Carta de Alianza noviembre 2019
Querida familia de Schoenstatt de Argentina:
Bendiciones en este día de Alianza. Durante un tiempo se celebró hoy el cumpleaños de nuestro Padre Fundador. Luego supimos que en realidad había nacido el 16. Vayan estas líneas como agradecimiento a Dios por el regalo de su vida que se prolonga en nuestras propias vidas. “En los planes de Dios nunca debo haber existido sin ustedes, ni ustedes sin mí. Desde la eternidad Dios nos pensó en una Alianza de Amor” (PK, Nueva Helvecia, Agosto ´47).
Fue una vida muy probada la de nuestro Padre y reconocemos en él un claro mensaje de Dios. A pesar de no estar canonizado, se le pueden aplicar estas palabras del Papa Francisco: “Lo que hay que contemplar es el conjunto de su vida, su camino entero de santificación, esa figura que refleja algo de Jesucristo y que resulta cuando uno logra componer el sentido de la totalidad de su persona“ (GE 22). Es claro aquí que la concepción de santidad no implica perfección. Y nuestra espiritualidad se teje en esa línea. El cristianismo mismo desde sus orígenes lo contempló de esa manera cuando guardó en su memoria escrita, los evangelios, la negación de Pedro, la roca elegida por Dios o el abandono de los apóstoles en el momento más decisivo de su maestro, su pasión y muerte.
Creemos en la vida heroica de santidad del Padre. Muchos se preguntan por su proceso de beatificación. Uno de los motivos por los que no ha seguido avanzado es el hecho de que no hay registro de que haya hecho un milagro extraordinario, tal como la Iglesia tradicionalmente pide. Es curioso, igual, pensar que lo haga cuando toda su línea carismática se juega en la santidad de la vida diaria, en lo cotidiano más que en lo extraordinario. Por supuesto que Dios tiene el poder para hacer lo que él quiera y no podemos cerrarnos a su actuar, pero me animo a avizorar un desarrollo más contundente en la concepción de la iglesia a la hora de pensar la santidad. De hecho, el Papa Francisco nos habla de esa santidad de lo ordinario hecho extraordinariamente (GE 17).
Dios nos seguirá mostrando su querer. Estamos llamados a canonizarlo con nuestra vida heroica de santidad, como nos desafiaba San Juan Pablo II. ¿Es nuestro carisma capaz de continuar generando vidas heroicas de santidad? Varios hijos de Schoenstatt están camino a los altares. Nos dan aliento y testimonio de la alianza de amor como camino de santidad. Parte de la misión de Schoenstatt es fecundar a la iglesia con una nueva comprensión de santidad, autoridad, libertad y obediencia pero no solo teórica sino vivida realmente. Hacia allí nos impulsaba el P. Alejandro Blanco en su célebre prédica por el Centenario de Hoerde.
Los acontecimientos últimos en toda Latinoamérica nos vuelven a conmover y esa santidad de vida a la que hacíamos referencia no se disocia de nuestra realidad social sino que la exige. Estamos llamados a acoger la realidad social de nuestros países y responder a esos desafíos. Que la alianza de amor sea la fuerza transformadora no solo de nuestros corazones sino de la sociedad entera. Que nuestra vida de fe impregne nuestra mirada de la realidad, principalmente la percepción de nuestros hermanos más necesitados e impulse y oriente nuestro trabajo diario (DA Cap.2)
A los jóvenes los animo a que la vida de fe y alianza marque sus caminos de vida. No porque esté queriendo que sean “curas o monjas” sino porque Dios quiere abrirles mayores horizontes para una mayor plenitud de vida. Sería hermoso que desde nuestras filas surjan más vocaciones perfiladas en el servicio humano: docentes, profesionales de la salud, trabajadores sociales, políticos, etc. La fe y la alianza nos llevan a pensarnos más allá de nosotros mismos. Y allí radica la plenitud de vida. Somos seres trascendentes y el camino de la fe nos ayuda a que eso se realice. No esperemos a vivir la fe y el amor por fuera de nuestras jornadas laborales y de estudio, sería una fe residual y no constitutiva real de nuestra vida (CV 36).
Me ilusiona en este sentido el camino que ha recorrido el CIEES (Comunidad Internacional de Ejecutivos y Empresarios) dentro de los círculos de Schoenstatt. Con varios argentinos participamos del último encuentro en Paraguay que tuvo la novedad de contar con paneles de políticos y gremialistas. Quiera Dios podamos dar pasos en la Argentina en esta dirección. “…Todos los argentinos deben ser incluidos en nuestros anhelos. No debo agotar mis anhelos en el pequeño círculo que me rodea: todas las tareas apostólicas deben encontrar lugar en nuestro pequeño corazón” (PK, Buenos Aires, Enero ´50).
Desde el pasado 7 de noviembre transitamos el Mes de María. Mes que transforma. Oportunidad para crecer en santidad. De esta manera, nos encaminamos decididamente, a comenzar el próximo 8 de diciembre el año mariano en nuestra iglesia argentina y al año de la mujer impulsado por la columna femenina de Schoenstatt. María y la mujer, María como mujer, mujeres como María será por donde nos conducirá el Señor.
Desde el Santuario Nacional de Nuevo Schoenstatt, Florencio Varela, donde estamos reunidos como central de asesores del Movimiento en Argentina, les envío saludos de alianza y les deseo un bendecido próximo tiempo de adviento. Quedamos en eso, permanecemos fieles.
P. Pablo Gerardo Pérez
Director Nacional