Servus Mariae, una Misión que trasforma (VII edición)
Autora: Mica Galende
Luego de vivir la Misión Servus Mariae, nace el anhelo de que nuestra vida esté alineada a la voluntad de Dios, pero para eso es necesario poder detenernos y escuchar qué es lo que Él le está diciendo a mi corazón. Y muchas veces surge la pregunta: ¿Cómo logro detenerme? ¿Cómo puedo escuchar o darme cuenta si me habla? Siento que esa herramienta es la que esta misión nos enseña y nos deja, porque nos hace ver que cuando dejamos entrar a Dios en nuestra vida y empezamos a mirarlo, el tiempo se detiene y, de alguna manera, nos enfrenta a que podamos ver eso para lo cual Él nos creó.
Servus Mariae tiene algo que la caracteriza, y es su espiritualidad, tan auténtica y especial, donde no solo puede dar un gran giro a tu vida, sino que, de a poco, con el pasar de los días, nuestros sentidos se van agudizando para poder estar más atentos a lo que Jesús y la Mater nos quieren mostrar, aprendiendo así a poner en práctica el “me detengo y lo escucho”.
Servus Mariae transforma corazones porque es en esa semanita donde logramos dimensionar que Jesús está siempre a nuestro lado y donde somos realmente conscientes de ese amor tan filial hacia nosotros. Nos damos cuenta de que siempre está del otro lado de nuestro corazón, a la espera de que lo dejemos pasar, y también podemos ver que muchas veces nos puede hablar en la calle, en la facultad, en el trabajo o simplemente a través de un amigo o familiar. Es allí, en esos pequeños detalles o momentos, donde nos invita a dejarlo ser parte de nuestra vida y ser parte de nuestro presente.
Servus Mariae te invita a vivir todo esto en comunidad, siendo eso el regalo más grande que podemos tener, porque nuestro corazón y nuestros sentidos están 100% para la Mater y Jesús, porque lo vivimos y lo sentimos juntos. Disfrutamos esos 7 días en plenitud y también aprendemos el uno del otro para ser esos verdaderos apóstoles de Jesús.
Servus Mariae deja una huella muy grande porque no solo nos transforma a nosotros y enciende una chispa en nuestra alma, sino que también nos regala ese don de poder llevar y transmitir el amor de Jesús y de la Mater a aquellas personas que están heridas, defraudadas, tristes. Esto, entre tantas otras vivencias increíbles, es lo más bonito porque podemos contagiar ese amor, y nos da esperanza de saber que no solo somos capaces de ser esos siervos que María quiere y necesita, sino que, una vez más, podemos decir que ser Tabernáculo de Jesús moldea y enciende tu vida de una manera única y perfecta.
El pueblo de Nogolí nos recibió durante tres años seguidos (22-23-24), siempre con calidez, con amor y, sobre todo, siempre se preocuparon por nosotros. Nos abrieron su corazón y también sus hogares, nos compartieron su historia de vida y nos enseñaron mucho sobre el amor a Dios y a la Mater.
Construcción de la ermita
Autor: Elias Josue Carrizo – Rector
Este año, cuando la Mater nos llamó a Pilar y a mí a ser rectores de Servus Mariae, recuerdo que empezamos a pensar en equipos, en fechas, en nombres y en muchas de las tareas que teníamos que ir preparando y cumpliendo. Visitamos el pueblo varias veces y también tuvimos varias reuniones de equipos, pero hubo una que despertó una inquietud muy grande… ¿Cómo podemos hacer para que Ella se establezca en Nogolí? Lo primero que pensamos fue: nosotros nos vamos, el año que viene ya no vamos a volver… necesitamos tener un gesto con el pueblo, tenemos que dejar una imagen de la Mater. En un principio, pensamos en hacer un mural, buscar alguna pared y ahí dejar un dibujo con alguna frase o lema. Después, pensamos en dejar un pequeño cuadro en la plaza del pueblo, buscar un cuadro de la Mater, algún árbol lindo y dejar ahí un pequeño cuadro de la Mater… ninguna de las opciones nos parecía la mejor.
En una de las visitas previas, conversamos esta inquietud con el intendente del pueblo y el párroco, y ellos nos incentivaron a crear algo “más grande”. Así empezó el sueño de construir una Ermita de la MTA y, sí, para nosotros tenía mucho más sentido hacer una Ermita. Empezamos a trabajar en equipo junto con el párroco y el intendente, nosotros por nuestra parte aportando con capital de gracias y dándole corazón a todo este proceso, sintiéndonos parte y sintiendo que esa Ermita es un regalo al pueblo, que esa Ermita es el lugar donde los vecinos de Nogolí se van a encontrar con la Mater. “Nosotros nos vamos, pero Ella se queda”, esa fue una de las frases que más escuché de los misioneros.
Empezamos a soñar con construir una Ermita y también con regalarle esto al pueblo. Llegamos al domingo de misión y el lunes ya estábamos organizando todo para, antes de irnos, poder bendecir y también celebrar junto al pueblo este gran regalo.
La Mater no solo transformó nuestro corazón en Servus Mariae, la Mater transformó un pueblo entero, el pueblo de Nogolí. Ella se quedó en Nogolí, siendo la Madre del Pueblo, la que escucha, la que está, la que acompaña y, sobre todo, la Madre de la Esperanza.
Los nombres de los misioneros y sus intenciones quedaron en los cimientos, siendo nosotros los responsables de rezar por los vecinos.
Queda mucho por agradecer, queda mucho por pasar por el corazón, queda mucho por trabajar, pero estos días en Nogolí nos sirvieron de aprendizaje a los jóvenes para entender que si en tres años pudimos construir una Ermita y conquistar un pueblo, cuánto más podemos hacer si trabajamos junto a la Familia. El anhelo de conquistar y construir el Santuario Filial se hace más cercano…
Agradecimientos:
A Ramón Funes, Intendente de Nogolí, por la donación de materiales y mano de obra para la construcción de la Ermita.
Al P. Alejandro Sardi, párroco, por acompañarnos y alentarnos a misionar una vez más en el pueblo, por su cercanía y compañía.
A la arquitecta Eugenia Coria, por el diseño de la Ermita.
A la familia Blanco, por la donación de la imagen de la Mater
Al pueblo de Nogolí, por abrirnos sus corazones y sus hogares.