Carta de Alianza diciembre 2020
Querida Familia de Schoenstatt de Argentina:
¡Bendecido día de Alianza! El último de este año tan probado y probado hasta el final.
Digo hasta el final porque pareciera que el próximo 29 de diciembre se estaría votando en el Senado el proyecto de ley de legalización de aborto. Los invito a rezar, ofrecer abundantes aportes al Capital de Gracias y manifestar nuestro cuidado de toda vida en estos días de manera extrema. Lo hacemos poniéndonos bajo el cuidado de San José, tal como nos convoca el Papa Francisco a vivir este año.
Porque siempre es bueno escuchar varias voces, a modo de coro navideño, este mes me gustaría darle espacio al P. Darío Gatti para que les dirija unas palabras. Las comparto:
“El Ángel en sueños, le dijo: «José, Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo… Al despertar, José llevó a María a su casa”
(Ev. Mateo 1, 1-25)
Querida familia de Schoenstatt en Argentina:
¡Paz y bendición, feliz día de Alianza! Unidos en la dulce espera; y por el “nada sin ti – nada sin nosotros” de la Alianza que es intercambio de corazones, de bienes y de intereses, le decimos a Ella, y Ella nos dice: ¡Alégate, Jesús está en Ti! Quiere nacer en tu corazón, en tu Familia, y en todo lo tuyo… ¡Prepárate! ¡ya viene!
SEÑORA DEL ADVIENTO, REGÁLANOS NUEVAMENTE AL NIÑO1
«La próxima fiesta de Navidad nos impulsa más que nunca a volver la mirada hacia los años pasados». Con estas palabras iniciaba el Padre su Carta (Cf.: Carta, PJK, Roma, 13 de diciembre de 1965). Y continúa: «El corazón, el entendimiento, la memoria y la fantasía se concentran en la fiesta de Navidad de 1941 y los sucesos que la rodean. En el centro se halla el “milagro de la Nochebuena” y la “visión de la Candelaria” (…) Los puntos de comparación entre los hechos de aquel entonces y los de hoy son muchos e importantes». Más actualidad, no puede pedirse.
Quiero agradecer al P. Pablo -Director Nacional del Movimiento- la posibilidad de compartir estas líneas, y junto a Ustedes, unidos en la Mater, invitarles a poner la mirada en este Año Almanaque 2020 que ya se cerró, y en el nuevo Año Litúrgico 2021 que el Adviento del ciclo B inicia… Si vemos, un año de Pandemia tan fuera de pronóstico; un año del Padre tan zarandeado; un año de nuevos encuentros y vinculaciones “no presenciales”, tan inéditas, sin fronteras, al ritmo de Internet … ¡si es que hay conexión! Un año, en fin, que abre nuevos horizontes y esperanzas. ¡si así elegimos!
Y es tiempo de balances. Lo hicimos, estamos quizá en ello todavía; con las Familias Diocesanas y los Consejos, con las Ramas y Acciones Apostólicas, la Central de Asesores y Regiones… La gran multitud de Peregrinos, Voluntarios y Misioneros, toda la Liga, las Federaciones e Institutos.
Este tiempo en torno al día de Alianza, es muy oportuno para ejercitar la Fe Práctica en la Divina Providencia, dialogar con el Dios de la Vida, las Voces del Tiempo y el Alma, y de allí reorientar nuestros pasos, además de una generosa ofrenda en abundante Capital de Gracia… Un tiempo de memoria, presencias y perspectivas; saborear la vida, escuchar los ecos de la Palabra de Dios, y como Maria, no solo atesorar en el alma, más aún, encarnar y parir la “Iglesia Nueva, Cuerpo de Cristo”, abrir caminos, que el Verbo se haga carne, también en mí, en ti, y en muchos: ¡Se haga todo, según su Palabra! Porque, ¡hagamos lo que nos diga!… Y así comprenderemos desde las entrañas, que “tu Santuario es nuestro Belén, portador de Cristo a nuestro tiempo”
MENSAJE DE LUZ EN MEDIO DE LA NOCHE, AURORA QUE ANUNCIA
Todo lo vivido en torno a la Pandemia, sus duros aprendizajes, las despedidas y duelos, paciencias ofrecidas, muchas esperanzas en juego, los logros y reencuentros, nos han dado nuevas maneras de mirar a cada prójimo, una nueva noción de valorar y cuidar la vida… ¡Y qué contraste inaudito, frente a pretensiones caprichosamente abortivas! ¿Qué es la salud y qué es cuidar? ¿Quién y a quién, cuándo, cómo, dónde, por qué…? ¿Cuántas vidas, una, dos, tres, todas?
