Es el Señor – Ordenación sacerdotal de Santiago Ferrero

Es el Señor – Ordenación sacerdotal de Santiago Ferrero

Autor: Juan Molina

 

En la tarde del sábado 28 de julio en la Catedral de la ciudad de Córdoba, fue ordenado sacerdote Santiago Nicolás Ferrero Arinci por manos de Mons. Franciso Pistilli, el Pa’i. Estuvieron presentes decenas de hermanos de comunidad y cientos de familiares y amigos que colmaron la capacidad de la Catedral. Todo el pueblo reunido pudo ser testigo de un auténtico acontecimiento de la Gracia que se podía percibir en una atmósfera religiosa, de alegría y profundidad espiritual. El lema de ordenación escogido por el ahora padre Santiago nos ofrece una correcta hermenéutica para entender este fenómeno: “Es el Señor”.

Camino

El largo camino a este día encontró a Santiago viviendo en Paraguay, Brasil, Chile, Alemania, Italia y Argentina. Años de hacer camino dejando atrás su Córdoba natal para caminar hacia el mundo entero y regresar a ese lugar para este añorado momento de la ordenación ¿Mucho? ¿Demasiado? Es el Señor. Sólo Él justifica, motiva y da sentido a este arduo camino. Desde aquí tuvieron especial eco las palabras de quien fuera su Maestro novicios y hoy es Obispo de Encarnación: “Los discípulos sin su Señor no tienen nada. No tienen nada qué comer, no pescan nada, solamente tienen la noche, su hambre y su desnudez. Hasta que Cristo aparece y de nuevo lo tienen todo”. El testimonio que dice e irradia el mismo Santi da cuenta de esto: evidentemente se ha encontrado con el Señor, con su Señor.

Una tierra que no tiene fronteras

La emotiva celebración pareció hecha a la medida de su segundo protagonista; segundo, porque el primero “Es el Señor”. Por eso quienes acompañamos a Santiago en este camino y nos alegramos por su vida, pudimos reconocer detalles, guiños, códigos, que nos hablaban de él. Por eso no fue casual cantar al empezar y soñar con “una tierra que no tiene fronteras sino manos que juntas formarán una cadena más fuerte que la guerra y que la muerte”. Por eso mismo la Catedral tuvo una singular mezcla de solemnidad con una cálida acogida que daba lugar a todos. Por eso mismo el coro deslumbró a todos con sus cantos que daban cuenta de una larga preparación de trabajo alegre. Al final de este camino, es potente ver que tantos años de formación no han ido en detrimento de quien Santi es. Es él.

Mi lugar en el mundo

En esa misma sintonía estuvieron sus dos primeras misas del día siguiente. La primera en el Santuario que Santi definió: “mi casa, mi lugar en el mundo” y la parroquia Cristo Redentor, donde estuvo haciendo su práctica diaconal y continuará hasta fin de año. En el mismo Santuario donde hoy convierte el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Jesús, Santiago junto a otros dio forma a proyectos concretos capaces de movilizar a la juventud. Las misiones de verano GM (Gaudium Mariae), son la mayor prueba. Ahí mismo despertó su vocación y fue acompañado por el P. Marcelo Gallardo, el mismo que lo ayudó a revestirse. Es él.

Manos que bendicen, perdonan y consagran el pan y el vino

La historia de la vocación parece ser la historia del encuentro de un hombre con su Señor, quien lo invita a seguirlo para ser él mismo. La radicalidad del encuentro opera de una manera tan misteriosa en que ninguno deja de ser sí mismo, pero al mismo tiempo no quedan indiferentes. Así lo humano y lo divino se juntan, se mezclan y por momentos hasta se podrían confundir. Las mismas manos que vimos dibujar, pintar y hacer bosquejos son ahora manos que bendicen, perdonan y consagran el pan y el vino. Son las manos de Santi, son manos de Dios. Son manos del sacerdote. Maravillosa realidad del sacerdote, del que es puente entre Dios y los hombres, del que es tierra -¿barro tal vez?-y cielo despejado. En eso se convirtió Santi y también un poco todos nosotros, testigos del Cristo que pasa.

Es él.

Es el Señor.