Dos José, una pasión paternal
«Toma al Hijo y la Madre»
La Ceniza de Cuaresma se va tornando en Fuego Pascual. ¡Jesús nos invita a la Vida! Unos por otros oramos para que sea tiempo fecundo de conversión y misión. Y agradezco poder sumar una voz, entre otras, para compartir la alegría de este espacio de encuentro y motivación.
Y seguimos entrando en el “Año de San José” al que el Papa Francisco nos ha convocado desde diciembre. Y casi sin darnos cuenta, estamos implicados en otro, el Año “Familia Amoris Laetitia”, convocado para celebrar 5 años de la Exhortación Apostólica, desde este marzo 2021 al 26 de junio de 2022, previo a celebrar en Roma el 10° Encuentro Mundial de Familias. Año y mes especiales, en “modo Covid”, frente a tantos desafíos de agenda, donde José vuelve a escuchar: «Toma al Niño y la Madre». Y como Padre y Esposo apasionado, se levanta, fiel a la voz divina… Algo parecido a lo dicho al pie de la Cruz: «He aquí tu Madre, he aquí tu Hijo». Uno para custodiar la Familia de Dios, el otro para seguir fiel al “Dilexit Ecclesiam” en tiempos de prueba, y ambos, custodios de ese santo tesoro. Así como en Belén y Nazaret, fue en Milwaukee y Roma, y después, para acoger a María y sabernos hijos amados y redimidos, y para anunciar esa unidad de corazones, regalo a donar a los cuatro vientos, puntos cardinales que señala la Cruz Pascual del Resucitado…
Y de la mano de estos dos José, queremos vivir una Cuaresma intensa, apasionada, para llegar a una Pascua luminosa, siendo Aliados de Jesús y María, custodios de la Cruz de la Unidad… ¡Pasión de ellos! ¿Y también nuestra? ¡Pasión de amores! ¿también nosotros? ¡Pasión de entrega dolorosa! ¿También nos Inscribimos en esos corazones? Una Cuaresma que siempre en su andar nos propone la memoria de este “santo varón”, en el marzo de San José, “Anunciación” por medio. Y un mes, que siempre, unidos en él, nos permite celebrar el “día de su santo”, como José Kentenich cada año celebraba.
La Iglesia busca que podamos aunar Liturgia y Piedad Popular, favoreciendo y difundiendo la memoria agradecida y devoción a San José, teniendo siempre presente “el insigne ejemplo, que va más allá de los diversos estados de vida y se propone a toda la comunidad cristiana, sea cual sea la condición y tareas de cada fiel” (N°223. Directorio piedad popular y liturgia).
El mismo Padre lo decía en nuestras tierras: «La tarea de José se convierte en nuestra tarea. Queremos hacer posible que María lleve a Jesús a todas partes. También para este momento que vivimos vale la consigna: “¡Levántate!”. Sí, deseamos levantarnos espiritualmente, despertar de nuevo, tomar conciencia de la gran misión de la Familia… la misión que tenemos en conjunto consiste en hacer realidad la visión que tenemos del cuadro de la Madre tres veces Admirable. “¡José, levántate!” Éste es un llamado a despertar de nuevo, a superar la rutina de cada día para fortalecer la conciencia de que todos nosotros, como hijos de María, tenemos que llegar a ser decididos seguidores de Cristo. Todos nosotros, que tenemos la misión de imprimir la imagen de Cristo en el tiempo, lo hacemos con la intención de que el mundo encuentre el camino hacia él. Por eso ahora nos preguntamos seriamente si Cristo es el centro de nuestra vida. (Abba Padre – PK, Plática del 19 de marzo de 1951, en Buenos Aires). Queremos como Familia de Schoenstatt, asumir la misión de custodiar con pasión, amor y dedicación a Jesús y María, y anunciar en lo cotidiano ese misterio.
Así también, Francisco, en la Carta “Corazón de Padre”, con motivo del 150 Aniversario de San José nombrado Patrono de la Iglesia Universal, destaca que estuvo siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios manifestada en su ley y a través de los sueños que tuvo, con la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús, a quien dio el nombre, además de protegerlo, al tiempo que hizo suya la misión de esposo de María. Después de Ella, elegida Madre de Dios, ningún santo ocupa tanto espacio en el Magisterio pontificio como José, su esposo. El objetivo de la Carta, es que crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes, como también su resolución. Los santos ayudan a todos los fieles «a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad». Su vida es una prueba concreta de que es posible vivir el Evangelio. De allí, que la Carta, se ofrezca como una reflexión sobre San José como padre amado, padre en la ternura, padre en la obediencia, padre en la acogida, padre de la valentía creativa, padre trabajador y padre en la sombra. Aspectos de una bella paternidad intensa que podremos ir compartiendo en el andar del Año.
