Año Mariano Nacional: “María, vencedora de las herejías antropológicas”

Año Mariano Nacional: “María, vencedora de las herejías antropológicas”

Texto bíblico

Apocalipsis 12

Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz.

Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera.

La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio para que allí fuera alimentada durante mil doscientos sesenta días.

Entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus Angeles combatieron contra el Dragón, y este contraatacó con sus ángeles, pero fueron vencidos y expulsados del cielo.

Y así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles.

Y escuché una voz potente que resonó en el cielo: ‘Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías porque ha sido precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios.

Ellos mismos lo han vencido, gracias a la sangre del Cordero y al testimonio que dieron de él, porque despreciaron su vida hasta la muerte.

Que se alegren entonces el cielo y sus habitantes, pero ay de ustedes, tierra y mar, porque el Diablo ha descendido hasta ustedes con todo su furor, sabiendo que le queda poco tiempo!’.

El Dragón, al verse precipitado sobre la tierra, se lanzó en persecución de la Mujer que había dado a luz al hijo varón. Pero la Mujer recibió las dos alas de la gran águila para volar hasta su refugio en el desierto, donde debía ser alimentada durante tres años y medio, lejos de la Serpiente. La Serpiente vomitó detrás de la Mujer como un río de agua, para que la arrastrara.

Pero la tierra vino en ayuda de la Mujer: abrió su boca y se tragó el río que el Dragón había vomitado. El Dragón, enfurecido contra la Mujer, se fue a luchar contra el resto de su descendencia, contra los que obedecen los mandamientos de Dios y poseen el testimonio de Jesús. Y yo me quedé de pie sobre la playa.”



Oración del Año Mariano Nacional

(Se encuentra en la introducción al trabajo)


Reflexión

Las herejías antropológicas

El P. Kentenich llama a María: la “vencedora de las herejías antropológicas”. Dos palabras precisan aclaración:

“Herejía”, proviene del griego, significa inclinación, preferencia. La herejía es una desviación de la verdad. Algunas herejías fueron causas de cismas en la Iglesia. El hereje se considera fiel a su creencia y no se atiene a un dogma o principio fundamental de la fe. La mayoría de las herejías se dieron en los primeros tiempos de la Iglesia; tuvieron como destinatarios a Jesucristo, María y la Iglesia.

“Antropológica”, proviene también del griego y significa lo “relativo al hombre”, su identidad y misión. La Antropología es la ciencia que estudia al hombre en su ser, su devenir y sus relaciones.

Una herejía antropológica es una desviación de la fe, que se vincula al hombre, con su identidad, dignidad o misión:

“La herejía antropológica incumbe directamente a la naturaleza humana. Intenta negar, afectar y atacar su esencia… Se ataca al ser del hombre. Se busca arruinar más y más  la libertad del hombre, toda la estructura de la naturaleza humana, tal como la creó Dios, para que nosotros en el mundo civilizado desarrollemos con el tiempo una mentalidad de masa” ([1])

El Padre Kentenich tenía el convencimiento que María recibió la misión de vencer las herejías antropológicas. Una certeza que la proclama la Liturgia, cuando refiriéndose a la Virgen le dice: “María, Tú sola has vencido todas las herejías en el mundo”.

En los comienzos del cristianismo María defiende la identidad de Jesucristo: ella es Madre de Dios y también Madre de Jesus, Dios y hombre verdadero.

Las herejías tienen su origen en una cierta lejanía Dios. Alejarse de él hace al hombre peligroso. Lo humano se entiende solamente a partir de Dios, que hizo al hombre a su imagen y semejanza:

“La nuestra es, sin duda, la época de los humanismos y del antropocentrismo. Sin embargo, paradójicamente, es también la época de las más hondas angustias del hombre respecto de su identidad y destino, del relajamiento del hombre a niveles antes insospechados, época de valores humanos conculcados como jamás lo fueron antes” (Juan Pablo II, Inauguración de la Conferencia Episcopal de Puebla).

¿Cuáles son estas herejías antropológicas? ([2])

Vamos a mencionar cinco, las más destacadas:

  1. El mecanicismo.
  2. La manipulación del hombre por la técnica: “Deshumanización”.
  3. El desprecio de la vida en todas sus etapas, no sólo en el seno materno.
  4. La crisis o confusión de los sexos.
  5. El individualismo y el colectivismo

La Congregación para la Doctrina de la Fe menciona también dos, que son el “Neo-pelagianismo” y el “Neo-gnosticismo.

