante todo este tiempo de misión. Florencio Varela fue nuestra Galilea, el lugar de encuentro íntimo con Jesús en cada persona que conocimos. El desafío que queda por delante es hacer que cada lugar que habitemos de ahora en más se transforme también en una nueva Galilea, para ser nosotros también instrumentos que ayuden a otros a encontrarse con Jesús.