¡Siempre Padre, Abbá!, y a propósito de ello, y del modo como Jesús mismo, en su humanidad pudo percibir y reconocer en José, “causa segunda” del padre Dios, quiero destacar un valioso aporte del padre Joaquín, que menciona en su “prefacio” al libro “Abba Padre”, del padre Rafael Fernandez (Ed. Patris) que mucho recomiendo para este tiempo. Tomando este aporte, tenemos una clara y certera clave de lectura, para los aspectos que el Papa nos propone. Allí dice:
«Abbá. Tan entrañable, palpitante, íntima es la palabra. Ningún judío la hubiese usurpado para decirla del Dios verdadero. Sólo Jesús podía modularla. Abbá significa querido padre, papá, papito. Modulación de la ternura en el espacio familiar. ¿De quién, cuándo, para quién aprendió el Verbo encarnado este vocablo? No la trajo desde el seno de la Trinidad eterna. El arameo y el hebreo que Jesús hablaba los aprendió en Nazaret. También allí, con su menuda lengua infantil, balbuceó por primera vez “Yahveh”, el nombre más santo. María vivió bajo ese techo la gozosa experiencia de madre que insta a su infante: “di pa-pá, papá, Jesús mío, di ab-bá, abbá. Dilo a José” … lección inicial de la escuela materna… También fue así con Jesucristo todo Dios y todo hombre en única persona, “en todo igual que nosotros, excepto en el pecado” y puesto que ser hombre es crecer y aprender, supone que “crecía en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres”: “siendo Hijo, experimentó la obediencia”. Jesús en José conoció al Padre con su conciencia humana y su corazón humano. Experimentando a José pudo articular en el alma las palabras de su oración, quintaesencia de todo el Evangelio que traía desde el cielo: “Padre nuestro…” La benéfica y refrescante irradiación varonil de Jesús refleja un núcleo que se constituyó y maduró en el amor filial por José, su padre adoptivo. Mirando al fruto sabemos que José debió ser un varón de rasgos bien acuñados por una gran coherencia vital, un auténtico puer et pater (hijo y padre). Coraje, silencio, fidelidad de José. Modos de docilidad al Padre en los que Jesús “siendo Hijo, experimentó la obediencia”».
«Toma al Niño y la Madre». En un año tan “probado” para nuestro Padre José, pongamos apasionadamente a San José en el centro de nuestras vidas y seamos Familia en Comunidad de Destino y Misión. «Toma al Niño y a su Madre». En un Tiempo tan probado para las Familias, aborto en medio de la Pandemia, del “Quédate en Casa” por temor, atravesados por la memoria de la “Anunciación”, también la Voz del tiempo nos interpela, junto con la Voz Pascual, que invita a un salir servicial, encendido, animoso, dirigiendo la atención pastoral, que suscita corrientes de vida, iniciativas misioneras, y tanta vida. «Toma al Niño y a su Madre». En una Cuaresma tan probada, en este mes especial, aprovechemos la invitación de la Iglesia a la conversión, con oración, caridad y autoeducación, para hacer de cada Casa, Santuario Hogar, desde el Corazón, Santuario Vivo, desde los Santuarios y Ermitas, “burbujas de gracia”, signos sacramentales para poner en el centro de nuestras vidas este amor de Jesús, y seamos anunciadores, como María y José, Custodios apasionados de estos tesoros santos. «Toma al Niño y la Madre». También nosotros podamos presentarlos a los hermanos, con una vida intensa y compartida, ofrecida y regalada, en el Capital de Gracia cotidiano, que refleja nuestra fidelidad a la Alianza de Amor.
Que el ángel de los sueños siga haciendo resonar la Palabra de Dios, como en el oído y corazón de san José, y en el de nuestro Padre José, y hagamos realidad la voluntad divina, unidos a su pasión y entrega. Gesto y conducta de un José, que revela su amor fiel y dedicado, pascual y apasionado, de entrega y sacrificio, en sencillez y perseverancia. Amor de Alianza que cuida y sostiene, que enciende y custodia…
… Unidos en Alianza y Misión, con la Cruz de la Unidad…
Dario Gustavo Gatti
Instituto de Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt
Santuario de la Ssma. Trinidad / Rosario