1. El mecanicismo

A comienzos de los años 1930 empieza a utilizar el P. Kentenich los conceptos de “mecanicismo” y “organicismo”.

El organicismo es ver las realidades en una unidad, en la interdependencia de las partes, que se hallan unidas por un principio interior que las cohesiona. El ejemplo más claro de organicismo es el hombre: tiene diversas partes -corazón, cabeza, miembros, etc.- pero todas están relacionadas entre sí por el principio interior del “alma”.

        El mecanicismo, por el contrario separa, no relaciona y no ve las realidades en su contexto e interrelación. Su ejemplo preclaro de es la máquina, lo mecánico.

        El P. Kentenich ejemplifica el pensar mecanicista asemejándolo a lo que realiza la “bomba atómica”. Se disgrega y separa realidades que deberían verse unidas. Un ejemplo se puede ver en sexualidad. Ella conoce tres dimensiones que no deberían verse aisladas: la corporal (genitalidad), la anímica o espiritual (vínculo afectivo) y la proyección de la vida. Mecanicista sería separar lo físico de lo afectivo y de la proyección de la vida. Orgánico es integrar las tres expresiones de la sexualidad.   

Orgánica es la concepción de lo natural como expresión, camino y seguro de lo sobrenatural. Cuando lo natural se desliga de lo sobrenatural -o viceversa- estamos ante un fenómeno mecanicista. Orgánico es ver a la Virgen unida a Jesucristo; mecánico es verlos separarlos. Orgánica es la paternidad de Dios relacionada a la paternidad humana y viceversa. Orgánico debería ser percibir el amor humano como camino para el amor divino.    

Mecánica es también la fe cuando se la separa de la vida, de los hechos. El mecanicismo rompe con las interrelaciones y los vínculos. Esto impide que el hombre se exprese y desarrolle en plenitud. El 31 de mayo de 1949, el P. Kentenich envió una carta al Obispo de Tréveris, diócesis a la que pertenece Schoenstatt, desarrollando este tema. Ese mismo día pronunció unas palabras donde se refirió al mecanicismo, como un vacilo que se irradia y ante el cual es difícil inmunizarse. Fue también su lucha en los años juveniles:

“Recuerdo cómo todo ha ido creciendo: todo es un regalo extraordinariamente grande que el Padre Dios me ha dado: la mentalidad orgánica opuesta a la manera de pensar mecanicista.  Esta fue la lucha personal de mi juventud. En ella pude vencer aquello que hoy conmueve a Occidente hasta en sus raíces más profundas. Dios me dio inteligencia clara. Por eso tuve que pasar durante años por pruebas de fe. Lo que guardó mi fe durante esos años fue un amor profundo y sencillo a María. El amor a María regala siempre de por sí esta manera de pensar orgánica… ¿A quién debo agradecer todo esto?  Viene de arriba.  Sin duda de la Santísima Virgen. Ella es el gran regalo.  De este modo pude, además de la enfermedad, experimentar también en mi propia persona, y muy abundantemente, la medicina…”

2. La manipulación del hombre por la técnica: la “Deshumanización”

El constante progreso de la bioingeniería genética provoca enormes peligros y cuestionamientos éticos, legales y sociales, tanto al individuo como a la especie humana. Muchos especialistas han analizado esta tendencia del hombre a hacerse Dios, o jugar como si lo fuera. Una de sus manifestaciones más fuertes es la clonación humana, que manipula al hombre y lo degrada en su gestación y psiquis.

El avance de la ciencia, la técnica y la medicina puede eliminar al hombre como novedad y originalidad. Se “cosifica” la persona, se le roba dignidad, se desacraliza la vida y de desprecia su valor.

Aldous Huxley escribió la novela, “Un mundo feliz”, un bestseller y la novela más famosa del escritor británico. Publicada en 1931 es un anticipo de lo que podría lograr el desarrollo tecnológico en la reprodución de los seres humanos. La manipulación de los hombres generados probeta determina las clases sociales y el ordenamiento del mundo en base a un principio racional. La novela provoca cierto pánico, pero se va aproximando a nuestra realidad.

