9 de julio: Festividad de Nuestra Señora de Itatí
Autor: P. Ramón Billordo*.
Los inicios…
A setenta km de la ciudad de Corrientes, hacia Posadas (Misiones), sobre la Ruta Nacional Nº 12, se encuentra la entrada a la ciudad de Itatí, donde se levanta la monumental basílica de la Virgen de Itatí. En su interior, en el camarín, se guarda un gran tesoro: la imagen de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí.
El pueblo de Itatí se funda a fines de 1615 como reducción franciscana de la gobernación del Río de la Plata, cuya sede estaba Asunción (Paraguay). El primer sacerdote, apóstol y doctrinero, fue fray Luis Gámez; y luego, el gran organizador, fray Juan de Gamarra. La reducción estaba integrada principalmente por guaraníes, los naturales de la región.
Según la tradición la imagen habría sido confeccionada por guaraníes de la región del Guayrá y traída por fray Alonso de San Buenaventura y fray Luis Bolaños. Esta imagen incluye ropaje tallado, y la costumbre de vestirla habría iniciado a fines del siglo XIX.
Coronación pontificia y patronazgo
La devoción se afirma y crece en la reducción, y se extiende en pocas décadas a toda la gobernación. Itatí se convierte muy pronto en centro de peregrinación. A tal punto que en 1899 se solicita a León XIII la autorización para la coronación de la imagen. El papa concede la autorización, y bendice la corona en julio de ese año.
La ceremonia de la coronación se celebra en la ciudad de Corrientes, en el santuario de la Cruz de los Milagros, el 16 de julio de 1900. Entonces la provincia de Corrientes integraba el obispado de Paraná.
En 1910 el papa Pío X crea la diócesis de Corrientes, la que incluía toda la provincia y el territorio nacional de Misiones. El 23 de abril de 1918, el primer obispo, monseñor Luis A. Niella, proclama a la Virgen de Itatí como Patrona y Protectora de la diócesis.
El templo actual
El templo actual, cuya piedra fundamental fuera bendecida el 16 de julio de 1938, se habilita en 1950 en el cincuentenario de la coronación pontificia de la imagen. Recibe la bendición y consagración el 8 de septiembre de 1979, y el título de basílica menor el 19 febrero de 1980, durante el Año Mariano Nacional.
La superficie cubierta es de 2.800 metros cuadrados. De largo tiene 80 m; y, de ancho, 73 m. El diámetro de la cúpula central llega a 28 m. A la altura de 83 m se encuentra una imagen de la Virgen de Itatí de 7,50 m. El templo es una estructura de cemento armado, en cuya superficie caben unas diez mil personas.
Este templo fue declarado Lugar Histórico Nacional en 1998 por Ley N° 24.249 del Congreso Nacional, y Monumento Histórico Nacional en 1999 por Ley N° 25.221.
Itatí: pulmón espiritual del NEA
Durante todo el año Itatí es meta de peregrinaciones. Y conmueve el hecho de que el último tramo, generalmente desde el atrio al camarín, los devotos se desplacen de rodillas.
La más impactante es la del pueblo de San Luis del Palmar, Corrientes, porque participan prácticamente todos sus habitantes, en el mes de julio, para la conmemoración de la coronación pontificia; y esto desde el año 1900. Tres pueblos más, Santa Ana, Paso de la Patria, y San Cosme, peregrinaban con San Luis del Palmar; los que a partir de 1918 lo hacen en abril para la fiesta de la proclamación de la Virgen de Itatí como Patrona y Protectora. Digna de mención es la Peregrinación de la Virgen del Rosario iniciada en 1935 desde la ciudad de Corrientes para la fiesta de la Natividad de la Virgen del mes de septiembre.
