Carta de Alianza abril 2021
Querida Familia de Schoenstatt Argentina:
¡Feliz día de Alianza! ¡Bendecido tiempo pascual! Que el gozo y la alegría por la presencia del resucitado nos sostenga y anime en este tiempo donde la tentación del desánimo y la angustia vuelve a ser fuerte.
Católicos hasta los huesos
Una de las frases predilectas de nuestro Padre fundador era “¡Mater perfectam habebit curam!”, “La Madre de Dios cuidará.” Repitámosla también nosotros. En palabras para Pascua del 52, en Argentina, nos impulsaba con ese pensamiento ante los avatares de aquel entonces. Continuaba diciendo:
“¿De qué cuidará Ella? … Ella cuidará que nosotros nos mantengamos católicos hasta los huesos, aunque el mundo se paganice. Cuidará para que nosotros nos mantengamos fieles y para que siempre le volvamos a regalar nuestros corazones…”1
Esta segunda ola nos vuelve a desafiar en la solidez de nuestra fe. Nos agarra además desgastados y desunidos como argentinos. La confrontación con las grandes y persistentes dificultades, con la enfermedad y la muerte nos revela hasta qué nivel del inconsciente llega nuestra fe.
El Padre Fundador nos asegura que la Mater preservará nuestra fe católica hasta los huesos. Quizás hoy necesitamos esa certeza más que en aquellos años. Es fácil perder la fe e impacientarse con tanta tormenta que vuelve a arreciar. Volvamos a repetirnos: “¡Mater perfectam habebit curam!”, “La Madre de Dios cuidará.”
¡Preservanos!
“Esperamos que la Madre de Dios también nos ayude en la lucha por la subsistencia, que hasta cierto punto podamos vivir y morir con bienestar. Rezamos y pedimos: ¡Presérvanos! Tanto de la excesiva abundancia como de grandes preocupaciones. Ambos son peligros graves. Si tenemos en abundancia, no necesitamos más al Señor, y si las preocupaciones son demasiado grandes, muchos de nosotros, a causa de esas preocupaciones, podemos perder la capacidad de encontrar a Dios. Por eso es que, no sólo esperamos conservar la fidelidad a la Iglesia y la fidelidad mutua, entre nosotros, sino también un cierto bienestar para que nos resulte más fácil perseverar en el tiempo actual.”2
La fe se comienza a vivir ya en la fragilidad de nuestra subsistencia. De allí parte nuestra fe y se eleva a dimensiones más espirituales. Nuestra situación económica es preocupante y queremos en este día de Alianza poner esta situación en manos de María. El Padre Fundador nos recordaba que Ella no olvida que necesitamos un cierto bienestar material. Sabe que lo material influye en lo espiritual y viceversa.
Transitar esta pandemia en medio del tiempo pascual no deja de ser un desafío. Pascua es justamente la fiesta del triunfo de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la luz sobre las tinieblas. Nunca los cristianos sostuvimos una ausencia del mal, de la muerte, del pecado, sino un triunfo del poder de Dios sobre esos retadores.
Nada podrá separarnos del amor de Dios
Este espíritu pascual nos marca la orientación de nuestra actitud frente a las dificultades y a los acontecimientos duros que tenemos que afrontar. Nos quiere hacer exclamar con Pablo:
“¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? … Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó. Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida … ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.” (Rom 8, 35-39)
A esa lista de Pablo, podemos continuarla con las dificultades actuales. Pero la conclusión permanece: nada podrá separarnos del amor de Dios. De hecho, creemos que su amor se va profundizando. El Resucitado nos regala siempre un poco más de su espíritu.
Tiempo pascual es también tiempo de gozosa espera de la venida del Espíritu divino. Que nuestros santuarios hogares, Santuarios filiales y ermitas sean esos cenáculos, donde, en oración con María, la madre de Jesús, esperamos la llegada de la nueva fuerza impulsora que Dios nos quiere regalar, la fuerza de su Espíritu.
Tanto en aquel primer Pentecostés, como en cada fiesta que lo actualiza, el Espíritu realiza creativa y creadoramente, porque es el que hace nueva todas las cosas, la misma acción en nosotros: nos alienta, renueva y fortalece en nuestra vida de fe, para permanecer fieles a la Alianza. Y nos impulsa a acercarnos a nuestros hermanos para dar testimonio y servirlos, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales.
Quedamos en eso. Permanecemos fieles.
Padre Pablo Pérez
Director Nacional
(1) 12 de abril 1952 – Sábado Santo. Saludo al pueblo. Paso Mayor. Argentina.
(2) 12 de abril 1952 – Sábado Santo. Saludo al pueblo. Paso Mayor. Argentina.