Y Dios habla, en el tiempo… Nueve largos meses de cuarentena, que bien sirven para reengendrarnos. La realidad nos forzó a mirar distinto y de nuevo el Santuario del Hogar: ¡Quedate en Casa!… Nueve meses que nos obligaron a romper agendas y calendarios, y lo que antes parecía imposible, el bendito Covid todo lo hizo nuevo… Y ya estamos para “dar a luz”… Hagamos nacer y crecer nuevas formas de comunicarnos, de trabajar, de misionar, aprovechemos las nuevas posibilidades y las nuevas herramientas, en este tiempo de intenso aprendizaje y adaptación… ¿Será tiempo ya, de “las nuevas playas”?… ¡Bendito Jesús!, más bien, que en verdad hace todo nuevo!
REFUGIO DEL PECADOR, HÚNDENOS EN TU TIERRA
Con la cuestión desatada en torno a la persona y pasado del Padre, ¡nada me asusta! No tengo mucho para agregar, y sí, bastante por vivir ¡Ha llegado la hora del amor!… Me reconecto con los Hitos Santos, me resuena el llamado a la Solidaridad de Destinos, la conciencia y ardor por la Misión, la vinculación profunda de corazones para decir y encarnar: ¡Padre voy, contigo!… Y me lleva a rezar y asumir:
«Padre, con misericordia mira a nuestra Familia y, por causa suya, manifiéstate en tus maravillas.» Todo esto me lleva a sentir más intensos y reales los vínculos de amor familiar: «Estoy tan íntimamente ligado a los míos que yo y ellos nos sentimos siempre un solo ser: de su santidad vivo y me sustento y, aun, gustoso estoy dispuesto a morir por ellos. Estoy tan entrañable y fielmente unido a ellos, que desde dentro una voz me dice siempre: En ellos repercuten tu ser y tu vida, deciden su aflicción o acrecientan su dicha.» Y todo esto me interpela y moviliza: «Cuando el corazón está colmado hasta el desborde y entre temblores y gemidos corren torrentes de lágrimas, cuando de todos lados se ciernen negras nubes; cuando los míos no me comprenden; cuando la Madre abraza al hijo con ternura (…) entonces mi alianza suscita todas mis fuerzas diciéndome: ¡Ha llegado la hora de tu amor!» (Hacia el Padre: 460-471-589)
Y el mismo Padre responde, se adelantó a la jugada, “la vio venir”, y como un Diego Maradona (¡Que Dios le regale Paz!); en su Carta Navideña, dice: «El milagro de la Nochebuena es para nosotros una intervención singular de lo divino en nuestra Familia (…) Como comprobación exterior y visible de esta compenetración divina y de la elevación del individuo y de la comunidad, esperábamos la caída de las cadenas exteriores que pesaban sobre la Obra y sobre sus instrumentos. Tanto lo uno como lo otro se hizo realidad plena, durante y después de la primera prisión. La segunda prisión, desde 1951 a 1965, hizo que en nosotros se albergaran las mismas grandes esperanzas y el mismo anhelo. Pudimos cantar con más razón que en 1945 nuestro “Cántico de gratitud”. (…) y en tal medida, que la Familia aún no tomó conciencia de cuán grande es el espíritu de la propia libertad a fin de estar disponible para Dios, su voluntad y sus deseos.» Y esto implica, «aunque no comprendemos totalmente, cómo se ha realizado la nueva imagen del Padre, del hijo(a) y de la comunidad. Es una realidad que, esperamos, llegue a ser un regalo perenne para todas las generaciones de nuestra Familia.»