No solo desde Corrientes. En realidad los peregrinos llegan desde todos los pueblos y ciudades del Nordeste argentino (NEA). Hay épocas del año en las que las peregrinaciones se convierten en un espectáculo religioso digno de contemplar. La más numerosa e influyente es la Peregrinación de la Juventud del NEA en el mes de septiembre, cuya primera edición fue en 1980. Son diez las diócesis de esta Región, y todas se preparan y viven esta manifestación de fe y de amor a la Virgen.
Desde todo el NEA llegan todos los fines de semana a la basílica alguna peregrinación; las que son recibidas por los servidores de la Virgen y los sacerdotes del santuario. Llegan a caballo o a pie, en bicicleta o en moto, en auto o en carreta. Algunas de estas peregrinaciones son de ida y de regreso, con alguna imagen.
Es muy alentadora la peregrinación anual de las distintas instituciones civiles. Trabajadores de distintas áreas invitan a sus familiares y amigos para la experiencia de caminar a la casa de la Madre y compartir el gozo de ser familia y comunidad.
En cuanto fenómeno religioso, Itatí es el pulmón espiritual del NEA. Porque la devoción a la Virgen sostiene y fortalece la vida cristiana de las familias, de las comunidades, y de las diócesis. La vida cristiana del NEA no se puede explicar sin María de Itatí.
El secreto de Itatí
El atractivo de Itatí es la hermosa imagen de la Pura y Limpia, la auténtica, la que se encuentra en el camarín. Sobre ella reposan los ojos del peregrino.
Obviamente hay algo más: la imagen los pone en contacto con la persona y con la misión de la bienaventurada Virgen María: ella es la Hija predilecta del Padre, la Madre del Salvador, la Esposa del Espíritu Santo, la Madre de la Iglesia, Mediadora de todas las gracias, modelo -para todos- de vida cristiana. La intuición de la mirada de la fe lo descubre. De allí la mirada gozosa y confiada del peregrino.
En Itatí sucede una silenciosa y misteriosa renovación espiritual de la vida cristiana. Porque el santuario es lugar de encuentro con Jesucristo, a través de la Virgen María. Allí los fieles devotos se acercan al sacramento de la reconciliación, y participan de la santa misa, en la que piden y agradecen. Ante la secular imagen los peregrinos y devotos experimentan la ternura de la Madre cuyo único interés es que todos beban de la gracia de Jesucristo.
Peregrinos y devotos, al retirarse de su santuario, experimentan el envío, esa sensación y convicción de que la Virgen pide mejorar, conversión, y compartir la fe, ese tesoro que tanto bien nos hace.
En lo cotidiano la devoción a la Virgen es fortaleza para llevar la cruz de cada día, ánimo para la construcción de la comunidad, motivación para el perdón y la vivencia de la solidaridad, alimento del respeto por la vida, ilusión de una sociedad más fraterna y justa.
Los devotos y peregrinos viven con la certeza de que la Virgen María quiso quedarse entre nosotros en Itatí, con la seguridad de que ella bendice a través de su imagen con rostro guaraní. Para los correntinos, y todos los habitantes del NEA, en Itatí se cumple la profecía de María en su Magníficat: “Todas las generaciones me llamarán feliz porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas” (Lucas 1,48-49)
*Rector del Santuario de la Santísima Cruz de los Milagros
Nuestra historia Itatí-Schoenstatt
Autor: Hugo López Manzur, Instituto de Familias de Schoenstatt.
Corría el año 1528, un 28 de febrero, cuando la expedición comandada por Sebastián Gaboto llegó a un poblado aborigen a orillas de Río Paraná llamado aldea “tava” o casas del cacique Yaguarón. El lugar fue bautizado como Santa Ana. Fue en ese lugar donde se construyó el primer oratorio de la imagen que llevaría más adelante el nombre de nuestra señora de Itatí.
Años después esta población se trasladaría a un lugar cercano que llevaría el nombre de “Pueblo de indios de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí”, lugar donde hoy se erige el trono de gracias, la Basílica de la virgencita morena.
