En el centro del 31 de mayo, una Alianza que transforma

En el centro del 31 de mayo, una Alianza que transforma

Autor: Hna. María Julia

 

Se cumplen 70 años del hecho histórico, en que el Padre Kentenich terminó la primera parte de la respuesta al Obispo de Tréveris y la colocó sobre el altar del Santuario Cenáculo, en Bellavista, Chile. Con este gesto le entregaba a Dios, por manos de María, ese escrito con todas las consecuencias que traería.

El Tercer Hito de la Historia de Schoenstatt es una señal clara y fuerte en el camino, un momento culminante; una irrupción de lo divino en lo humano, en lo cotidiano, en lo pequeño.

¿A qué estaba respondiendo? Es una historia muy rica pero comencemos desde el año 1945. Después de la persecución Nazi, de haber estado más de tres años en el Campo de Concentración de Dachau, el Fundador de Schoenstatt sale con la convicción victoriosa de la divinidad de la Obra. Por eso busca consciente y activamente que la jerarquía de la Iglesia alemana conozca y se interese por el carisma que Dios estaba regalando como fruto de la Alianza con María.

Quería presentar esta propuesta y aporte pastoral para vencer las dificultades de la época, que iban creciendo a ritmo acelerado. Por eso, por ejemplo, hace publicar el “Hacia el Padre”: libro de oraciones compuestas casi en su totalidad en Dachau, que es un compendio de su espiritualidad. Hace visitas a diversos obispos. Pide que vaya al lugar, Schoenstatt, una “comisión de estudio”. Pero Schoenstatt ya había sido cuestionado, y en el episcopado alemán piden una visitación diocesana. Esta es llevada a cabo en febrero de 1949 por el Obispo Auxiliar de la diócesis de Tréveris. Al concluir, envía al Fundador, que se encontraba en Sudamérica, un informe. En él expresa que no hay objeciones a nivel doctrina o moral pero sí con respecto a algunas prácticas pedagógicas. El Padre Kentenich le escribe una respuesta que termina siendo un libro de dos tomos.

 

El 31 de mayo de 1949 fue un paso audaz, casi demasiado audaz para la época

¿Por qué no dejó pasar estas objeciones de orden educativo, de pedagogía práctica, que podrían parecer de carácter secundario? Así se podría haber ahorrado muchos problemas y sufrimientos…

No lo dejó para porque ESA era la esfera en la que Schoenstatt debía ser visto en su novedad, estudiado, comprendido. ¿No tenía un aporte crucial para la Iglesia, para el occidente? Su carisma había sido regalado a Schoenstatt en la Alianza de Amor, una Alianza que modela nuestra vida en armonía y en unión con Dios y la creación.

En el centro de la experiencia más profunda del P. Kentenich estaba María: una persona tan real como su propia madre. María, como balanza del mundo, que sana y equilibra nuestros corazones, mentes y voluntades y las armoniza con Cristo, su Hijo. María, quien amándonos nos lleva a Cristo y, en Él, al Padre. María, que como causa segunda nos ayuda a vivir la filialidad frente a un Dios real, personal, que no “ha muerto” ni se ha desentendido de nuestro mundo; tampoco de mi pequeña vida cotidiana. La Madre y Educadora, que nos regala hogar en su corazón, en su santuario, para educarnos como personas libres, nuevas, semejantes a Cristo

Por otro lado, tenía claramente ante sus ojos los peligros de un pensar, vivir y amar que separa, disgrega, despersonaliza, teoriza, atomiza… Un muro, no material pero no por eso menos impenetrable, que se yergue entre estas dos visiones. Y no sólo en las ideologías políticas de su tiempo, en los totalitarismos y capitalismos deshumanizantes, este peligro lo vislumbraba también en las filas de la misma Iglesia…

¿Podemos pedirle “diplomacia” a un apasionado por la misión, a quien ve un oleaje peligroso y presiente que las olas taparán la barca? Su acto fue profético… ¿Recordamos algún profeta que haya actuado con diplomacia para llevar a cabo el encargo divino? Su misión era despertar y sacudir al pueblo, las conciencias dormidas y señalar el camino para volver al Dios de la Alianza… No, no podemos pedir al profeta que calle su mensaje.

En nuestras tierras: Chile, Argentina y Brasil, recibe el informe, dicta y envía la respuesta, confía toda su obra a María, desde aquí. ¿Es importante eso?  Si nada pasa por casualidad, creemos entonces, que Dios tiene para nosotros un mensaje en este hecho también…

 

El hoy del 31 de mayo

Al llegar este nuevo aniversario del 31 de mayo, nos preguntamos: ¿Qué nos dice hoy a nosotros?  Al contemplar el contexto histórico en el que vivimos, las circunstancias concretas de la vida de la Iglesia hoy; al observar los acontecimientos en Latinoamérica y los desafíos en nuestra Patria, la etapa de nuestra Familia de Schoenstatt nacional y, no en último término de nuestra propia vida, presentimos que este mensaje del P. Kentenich, como lo expresa el 31 de mayo tiene mucha vigencia. Sí, ¡hoy nos interpela! Necesitamos un nuevo comienzo en el Espíritu Santo.

Los problemas que se vislumbraban entonces son ahora una realidad cotidiana, un dolor experimentado, una carga pesada. Pero como en 1949, si la misión se yergue muy grande ante nuestra pequeña grey, si nos parece que nuestros hombros son débiles, una vez más, impulsados por el Espíritu Santo creemos, confesamos: ¡La Madre cuidará perfectamente!

 

En el centro del 31 de mayo hubo y hay una Alianza que transforma

La Alianza (explica el P. Kentenich en 1952, mirando el 31 de mayo) es el pensamiento central que nos mueve siempre, que nos impulsa constantemente hacia adelante, y que además nos asegura también una paz inalterable en todas las situaciones. También ahora la Alianza está en el primer plano de nuestros intereses. Ella nos da la respuesta a todas las preguntas que requieren solución.”  

¡Pidamos la gracia de vivir de la Alianza de Amor! Que transforme mi manera de pensar, que a veces separa, olvida, disgrega. Que le dé forma, en la coherencia y en la valentía de comprometerme con lo que pienso, con lo que elijo decir, hacer y dejar de hacer. Que María modele nuestra manera de vivir, según nuestros valores, nuestros ideales; y nos ayude a comenzar cada día de nuevo. Que amase nuestro corazón de barro con la misericordia que une y crea vínculos que sanan. Que ilumine nuestra vida diaria y nos abra al Espíritu Santo, “que impulsa nuestro corazón a las alturas”, que nos reciba en su hogar, nuestro Santuario, cuando volvemos cansados de la lucha pero alegres de la victoria, la obtenida o la que es todavía promesa… ¡y que la confianza y esperanza de hijos y herederos nos anuncian que es VICTORIA YA GANADA!

¡Que nuestro Padre y Fundador, profeta de nuestra Alianza que transforma, nos guíe en este camino de audacia, de amor y ardor por la misión!