Dos hombres, dos continentes, un mismo compromiso de liderazgo

Dos hombres, dos continentes, un mismo compromiso de liderazgo

Autor: Leonardo Cozzi para G1810

Durante el último mes de agosto recordamos, con pocos días de diferencia, el paso a la inmortalidad de dos grandes dirigentes con profundos valores cristianos. Fueron hombres de nuestra era y casi contemporáneos entre ellos, uno en Europa y otro en América. Cada uno líder en su ámbito, el público y el privado respectivamente. Hablamos de Alcide de Gasperi de Italia y de nuestro Enrique Shaw en Argentina. Dos hombres de familia, de firmes convicciones católicas, con conciencia de misión, plenamente humildes y sumamente respetados tanto por propios como por adversarios.

De Gasperi era hijo de un humilde policía y con esfuerzo logró formarse como universitario en Viena. Se involucró desde muy joven en política logrando pronto ejercer como diputado. En 1927 la dictadura Fascista lo encarceló cuatro años por denunciar públicamente y con valentía los abusos que veía avecinarse. Quiso tener la Biblia como libro de cabecera en la cárcel, sacando de ella fuerza y valentía.

Se casó con Francesca Romani y tuvieron 4 hijas en sus 33 años de matrimonio. Alcide supo ser un padre sumamente presente, a tal punto que en todos los viajes como jefe de estado llevaba consigo a alguien de la familia. Es una delicia oír hoy el testimonio de alguno de sus hijos. En todo mostró una total coherencia de fe y vida, e incluso se había hecho terciario franciscano. Decía de sí mismo ser: “primero cristiano, luego europeo, después italiano” y confesaba que “Si no tuviese el sentimiento de cumplir un deber cristiano y merecer la ayuda de Dios, no estaría en el puesto ni un día más”

En los difíciles tiempos de la Segunda Guerra Mundial fundó un partido de inspiración católica para frenar el ascenso comunista: la Democracia Cristiana. Con la coalición que lideró para recuperar y democratizar a Italia, fue sucesivamente elegido para presidir el gobierno por ocho periodos consecutivos desde 1945 a 1953. Promovió desde su lugar la instauración de la República Italiana apoyando la nueva constitución de 1946.

A nivel europeo, fue instrumental en sembrar las semillas de la actual Unión Europea junto a Konrad Adenauer de Alemania y al recientemente beatificado Robert Schuman de Luxemburgo. Ellos soñaron una Europa unida bajo la cohesión de sus raíces cristianas. Una década más tarde, llegando al final de sus días sin muchas posesiones y sin llegar a ver fructificar todavía su empeño por la unidad continental, dice a sus más cercanos: “Dios te da una tarea y, cuando ya te crees indispensable, te llama diciendo que ya has hecho lo suficiente”. Fue sin dudas un pionero que echó a rodar una visión para el bien común, siendo hoy considerado uno de los padres tanto de la Italia Republicana como de la Unión Europea. Lo recordamos según él mismo se imaginó: “Hay hombres de rapiña, hombres de poder y hombres de fe. Yo quisiera ser recordado entre estos últimos”.

Alcide De Gasperi, político ejemplar, estadista y padre de familia, encarnó uno de nuestros ideales en G1810:

“Nos comprometemos a poner nuestro corazón al servicio de la Patria entendiendo que de este modo servimos a todos los hombres del mundo que quieran habitar este suelo (…) desarrollado con la ayuda de Dios.”

Enrique Shaw comienza de joven prestando servicio a su patria en los mares del sur con la Escuela Naval Militar, dando extraordinario testimonio de profesionalidad y de fe. Fue, en la historia de la Armada Argentina, el más joven oficial graduado. A pesar su origen en una familia de la sociedad, se soñaba obrero para poderse santificar “desde abajo”. Sin embargo un director espiritual, en su sabiduría, lo convence que desde una posición de directivo de empresa podría aportar mucho más a su vocación apostólica y social de servicio a los desprotegidos del mundo laboral. Así nace su profesión de ingeniero y su brillante carrera en la empresa Cristalerías Rigolleau donde pronto llegará a ser Director Delegado. Enrique estaba convencido que “Más que nunca en los tiempos actuales, y a pesar de las dificultades, tienen el deber los Dirigentes de Empresa, como intelectuales y dirigentes, de aportar un mensaje y la luz de la fe al desarrollo de los espíritus, de esforzarse por secundar, a la luz de los principios sociales cristianos, la búsqueda de las soluciones adaptadas a las realidades siempre mudables.” Y obraba en consecuencia, llegando a conocer por nombre a cada uno de sus empleados y ofreciéndoles tanto el respeto laboral como la asistencia en lo personal y familiar que estuviera a su alcance. Desde su puesto luchó con empeño y creatividad cada vez que se enfrentaba a la decisión de tener que dejar a alguien sin su fuente de trabajo.

Se casó con Cecilia Bunge en 1943 y llegaron sus 9 hijos. La vida familiar irradiaba un clima de alegría acogedora que sabrían compartir generosamente. Enrique se preocupaba por formar a sus hijos con valores y con sencillez, para que “se comporten bien en la vida por comprender que tienen que llevar una vida de servicio”.

Ya desde muy joven se había propuesto “Obrar con amor, actuando con mansedumbre, calma, dulzura, cordialidad, alegría, procurando reflejar el amor que Dios tiene a todos los hombres”. Y lo vivía a cabalidad. Entre las múltiples entidades en que actuó, participó en la Acción Católica y del Movimiento Familiar Cristiano. Co-funda en 1952 la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) que perdura hasta hoy, y asume como su primer presidente.

Cuando su salud empeora gravemente en 1962, se pone en evidencia la relación de afecto que mantenía con su gente cuando, en reunión con el personal, agradece cálida y humildemente a los más de 200 que donaron sangre. Había sostenido que “El empresario ha de ser Cristo en la empresa”… y lo había vivido en carne propia.

Desde G1810 creemos que Enrique Shaw testimonió como pocos uno de nuestros compromisos:

“El trabajo permite dignificar al ser humano: nos comprometemos a fomentar la cultura del trabajo, la honestidad y la transparencia, a promover la generación de empleo genuino y a respetar la propiedad privada.”

Estos grandes hombres fallecen con ocho años de diferencia, entre 1954 y 1962, sin ver todos los frutos de su trajinar por este mundo, pero admirados por todos los que los conocieron y en fama de santidad. Cada uno supo llevar en alto su fe cristiana al ámbito donde ejerció su misión: el público o el privado. Como decía el Padre José Kentenich: “Damos forma en nuestra vida a la imagen original que Dios tiene prevista para nosotros, lo que implica conquistar y dar forma a nuestro Ideal Personal”. La Iglesia está en proceso de beatificar a estos siervos de Dios. En el caso de Enrique Shaw, el Papa Francisco emitió en abril último el decreto reconociendo las virtudes heroicas que exhibió en su vida.

En G1810 estamos convencidos que se nos hace cada vez más urgente a los laicos asumir un rol de liderazgo con valores cristianos.


Bibliografía

Discurso del Santo Padre Juan Pablo II en el centenario del nacimiento de Alcide De Gasperi.

https://www.enriqueshaw.com

Libro “Enrique Shaw y sus circunstancias” de Ambrosio Romero Carranza (ACDE), 1997.