Las adicciones, una problemática de la cultura mecanicista
Autor: Lic. Pablo Caruso
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) una adicción es una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación. Tiene como características una serie de signos y síntomas, que incluyen factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales. La misma es progresiva con episodios continuos de descontrol, distorsiones del pensamiento y negación ante la enfermedad.
Según los niveles de adicción el ingreso a la problemática se inicia por la “experimentación”, luego el por el “uso”, despues “abuso” y por último se convierte en adicción. Lo que caracteriza a esta última, objeto de nuestro artículo, es la disfuncionalidad presente en varias o todas las esferas de la vida, como por ejemplo ruptura de relaciones familiares y sociales, dificultades académicas y laborales, conductas de riesgo y búsqueda de la droga de manera compulsiva.
A la hora de abordar una temática tan compleja podemos hacerlo desde diferentes posicionamientos. En este artículo les propongo que la veamos en clave de “las consecuencias psicológicas de una falta de Dios en tu vida y la necesidad compulsiva de su reemplazo”.
Dios de lado
Está claro que en este tiempo histórico posmoderno Dios ha quedado de lado siendo reemplazado por las ideologías destructivas actuales y por la vanidad y el hedonismo de un hombre y una sociedad que lo han ido corriendo del centro, desplazándolo 0por diversas conductas que en el extremo se convierten en adictivas.
El Padre Kentenich habla de “herejías antropológicas” cuando, desde la modernidad hasta la actualidad, Dios se ha ido sustituyendo por otras “cosas” que dejan al ser mutilado y atrofiado en su espiritualidad, ponderando un hombre mecanicista (disociado de Dios) por sobre el hombre “orgánico” (unido a Dios). Como consecuencia lo conduce a separar dos mundos “el del mas allá” con el “del mas acá” prevaleciendo este último sobre el primero representado en tres puntos clave: más saber y menos espíritu; la incapacidad de tomar decisiones sobrenaturales y un corazón atrofiado en su sentir. En palabras sencillas podríamos definirlo como un ser carente de espíritu, separado de Dios e incapaz de sentir profunda y permanentemente.
Estas sabias palabras nos conducen indefectiblemente a observar que en la realidad se están cumpliendo en un alto porcentaje y no solo pensarlo desde las típicas adicciones que a uno se le vienen a la mente cuando reflexiona sobre esta temática, sino que tenemos “nuevos” objetos adictivos como las pantallas, internet, redes sociales, pornografía, entre otras.
¿Qué dicen las estadísticas?
Según la consultora Sortlist los argentinos pasan 9 horas y 38 minutos diarios mirando distintas pantallas, lo que equivale a unos 147 días al año. Es el quinto país del mundo que más tiempo los utiliza, detrás de Sudáfrica (10 horas y 46 minutos), Filipinas (10 horas y 27 minutos), Brasil (10 horas y 19 minutos).
Según el estudio nacional en población de 12 a 65 años sobre consumo de sustancias psicoactivas de 2017, en Argentina el consumo de alcohol y tabaco presenta las prevalencias más altas, ya sea de vida, año y mes, seguida por el consumo de marihuana. El consumo de drogas ilícitas pasó del 3,6% en el año 2010 a 8,3 % en la actualidad. Por su parte la marihuana es la droga de esta categoría de mayor consumo en Argentina donde el 7,8% de la población declaró su uso en el último año; el 10,7% de los varones y el 5,2% de las mujeres.
De acuerdo al Informe Mundial sobre las Drogas 2023 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) la estimación mundial de personas que consumieron drogas en 2021 es de 13.2 millones, 18% más de lo estimado anteriormente. A escala mundial, más de 296 millones de personas consumieron drogas en entre 2011 y 2021, lo que supone un aumento de 23% con respecto a la década anterior. Por su parte, el número de personas que padecen trastornos por consumo de drogas se ha incrementado hasta los 39.5 millones, lo que supone un aumento de 45% en 10 años.
La espiritualidad como camino
En conclusión, podemos aseverar que la falta de Dios en la vida de las personas trae consecuencias psicológicas, no siempre asociadas a adicciones, ya que hay muchas otras que podemos abordar en próximos artículos. Pero en particular las adicciones constituyen un grave problema en la salud pública a nivel mundial y deben abordarse con todas las estrategias posibles, no solamente a posteriori sino a priori con planes preventivos trabajando interdisciplinarmente con diagnósticos precisos y apertura en los análisis. Una vida con los ojos puestos en la trascendencia nunca va a ser perfecta, pero puede disminuir considerablemente este tipo de problemáticas que en general se dan, a grandes rasgos, por una carencia existencial y una vida fútil al servicio de las tentaciones de turno.
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Fuentes:
http://www.conadic.salud.gob.mx/pdfs/nueva_vida/prevad_cap1.pdf
Kentenich, J. (1983). Que surja el hombre nuevo. Editorial Schoenstatt.