Coronación en el Cenáculo
Querida Familia de Schoenstatt,
Vivimos nuestra Alianza de Amor en tiempos del corona-virus. Con este título nos dirigimos como Presidencia Internacional de Schoenstatt a todos ustedes a comienzos de la cuarentena en muchos países. No sabíamos y aún no sabemos cuánto ha de durar. Experimentamos ya muchas consecuencias dolorosas, enfermos, difuntos, muchísimas personas afectados por los efectos económicos y a causa de la cuarentena, soledad, miedo, depresión e incluso desesperación. También nos admiramos de gestos de solidaridad y generosidad, gestos muchas veces heroicos. Muchos no pueden ir a las Iglesias, pero se vuelven más a Dios, buscan y redescubren en Dios un nuevo sentido – el verdadero sentido de sus vidas. No desaparece el dolor y la cruz, pero se ven destellos de la Pascua que animan nuestra esperanza en ese Dios, que en la resurrección de Cristo se nos reveló definitivamente como Dios de la Vida.
Son tiempos de incertidumbre, de miedo y de desvalimiento. La humanidad se siente impotente ante este enemigo invisible. Al experimentar nuestra impotencia reconocemos el poder de Dios. Esto es lo que muchos han expresado en este tiempo con un acto muy familiar para el movimiento de Schoenstatt: la coronación de la Santísima Virgen, nuestra Madre y Reina.
Muchas personas y Familias de Schoenstatt de distintos países han coronado a María, especialmente como Reina de la Salud del cuerpo y del alma. Así lo hicieron en estas últimas semanas las Familias de Schoenstatt de Ecuador, de Paraguay y de otros países. Muchas familias coronaron a María en sus santuarios del hogar el pasado 15 de abril, 2020, gracias a
la iniciativa “coronamater”: ¡ese día hubo más de 150.000 conexiones al Santuario Original! Algo similar realizó el movimiento de Schoenstatt de Alemania el día de Alianza, el 18 de abril de 2020.
La coronación es expresión de nuestra necesidad e impotencia, pero sobre todo de nuestra confianza en María, “su poder y su bondad”, en su bondad de Madre y su poder de Reina. Ella quiere manifestarse como nuestra salud y salvación, nuestra vida y nuestra esperanza. Así nació esta corriente – casi podríamos decir esta costumbre ya – de coronar a María en Schoenstatt. Fue fruto de nuestra impotencia en situaciones extremas: la primera coronación en el Santuario Original fue en 1939 al empezar la segunda guerra mundial. El himno de la Familia (“Protéjanos tu manto…”) surgió en ese momento. Desde entonces la llamamos Madre y Reina tres veces Admirable de Schoenstatt. Hoy se trata de una guerra contra un virus invisible.
Más tarde, en otra hora crítica de nuestra historia, el P. Kentenich coronó a la Virgen como Reina de nuestra Misión, precisamente en la fiesta de Pentecostés de 1949 en Bellavista, Chile, pocos días después de aquel memorable y decisivo 31 de mayo que pasó a ser el tercer hito de la historia de Schoenstatt. Se trataba de la misión de María en esta época, de la misión del pensar, amar y vivir orgánicos en la plasmación de una nueva cultura. En un momento muy especial, el 18 de enero de 2018, último día de la visita del Papa Francisco a Chile, esa corona del Santuario de Bellavista fue robada, la misma corona que colocó el P. Kentenich. Precisamente en medio de una dolorosa crisis de la Iglesia chilena y luego de la sacudida por el estallido social del último año, la Familia de Schoenstatt de Chile vio en este acontecimiento el desafío de asumir nuevamente – con humildad y compromiso – la misión y devolverle la corona a María. Este próximo 31 de mayo de 2020, fiesta de Pentecostés, la Familia chilena quiere coronar nuevamente a María, como el P. Kentenich en aquel entonces, como Reina de la Misión.
Por ser un hecho tan unido al tercer hito y por eso a toda la Familia de Schoenstatt en el mundo entero, nos invitan a unirnos a ellos. La pandemia del corona-virus hace esta coronación más significativa y actual que nunca para todos: todos queremos reconocer nuestro desvalimiento y renovar nuestra confianza en nuestra Reina. Esta pandemia ha cambiado el mundo, ha puesto de manifiesto que un modelo antiguo se agotó. No sabemos cómo será el mundo y nuestra vida después del corona-virus – pero serán distintos. Y creemos que María tiene una tarea en la gestación de este nuevo mundo. Una nueva mentalidad y un nuevo estilo de vida orgánico y solidario han de marcar una “nueva normalidad”. Por ello la coronamos a María, Reina de la Misión, y nos entregamos a Ella como aliados e instrumentos para su misión. Todos estamos invitados a unirnos desde nuestros lugares. El 31 de mayo 2020, a las 15 horas en Chile, se celebrará la coronación en el Santuario de Bellavista, a la que podemos unirnos online (más adelante nos comunicarán el link). Desde el santuario Original estaremos también conectados.
Queridos hermanos en la Alianza, empezamos el mes de mayo. En muchos países es el mes de María. El Papa Francisco nos recomienda especialmente rezar el Rosario en familia. En Schoenstatt fue desde los comienzos un mes especial, un tiempo de gracias y un tiempo de entrega. Recordemos las “Flores de mayo” con que José Engling expresaba sus contribuciones al Capital de gracias de la MTA en el Santuario. Iniciamos un mes de mayo muy especial. El 20 de mayo próximo serán 75 años del regreso del P. Kentenich de Dachau: ese día fue recibido con el “Cántico de gratitud” (HP p. 203ss) que había compuesto tiempo antes: “¡Cayeron las cadenas!”.
Invitamos a toda la Familia, en sus distintas comunidades, ramas y países, a coronar a María este próximo 31 de mayo, Pentecostés, como Reina de nuestras vidas, Reina de la misión, Reina de la Salud de cuerpo y alma, Reina del mundo entero en esta difícil hora.
En nombre de la Presidencia Internacional de Schoenstatt,
P. Juan Pablo Catoggio