Carta de Alianza – Junio 2018
Queridos Aliadas y Aliados,
¡Bendecido día de Alianza! Me alegra enviarles por primera vez unas líneas y en ellas mi cariño e impulso para seguir viviendo día a día la Alianza de Amor con María. Comenzamos junio gozosos de celebrar los 25 años del Santuario de Rosario, contentos por la presencia cercana de nuestra Madre en esta ciudad emblemática para nuestra patria. Allí se izaron por primera vez nuestros colores y María en su manto los mantiene en alto.
Y sin embargo, con el correr de los días, nuestro corazón se fue apenando con el debate planteado en torno a la legalización del aborto y la primera decisión tomada por la cámara de Diputados.
Quiera Dios que este debate no se banalice en una confrontación de bandos, sino que genere mayor comprensión, empatía y compromiso con las personas más sufrientes e indefensas.
En estos días se nos hizo patente el valor infinito de la vida y la gran dignidad de la mujer portadora de ella. ¡Cuánto valor tienen para la humanidad! Su vientre es el seno donde Dios va tejiendo nuestro ser y además, su corazón e intelecto, aportan alma a nuestra sociedad. Que este debate nos sirva para valorar cada vez más este “genio de la mujer” del que nos hablara San Juan Pablo II cuando decía que la maternidad es también afectiva, cultural y espiritual (Juan Pablo II, Carta a las mujeres, 1995). ¡Ustedes, mujeres, son los instrumentos elegidos por Dios para regalarnos vida en el más pleno sentido de la palabra!
La semana pasada en numerosos Santuarios, ermitas y parroquias nos hemos congregado, en cadenas de oración, para pedir para que Dios se manifieste. Pese a este primer resultado, no hay que bajar los brazos, las mujeres que sufren siguen ahí, las vidas en riesgo también. Además de oración por ellos, intentemos crecer en un compromiso más serio con esta realidad que nos confronta.
Quizás es el momento para, si no estoy haciendo nada en este sentido, dar primeros pasos, y si ya estoy ayudando, redoblar esfuerzos.
En medio de esta situación, a los 50 años de la partida del P. Kentenich, “su mano” está recorriendo el país. Y como argentinos, necesitamos que nos den una mano, que nos guíen en nuestro caminar. Su mano va “dejando huella”, experiencias de un profundo encuentro con su persona y a través de él, del amor incondicional y la misericordia paternal de Dios que nos va hermanando, haciéndonos su familia. Que estas vivencias nos alienten a ser manos extendidas que sirven y ayudan a los sufrientes de este tiempo.
No me olvido de todos los papás, a quienes ayer celebramos. ¡Felicidades y bendiciones para ustedes y disfruten de este mes mundialista! ¡Quedamos en eso, permanecemos fieles!
P. Pablo Gerardo Pérez