Ella, nuestra Madre, brindó maternal cuidado a todos sus hijos y lo sigue haciendo. Los milagros implorados al buen Dios por su intersección fueron sucediendo de modo asombroso a lo largo de la historia.
Pasaron los años hasta que un tres de febrero de 1588, unos kilómetros más al sur, en la orilla este del Río Paraná, en un lugar llamado “Arazatí” se fundó el poblado que bautizaron con el nombre de Juan de Vera de las siete Corrientes.
Como protección de los primeros pobladores ante los frecuentes ataques de tribus que defendían su territorio con ferocidad, construyeron una empalizada y entronizaron en el lugar una cruz de urunday, la que sería protagonista del milagro fundacional: “La Santísima Cruz de los Milagros”
Es así que providencialmente en esta tierra correntina, desde su génesis se plasman dos iconos, signos que atraviesan toda su historia y dan origen a su identidad.
Tierra adoptada por la Pura y Limpia Concepción como maternal posesión suya y que, a la sombra del madero sagrado, la Santísima Cruz de los Milagros abre sus entrañas a un pueblo donde el aborigen y el extranjero tejen una historia de encuentros, verdadero milagro de la Santísima Cruz y encarna en su identidad de una manera sencilla y silenciosa, como ley de Belén, un amor a María que se sostiene a lo largo de siglos.
La cultura del arraigo mariano identifica a este terruño correntino, inconfundiblemente “Tierra de María”.
Pobladores de todos los rincones acuden a su trono en Itatí y las peregrinaciones se van multiplicando, convirtiéndose en ríos de vida creyente. Peregrinos acuden filialmente para pedir, agradecer, o simplemente saludar a la Reina, quien desde la orilla del majestuoso Paraná, acoge, transforma y empuja a sus hijos.
La fertilidad mariana de esta tierra correntina permitió que la semilla de Schoenstatt encuentre un terreno fecundo. En la década de 1970 un joven Héctor Pérez Olibrio, quien años más tarde sería miembro de la Federación de Presbíteros de Schoenstatt, al regresar de una jornada en Bella Vista, Chile trajo tierra del Santuario Nacional y lo depositó a los pies de la tiernísima Madre de Itatí.
Años más tarde fue nombrado párroco de Cristo Obrero, una zona muy extensa de la capital correntina, y enterró medallas de la tres veces Admirable en todo el ámbito parroquial.
Hoy en uno de esos lugares se encuentra una ermita y se erige una capilla que lleva precisamente la advocación de Nuestra Señora de Schoenstatt, con una rica historia para el Movimiento.
Itatí y Schoenstatt se encuentran estrechamente ligados por una sangre de peregrinos.
En el “humus” mariano que caracteriza a la tierra correntina, no fue difícil que la Campaña del Santo Rosario de la virgen Peregrina se extendiera de una manera fecunda. Las “abejitas obreras” de la Mater llegan a numerosos hogares, y en la historia reciente, se han erigido numerosas ermitas no solo en la capital, sino en lugares remotos del interior provincial.
De ese río humano de peregrinos surgió el movimiento organizado en estas tierras que, con su accionar apostólico, ha podido lograr una inserción eclesial sostenible.
La identidad mariana del Correntino expresada vivencialmente en el inconfundible amor a la Mater, ha echado raíces profundas en nuestra historia, una historia de encuentros. Y hoy sin estridencias, con un denodado esfuerzo y enorme capital de gracias, la familia de Schoenstatt construye un nuevo trono de gracias: el Santuario Filial de Corrientes.
Como en Itatí la historia de amor con María se vuelve a repetir una vez más aquí en “Tierra de María”, lugar donde se construye el futuro Santuario.
La tiernísima madre de Itatí, abre sus manitos de timbó para llevar a sus brazos al niño Dios y transformarse en la Tres veces Admirable, nuestra Señora de Schoenstatt, para dar cobijo, transformar los corazones y lanzarnos con amor de madre a llevar a su hijo Jesús a cada rincón de Corrientes y toda la región.