3. El desprecio de la vida en todas sus etapas, no sólo en el seno materno

“¿Cómo es el ambiente de la vida de nuestra época? Se caracteriza por una muy profunda crisis de vida. En lugar de una crisis antropológica podemos hablar de una crisis de vida que se manifiesta en las crisis del matrimonio y de la familia, la crisis bolchevique (colectivista) y la crisis de los sexos, que actualmente se evidencia con creciente intensidad.” ([3]).

La vida se halla devaluada en este tiempo que, como describe el Papa Francisco, es una sociedad del descarte. La vida puede ser eliminada, no vale demasiado, se la puede violentar y violar con enorme facilidad. El aborto es uno de los fenómenos más sensible de esta cosificación de la vida. Es el ajuste más débil e indigno. El hombre debería proteger la vida, sobre todo la más vulnerable y necesitada. Las políticas no se orientan a defender la vida desde el seno materno, sino se la deja librada a los intereses meramente electorales.

        Es una contradicción buscar -por lo menos en teoría- defender especies animales y despreciar la especie superior, el hombre, a través de la violencia, el agravio y el asesinato…  

En el trasfondo de esta herejía están los intereses económicos. Es un virus provocado por la inconsciencia y pasividad, que ha infectado a muchos gobiernos y personas. La valoración de la vida debería comenzar desde la fecundación, donde hay otro ser diferente, con una realidad genética única y que se llevará hasta la muerte. 

Muchas personas han perdido la capacidad de la compasión y la misericordia. La ausencia de Dios, a cuya imagen fuimos creados, conduce a desacuerdos, divisiones y conflictos. De allí que nosotros levantamos la voz en favor de la vida. No sorprende que esta deshumanización conduzca a la pérdida del sentido de la vida.

 Para Schoenstatt este principio no es negociable. María es la defensora de la vida. Lleva esa vida en su seno, la protege y la cuida. Va a la casa de Isabel para proteger a la parturiente entrada en años y se queda en su casa hasta que ella da a luz a su hijo Juan Bautista.

4. La crisis de la confusión de los sexos

El P. Kentenich, distingue “crisis sexual” de “crisis de los sexos”. La primera, la crisis sexual, se relaciona con los desórdenes relativos a la sexualidad: la pornografía, superficialidad y liviandad de lo sexual, sexo fácil y fugaz, juegos eróticos, etc.

“El segundo peligro es la crisis de los sexos… No debe confundirse con la crisis sexual. La crisis de los sexos es la confusión que se ha originado en la relación de los sexos entre sí.

Cuando la crisis de los sexos alcanza un determinado grado, desemboca en una crisis sexual. Pero desde el punto de vista formal existe una diferencia entre ambas.”[4]

 La “crisis de los sexos”, este término propio del P. Kentenich, se expresa sobre todo en tres dimensiones: a) La falta identidad de lo masculino y femenino; b) El menosprecio y vulgaridad respecto a la mujer; c) La ausencia de una relación armónica, complementaria y creativa entre los sexos.

a) Desconocer la identidad del varón y la mujer es despreciar a Dios, que ha creado al hombre como varón y mujer (Gen 1,27s). Los condicionantes físicos, psíquicos y neurológicos hacen a la identidad. A esta luz deben verse aspectos como por ej., la homosexualidad.

La orientación homosexual -atracción sexual de una persona hacia otra persona del mismo sexo- no es tema fácil. No hay causas evidentes de cómo nace la orientación homosexual; se habla de determinismos genéticos, históricos, hormonales, psicológicos… Aunque la cultura posmoderna tiende a concebir la homosexualidad como una elección, generalmente se la vive como algo dado. La doctrina de la Iglesia reconoce la distinción entre “tendencia” homosexual, “ejercicio” homosexual e “instinto innato” (cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe, Sobre preguntas de ética sexual, 1975, n.8). No podemos analizar aquí este tema en toda su amplitud. Menciono solo tres aplicaciones pastorales:

  • Ante un tema tan sensible nos movemos con suma delicadeza. Evitamos toda discriminación, y no queremos lastimar a personas en su reputación, dificultades e integración social.
  • Schoenstatt quiere ayudar a cada persona a descubrirse,  aceptarse, educarse y amarse a sí misma como creación original de Dios en su ser varón o mujer.
  • Dicha aceptación de la condición, capacidades y carismas, que en cada persona son diferentes, le permitirá brindarse desde su originalidad, y enriquecer a la comunidad de pertenencia. La decisión supone libertad y discernimiento. Sin ellas no podemos hacer un juicio moral definitivo.

b) El menosprecio de la mujer. Schoenstatt concibe a la mujer gran regalo de Dios. Ella tiene la misma dignidad del varón. Este valor facilita descubrir sus otros valores específicos: ella “le brinda a la realidad una nota personal”, solía afirmar el Padre Kentenich. Su “anima” defiende y previene ante una sociedad unilateralmente orientada a lo técnico y racional, que olvida lo humano y concreto. La mujer “se encuentra consigo mismo en la medida en que se brinda” (José Kentenich).

La mujer está llamada a recordarnos que la defensa por el más necesitado, el pobre y el marginado es tarea de todos. Confiar, amparar y estimular: tareas imprescindibles en un mundo que azuza tanto al narcisismo y al egoísmo competitivo.

Surgen preguntas inquietantes: ¿Quién se preocupará por los miles de niños maltratados y abandonados de las megaciudades? ¿Quién tendrá tiempo para escuchar y visitar al necesitado? ¿Quién le dará una mano a los que están solos y han perdido el sentido de la vida? ¿Quién desacralizará los dioses del poder, la política y la cibernética fría? ¿Quién hará de puente entre el individuo y la comunidad? ¿Quién irá más allá de la razón y llegará a la experiencia del ser? ¿Quién nos sabrá escuchar? ¿Quién le proporcionará al mundo un carácter familiar? ¿Quién se preocupará del que no cree y está desesperado? ¿Quién nos recordará la necesidad de los verdaderos amigos de Jesús: los pobres, los niños y los enfermos? ¿Quién le colocará la identidad materna a los bautizados en la Iglesia? ¿Quién nos recordará al Gran Samaritano que ayuda a los que caen entre Jerusalén y Jericó? ¿Quién nos enseñará que la fidelidad y las promesas se prueban a la hora del sacrificio del Calvario?…

Esta concepción está muy lejos a muchos exponentes de una concepción no cristiana de la mujer. Desde Platón, que agradecía al cielo haber nacido libre y no esclavo, varón y no mujer, pasado por el Budismo que concibe a la mujer como una “maya”, una ilusión y apariencia engañosa, hasta Kierkegaard: “¡Qué desgracia es ser mujer y la mayor desgracia es no percibirlo!”, la lista de mitos y prejuicios -de todos los colores y bandos- sobre la condición de la mujer sería interminable. Las corrientes feministas no nacieron  porque sí…

c) La complementariedad

La mujer y el varón son iguales en su ser creacional, dignidad, responsabilidad, redención y relación mutua. Sin embargo, el varón y la mujer tienen formas diversas de expresar su identidad: el ser humano no es “unisex”. Tampoco es un convencionalismo, fruto de un proceso cultural, sino el respeto a la identidad psico-somático-espiritual de cada sexo.

Basados en la antropología cristiana, promovemos por tanto la complementariedad del varón y la mujer, que -además- asegura la proyección de la vida. El respeto por la dignidad que Dios concede a todos, nos invita a reconocer los derechos y las responsabilidades de cada persona y a eliminar cualquier forma de injusticia, opresión o violencia.

Una importante motivación la hallamos la Virgen. Toda mujer tiene una relación más inmediata y espontánea lo espiritual. La frase del Dante: “Yo miraba a Beatríz y Beatríz miraba a Dios”, lo testifica. Ella tiene una mayor aptitud para unir el amor humano con el amor divino. María es el seguro para descubrir el valor de la mujer, la complementariedad y el seguro definitivo que es el amor.

5. El individualismo y el colectivismo

El individualismo es la tendencia cultural-histórica, que coloca al individuo en el centro, sin ninguna responsabilidad o compromiso frente a los otros.  

