Un Dios-Familia que nos hace familia
Caía la tarde en Roma cuando Juan Pablo II sorprendía a unos dos mil delegados de Schoenstatt, reunidos en la sala Pablo VI para escuchar su palabra.
“En el conjunto de vínculos, su fundador acentúa la vivencia del vínculo paterno-filial y del espíritu de familia como medios privilegiados para la vivencia del mensaje revelado: Dios es Padre, Dios no es solitario, Dios es familia.”
He aquí lo sorprendente: Dios es padre, Dios es madre, Dios es hijo. Dios no es un solitario. La Trinidad es una familia. Miles de imágenes de Dios se mueven en el imaginario popular. La mayoría surge de las experiencias que hemos tenido con nuestros progenitores. En ese imaginario encontramos al dios juez, vengativo, severo, riguroso, incluso cruel.
Dios nos envió a alguien que sabe quién es Él, pero no por imágenes ni por ocurrencias o trascendidos: es Jesucristo. Él conoció, desde siempre, íntimamente a Dios, porque es su Padre, porque comparte su vida y la recibe. Y Él nos ha contado de diversas maneras lo que sabe: con sus palabras, con sus obras y con su manera de ser. En las parábolas del buen samaritano (Lc 10, 29-37) y sobre todo en la del hijo pródigo –o del padre misericordioso– (Lc 15, 11-32), postuló Jesús la imagen de un Dios-Amor que no gira en torno de sí, sino que se entrega hasta la muerte. Es el Buen Pastor que tiene cien ovejas, y cuando pierde una, deja guardadas las otras noventa y nueve y sale en búsqueda de la que se perdió (Lc 15, 1-7) Un Dios que afirma que nadie tiene un amor mayor que aquél que da la vida por sus amigos. No fueron palabras: Él lo cumplió…
Es sorprendente tener un Dios que es amor y que crea familia. Que envía a su Hijo para dar noticia de eso con su propia vida. Un Dios que nos invita, como otros Cristos, a ser embajadores suyos, más y más reflejos de ese amor. Creadores de familia, promotores de un mundo que se va convirtiendo en cielo, porque asumimos nuestro rol profundamente humanizador: ser hijos, madres, padres… como Dios y representándolo a Él. ¡Qué desafío para el cristiano de hoy!
Caía la tarde en Roma y nos llevábamos en el alma el mensaje del Papa: “Dios es Padre, Dios no es un solitario, Dios es familia…”