Buscar la luz
En pocos días se cumplen 75 años del tercer hito en la historia de la familia de Schoenstatt. Aquel 31 de mayo de 1949 el Fundador puso sobre el altar una larga carta destinada a su obispo donde se jugó la vida.
El mismo P. Kentenich varias veces mencionó cómo los jubileos contienen gracias especiales de profundización en la historia y la misión, en el querer de Dios para con una persona o una comunidad. Abramos el corazón para transitar de esta manera este aniversario que no será simplemente celebrativo. Este 31 de mayo contiene también un crecimiento y profundización en aquel espíritu primero, intención de nuestro Fundador: que el carisma de Schoenstatt sea un regalo para la sociedad y el mundo entero.
Autor: Hugo Barbero
Un nuevo 31 de mayo. ¿Conmemoración del pasado? ¿Desafío del presente? ¿Camino hacia el futuro?
Estas preguntas se unen entre sí, ocupan mi espacio interior y me invitan a un ejercicio de discernimiento. Seguramente no soy el único que experimenta estas inquietudes. Deseo que mis interrogantes sean los de muchos otros.
Creo, desde un pensar que pretende ser orgánico, que se trata de visiones complementarias y por lo tanto, no excluyentes.
“Todo reino, para ser fecundo, debe ser fiel a las fuerzas que le dieron origen”.
Esta afirmación del Padre Kentenich es plenamente vigente cuando intentamos darle significación a este hito de la historia sagrada de nuestra familia.La historia, cuando Dios se manifiesta a través de ella, pierde su carácter anecdótico o meramente cronológico y se transforma en sagrada.
Entonces ¿cuáles fueron sus anhelos más íntimos y fervientes? ¿qué lo movió a dar ese paso, a asumir ese riesgo? Apenas unos años antes había vuelto del campo de concentración y ese acto de suprema entrega le confería una aureola de prestigio ante sus numerosos seguidores…¿por qué lo arriesgó todo? ¿cuál fué el sueño que inspiró tanta audacia?
Hoy en nuestra patria lo sigue una numerosa familia. ¿Lo conmemora o lo sigue?¿Lo interpreta en sus sueños?¿Cuáles son los actos y gestos que hacen presentes los sueños del Fundador en nuestras pequeñas vidas?
“No vemos con los ojos, si no a través de los ojos”. Es obvio que miramos la creación con los ojos y la escuchamos con los oídos; pero es evidente que, si de organicidad se trata vemos y escuchamos EN el alma, es allí donde el Espíritu Santo decodifica los sutiles mensajes que llegan desde nuestro entorno. Es allí donde luchan, cada día, la audacia y el conformismo.
Tengo la impresión de que hemos recibido una herencia que nos supera.Podemos dilapidarla, recordándola sin vivirla, tal como hemos hecho con otros valiosos legados: los de nuestros próceres, los de los inmigrantes que llegaron a esta bendita tierra.
Pero, tal como lo hiciera el servidor bueno y fiel en la parábola de los talentos, estamos invitados a hacer fructificar este legado tan rico que NOS FUE CONFIADO. Legado que nos mueve a pensar, amar y vivir de tal manera que todo se transforme en expresión, camino y seguro del vínculo con Dios y ayude a la Iglesia a transitar ese camino, tan arduo como imprescindible, que lleva del Dios de los altares al Dios de la vida.
Tal como afirma el padre Heriberto King, fiel intérprete de nuestro Fundador: “a esa Iglesia, en Alianza con Dios, hay que ayudarla a ver la luz”.