La manifestación del individualismo en las teorías económicas es el liberalismo. Él promueve los intereses personales sin importarle los de otros. Desfigura así la identidad del hombre que es por antonomasia ser social, dependiente, solidario y necesitado de los demás. Si bien el liberalismo no siempre implica menoscabo de los derechos y criterios de la sociedad, en la praxis, se desentiende de la justicia social y de toda verdadera solidaridad.  

Si bien hay cierto desprecio de personas que sólo piensan en ellas y no tienen compasión por los más necesitados, no obstante vivimos en un clima en donde despertamos y cultivamos individualismos por doquier. Las tendencias competitivas que se propagan en desmedro de los demás son caldo de cultivo para estas tendencias individualistas.

El colectivismo se halla emparentado al individualismo. La diferencia radica en que ya no es el individuo, sino la masa la que domina. En lo cultural y estilo de vida hablamos del hombre masa: habla como los demás, piensa como los demás, actúa y se define por lo que otros piensan. Por temor a herir sentimientos ajenos, se somete a lo vulgar y a lo que la “sociedad” le demanda.

“¿Qué ideal de educación podemos oponerle al hombre bolchevique? ¿Cuál es su ideal? El hombre masa, desligado, desde lo hondo y en forma absoluta, de todas las vinculaciones queridas por Dios. ¡Este es el nuevo tipo de hombre! Verán que ese nuevo tipo de hombre anda rondando por el mundo. El peligro de nuestra época es el bolchevismo y mientras vivamos no nos libraremos de este peligro.” ([5])

En categorías políticas, el pensar colectivista va más allá del marxismo y comunismo: es el populismo quien determina opciones y obligaciones, olvidando el pensar personal y autónomo. La educación que se imparte inculca a olvidar criterios y valores propios, para ser parte de un gran engranaje social. El argumento es que el bien colectivo es mayor al personal, pero en su aplicación es tan falaz como la del individualismo.

El P. Kentenich critica el colectivismo por sus tendencias totalitarias que niegan la libertad, lo que le pertenece esencialmente al hombre. Esto inhibe las iniciativas, la creatividad y el desarrollo de las mejores fuerzas que posee el hombre. 

“El hombre bolchevique es ateo, porque Dios es el protector de la libertad personal. El hombre bolchevique no debe reconocer a ningún Dios para evitar así que la personalidad del hombre sea protegida.

La herejía antropológica consiste entonces en vaciar absolutamente, y hasta lo último, el ser del hombre. Porque al hombre se le quita lo esencial, la libertad personal, la libertad fundamentada por Dios. He aquí pues uno de los grandes peligros de la época actual.” ([6])

Para nosotros, María es la defensora de la libertad y de la solidaridad al mismo tiempo. En ella no hay atisbo de masificación ni egoísmo. De allí que influye con su ejemplo, su intercesión y su poder educativo.


El “Neo-pelagianismo” y el “Neo-gnosticismo”

La Congregación para la Defensa de la Fe menciona en el contexto de herejías antropológicas dos desviaciones de la fe: ([7])

El “Neo-pelagianismo”. Lo define así: “el individuo, radicalmente autónomo, pretende salvarse a sí mismo, sin reconocer que depende, en lo más profundo de su ser, de Dios y de los demás. La salvación es entonces confiada a las fuerzas del individuo, o las estructuras puramente humanas, incapaces de acoger la novedad del Espíritu de Dios”.

El neo-gnosticismo “presenta una salvación meramente interior, encerrada en el subjetivismo, que consiste en elevarse con el intelecto hasta los misterios de la divinidad desconocida. Se pretende, de esta forma, liberar a la persona del cuerpo y del cosmos material, en los cuales ya no se descubren las huellas de la mano providente del Creador, sino que ve sólo una realidad sin sentido, ajena de la identidad última de la persona, y manipulable de acuerdo con los intereses del hombre.”

La persona de María nos presenta una visión contrapuesta al “Neo-pelagianismo” y al “Neo-gnosticismo”. Es la mujer que canta en el “Magnificat” la grandeza del Señor, que ha mirado su pequeñez y por eso la llamarán “bienaventurada”. Es Dios quien da pan al hambriento, que derriba de su trono al soberbio y enaltece al humilde. La persona de María sólo se entiende en una permanente atención al querer divino: “Que se haga en mí según tu voluntad”. Es la mujer que vive con fe el misterio del dolor y la alegría de la Pascua. Es el servicio que se hace milagro en las bodas de Caná y es servicio en la casa de Isabel. 

