El camino cuaresmal: un reencuentro con Jesús
Autor: Mario Martínez
La cuaresma empieza hoy, miércoles de ceniza. Dios me ofrece un camino para recorrerlo desde mi realidad, inmerso en las situaciones de mi vida diaria. Y en ese caminar reencontrarme con Jesús que se vuelve hacia mí, me mira, me llama otra vez por mi nombre, vuelve a iniciar el diálogo. El quiere que este camino lo recorramos juntos.
Este reencuentro con el Señor es una prueba más de su amor hacia mí, y en mí, hacia la humanidad. Un amor hecho de presencia, gestos concretos y milagros cotidianos. Hoy el gesto concreto es la imposición de las cenizas, símbolo de nuestra pequeñez y a la vez de la misericordia del Padre. Somos sus hijos, Él nos conoce, y conoce nuestras necesidades.
La cuaresma es una propuesta para reencontrarme con el Dios de la vida, volver a verlo detrás de cada acontecimiento y sucesos de mi vida, en mis anhelos y aspiraciones, en mis límites, debilidades y pecados, en mis vínculos con los demás, en las heridas y rupturas, en la fidelidad, en los gestos de escucha, de perdón, en la enfermedad, en los miedos e inseguridades, en la audacia y la entrega generosa. ¡Cuánto necesita nuestra Argentina herida, dividida, agrietada, que seamos signo del amor de Dios!
Vida nueva transformada
¡Qué oportunidad me regala la Iglesia que es Madre y Maestra! Que Jesús me llene de su presencia entrando en el mayor signo de amor de Dios hacia la humanidad: la entrega de la vida en la cruz, su pasión, muerte y resurrección para redimir toda realidad humana y toda la creación, porque “Él hace nuevas todas las cosas”.
En este camino, la Iglesia pone medios para ayudarnos a reconocer nuestra pequeñez y nuestras limitaciones, las pequeñas prácticas propias de la cuaresma:
- el ayuno, que implica hacerle más espacio al Señor en nuestra vida;
- la limosna, donde ese amor de Cristo se torna urgente caridad hacia los demás;
- y la oración, profundizar nuestro diálogo con aquel que es la Palabra y nos escucha siempre.
Imploramos a la Mater nos ayude a vivir la Cuaresma y la Semana Santa junto a Jesús. Ella siempre estuvo al lado de su Hijo especialmente en la hora de la entrega máxima de amor, Ella mantuvo unidos a los discípulos en el cenáculo a la espera del Espíritu Santo, Ella asumió gustosa el encargo de su Hijo de ser nuestra madre. A ella le pedimos que desde cada Santuario (filial, hogar, habitación o corazón), desde cada Ermita, nos transforme interiormente y nos conduzca siempre a Jesús.
Mario Martínez
Jefe Territorial de la Federación de Familias
Movimiento Apostólico de Schoenstatt Argentina