TE AMANECERÁ EL SALVADOR, PARA GLORIA DE DIOS PADRE
Queridos Hermanos en Alianza… Nuevos tiempos, nuevos desafíos, nuevos contextos, pero aquél Cuarto Hito (13 de septiembre al 24 de diciembre de 1965) es cada vez más actual… También hoy resuena el eco del “Concilio Vaticano II”, el “Milagro de Nochebuena”, “la Visión de la Candelaria”, “la Confederación Apostólica Universal” y “la Misión de Belmonte” –desde el Santuario “Matri Ecclesiae” en Roma, regalo de toda la Familia al Padre por sus 80 años– para cerrar el tiempo del Exilio y abrir el tiempo de “la Iglesia en Salida” y un “Schoenstatt para la Iglesia y el mundo”.
Sigue palpitando hoy el anhelo de una Obra y una Iglesia que encarnan los rasgos que mencionara el Padre Kentenich:
«una Iglesia renovada totalmente, hermanada con una convivencia y colaboración fraternal del Pueblo de Dios en su totalidad; una Iglesia pobre, que ama para ella la pobreza, que se despide más y más de la usual pompa, pero también una Iglesia que es amiga de los pobres y que no mendiga constantemente al estado simpatías y satisfacciones; una Iglesia humilde, completamente penetrada por el Espíritu sobrenatural, y que a su vez se transforma en alma del mundo; que se reconoce a sí misma como culpable y que tiene el valor de pedir perdón. O sea, una Iglesia completamente distinta a la que se ha conocido antes… Ya que la Iglesia debe estar afirmada como una roca inamovible, entonces la roca a partir de ahora tendrá que ser puesta en movimiento, acentuando su carácter dinámico, acercarse a la otra imagen: “la barca” en medio de la tormenta en el mar, y este barco cruza, surca todo el océano, todo el mundo, para acoger de todas partes a los hombres. Y finalmente: ni huida del mundo ni fascinación por el mundo –ni siquiera solamente vencer al mundo-, sino la penetración del mundo, tiene que llegar a ser el alma del mundo. Para esto, ¡estar en la luz divina, en la plena confianza divina, en la fuerza divina, en la seguridad divina!… (de: PK “La imagen de la Iglesia después del Concilio Vaticano II” / 10.2.1968 – 2da Conferencia, Jornada de Asesores – Casa Mariengart)
¿Aceptaríamos que la deseada “nueva normalidad” sea el comienzo de una Iglesia más así, y no un volver a lo de antes, sin más? Familia de Schoenstatt, Aliados al Padre, hijos y herederos de la “Iglesia de las nuevas playas”, ¿podremos asumir y vivir esta imagen? ¿Será por fin el tiempo, de alumbrarla y hacer que muchos puedan experimentarla? ¿Podremos decir, este es nuestro tiempo, porque es tiempo de Jesús?
Para esto la Palabra se hace Carne, y habita entre nosotros. A causa de ello, María Inmaculada da su sí, y José la lleva junto al niño, al seno de su corazón y de su hogar, y desde allí, se transforme el mundo. Para ello, también nosotros renovamos nuestra Alianza: ¡Sí, Padre vamos contigo! ¡Ven Jesús, Te esperamos! Porque llega “la Hora del Amor”
Unidos en Alianza y Misión, unidos en dulce espera y renovada natividad…
Dario Gustavo Gatti
Instituto de Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt
Rector de Grupo Argentina/Brasil “Maria y José de Nuevo Belén”
Le agradezco al P. Darío estas motivadoras líneas que nos dirigió y agradezco al Instituto de sacerdotes diocesano de Schoenstatt por el servicio y entrega que realizan a la familia de Schoenstatt de Argentina.
¡Les deseo una feliz Nochebuena y un bendecido 2021! Dejémonos guiar por nuestro Buen Pastor, aunque crucemos por oscuras quebradas no temeremos ningún mal, su mano y su cayado nos infunden confianza.
Quedamos en eso, permanecemos fieles,
P. Pablo Gerardo Pérez
Director Nacional
[1] De la carta del P. Darío Gattí: Títulos tomados del canto “Nuestra señora del Adviento”, letra y música Cecilia Mirenda (Instituto Nuestra Señora de Schoenstatt)