La Aspiración humana a la salvación es actual porque los hombres y las mujeres de hoy aspiran a la felicidad -salud, bienestar, paz interior-, pero también se agrega la lucha contra el mal: la ignorancia, la fragilidad, la enfermedad, la muerte. Esta felicidad que muchas veces se confunde con  los beneficios de poseer, el poder, la ciencia, la técnica, se ve superada por los bienes del Espíritu: la paz, la alegría, la benignidad y la fidelidad. Nadie rezó, recibió y ayudó a vivir estos frutos como lo hizo Maria, la Madre de Jesús.


Resumiendo: Maria es la vencedora de todas las herejías antropológicas

María expresa en su persona, en su identidad y su acción, la imagen preclara del hombre y sobre todo de la mujer. Es ese espejo totalmente humano, modelo y maestra, es la vez intercesora, de la plenitud humana. En ella se encuentran los valores encarnados del hombre nuevo. Es ejemplo de justicia, servicio y amor. Esta es la tarea y responsabilidad histórica de María.

Ella nos acerca la persona de Dios y nos muestra la persona de Cristo, rostro humano de Dios vuelto al hombre. Santo Tomás define a María “el libro de oro”, en donde se muestra el amor de Dios por el hombre. El vínculo a Ella nos hace sentir la gracia que experimentó Isabel al recibir el saludo de Maria (Luc 1,42ss): “Bendita tú entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí esta gracia, que venga a mí la Madre de mi Señor?”.([8])

“A través del medio de la devoción mariana queremos ayudarnos a nosotros mismos y ayudar al mundo a superar las graves y gravísimas conmociones y crisis”

He aquí a la Sma. Virgen ante mí, y sobre Ella el Dios Trino, el gran pedagogo de la confianza. Él puso el destino del mundo en sus manos fiables; y yo me veo como centro, como jefe, como padre de mi parroquia, como madre de mi pequeña familia. Ahí están mis alumnos, mis feligreses, mi comunidad parroquial.

La madre cuidará. “Un servidor de María nunca perecerá”. Yo coloco mi destino en su mano, el destino de mi familia parroquial, de mi comunidad. Así nos vinculamos a Ti, [Jesús], y a tu madre y madre nuestra. Nos vinculamos, y con nosotros todos los que nos fueron confiados, a la persona de tu madre y madre nuestra. Entonces tendrás misericordia de nosotros.



Preguntas para la reflexión y diálogo

Sugerencia: Ponte en clima de meditación. Recién en ese ambiente interior, toma un cuaderno y escribe la primera pregunta. Tómate tiempo para reflexionarla. Escribe lo que meditaste. Después puedes compartir tu respuesta con los participantes (cónyuge, grupo). Lo mismo deberías hacer con las otras preguntas. ¡Te será de gran ayuda!.

  1. Elige dos de las herejías antropológicas que más te impactaron, ¿por qué, qué experiencias has tenido al respecto? ¿Con quién te interesaría compartirlo?
  • ¿De qué forma que María da una respuesta para estas dos herejías? ¿Recuerdas alguna frase bíblica que tiene relación con esas dimensiones?
  • ¿Cómo es tu actitud apostólica frente a esas herejías? ¿En qué puedes ayudar a que otros se sumen a esta lucha?


[1] P. José Kentenich. Educación Mariana para el hombre de Dios, 190s

[2] Para quien desee profundizar este tema: leer “Educación Mariana para el hombre de hoy”, Editorial Patris, Buenos Aires, 1989, sobre todo a partir de la página 190.

[3] José Kentenich, Educación Mariana… p 192.

[4] José Kentenich, La Educación Mariana… p. 194.

[5]  José Kentenich, Educación Mariana… p. 193. El P. Kentenich utiliza el término “bolchevique” como sinónimo del hombre colectivista y masificado.

[6]  José Kentenich, Educación mariana… p. 194.

[7] Congregación para la doctrina de la fe, Carta Placuit Deo, marzo de 2018

[8] Para profundizar este tema ver Educación Mariana… que es la mejor síntesis del P. Kentenich sobre el tema de las herejías antropológicas y el rol de María en la superación de las mismas.