La Mater en Malvinas
Autor: Pablo “Capitán Cruz” Carballo, ex combatiente de la Guerra de Malvinas.
La recuperación de nuestras Islas Malvinas recibió el nombre clave de “Operación Rosario” pues el Capitán de Fragata Santiago de Liniers, en la primera invasión inglesa de 1806, prometió a la Virgen del Santísimo Rosario, en la Iglesia de Santo Domingo, que si vencía a los ingleses le ofrendaría las banderas tomadas en combate, y luego de la victoria, dejó cuatro de ellas a sus pies.
Durante la segunda invasión inglesa de 1807 los ingleses las recuperaron pero, luego de ser derrotados nuevamente, fueron nuevamente colocadas a los pies de la Virgen, en donde aún permanecen.
En homenaje a este acontecimiento se bautizó así a la Operación de recuperación de esta parte de nuestro territorio, que nos fuera arrebatado por la fuerza el 3 de enero de 1833 por Inglaterra; Reino que, a través de su historia, se apoderó de noventa territorios del mundo por intereses estratégicos, de poder o por intereses económicos; para luego inventar algún derecho soberano, amparado en la razón de la fuerza.
Participaron de esta gesta Personal de las tres Fuerzas Armadas y de las Fuerzas de Seguridad, con el apoyo de buques y aviones civiles y del pueblo argentino.
La Campaña duró 74 días, dos meses y medio en los cuales hubo muchos hechos heroicos realizados por amor a la Patria, sin odiar al enemigo y con un Rosario al cuello.
Pero la gran protagonista fue la Virgen, siempre empeñada en acercar almas a su Hijo Jesús.
Hubo varias imágenes que fueron llevadas al combate, inclusive alguien me dijo que una de ellas quedó oculta en Malvinas, con el propósito de devolverla a la luz cuando sean recuperadas las Islas Malvinas definitivamente.
Junto con los combatientes fueron al sur Sacerdotes que los acompañaron, apoyaron, confesaron y ofrecieron Misas que fortalecieron a los que volvieron y también a los que quedaron como mojones de soberanía, de guardia eterna en las Islas. Nunca vi tanta gente acercarse a la Confesión, a la Comunión, apretando su Rosario blanco en las manos.
Dicen que el Rosario es una escalera que lleva al Cielo, ya que Jesús no quiere decirle a su Madre que no, como hizo en las bodas de Cana: Y, como faltara el vino, le dice su madre a Jesús: «No tienen vino». Jesús le responde: «Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? Todavía no ha llegado mi hora». Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga».
Jesús dijo que aún no había llegado su hora pero luego accedió, ante la intercesión de su Madre; pero Él no hace nada sin una razón, y lo hizo porque quería que supiéramos que la Virgen María siempre intercederá por nosotros y que Él la escucha.
Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano puso su bastón de mando a los pies de la Virgen de la Merced y eligió los colores de la bandera, inspirado en los colores del manto de la Virgen de Luján, como lo dice el Sargento Mayor Carlos Belgrano, uno de sus quince hermanos.
El General San Martín, por su parte, eligió como Patrona del Ejército de los Andes a la Virgen del Carmen de Cuyo, y hacia rezar el Rosario todos los días.
En Malvinas se veía a la imagen de la Virgen custodiando las almas de sus hijos desde alguna piedra que le servía de pedestal, mientras la acariciaba el viento helado de nuestro Mar Austral.
Sabemos que la Virgen María es una sola, que tiene diferentes advocaciones y que, muchas veces, aparece con características, en sus rasgos, similares a los de los habitantes de la región en que se hizo presente, para que sus hijos la sientan más cercana.
En el caso de los que se cobijan bajo el Santuario de Schoenstatt y tienen como guía al Padre José Kentenich, es conocida como la “Mater ter Admirabilis”.
Nadie puede llegar a comprender lo que sentían los pilotos al entrar al ataque, en un pequeño avión, contra las fragatas inglesas; viendo que todo estallaba a su alrededor y que el agua danzaba frente a sus ojos, producto de las esquirlas de los cañones de los buques; mientras iban solos en esa pequeña cabina, pero no estaban solos, la Mater era su copiloto.
Capitán “Cruz”