Las chicas argentinas en el Santuario Original: amor de juventud
Autoras: Guadalupe Fernández Balut
Un grupo de 12 chicas argentinas viajó para participar de la Jornada Mundial de la Juventud y del Encuentro Internacional de la Juventud Femenina que se realizó en Schoenstatt, Alemania. Vivieron días de profunda espiritualidad y emociones a flor de piel. En esta nota nos cuentan cómo fue para ellas conocer el Santuario Original.
¿Se puede amar un lugar que no se conoce? Les ahorramos las dudas, ¡sí y recontra sí! Ese lugar es Schoenstatt: tierra de gracias, hogar en cualquier parte del mundo, cuna de santidad.
Este viaje comenzó hace mucho tiempo, cada una desde su diócesis anhelaba conocer la tierra amada y eso fue lo que nos unió. Todas diferentes, algunas de Buenos Aires, un par de Salta, Corrientes, Mendoza y Córdoba. Nos conocíamos poco y nada pero ser JF y saber que la Mater nos acompañaba era suficiente para emprender viaje.
Llegamos a Schoenstatt con muchas dudas, con ganas de conocer hasta el último rincón. No entendíamos cómo funcionaba y con qué nos íbamos a encontrar. “¿Por qué hay 12 santuarios en un mismo lugar? ¿Por qué nos hablan de valles, montes, casas, etc.? ¿Qué quieren decir todas esas palabras en alemán?”. La única certeza era que Dios estaba ahí, esperándonos.
Y así fue, cada día era un nuevo juego de escondidas con Dios. Lo encontramos en las hermanas que nos recibieron con tanto amor, nos abrieron las puertas de su hogar y nos contaron miles de anécdotas del Padre. También en cada comunidad que nos recibió preparándonos un lugar para que nos sintiéramos como en casa. Dios estaba en cada joven que también había peregrinado a Schoenstatt con el mismo anhelo que nosotras, en la naturaleza que rodeaba cada santuario, en las misas internacionales, los voluntarios que ayudaron y en absolutamente todos los rincones. Claro está que fueron días llenos de gracia y más gracia. La felicidad desbordaba nuestros corazones y se escuchaba “este es el lugar de mi amor, mi jardín, mi eterna posesión”.
En Schoenstatt encontramos al Padre Kentenich en vida, ¡lo veíamos por todas partes! Todo lo que alguna vez habíamos leído o escuchado de él se queda corto comparado con lo que descubrimos en su tierra. Fue pasar unos minutos en su tumba o con alguien que lo había conocido y ver que sus ojos irradiaban su amor para entender que realmente es nuestro padre y profeta. Al fin lo vivenciamos en carne propia ¡él es transparente de Dios! Queríamos realmente comprometernos con su misión y ser sus hijas. Y así fue, el 24 de julio por la noche subimos a la Iglesia de la Adoración, donde se encuentra la tumba del Padre. Juntas cantamos, rezamos y le escribimos nuestra carta expresándole el deseo de ser sus hijas amadas para así, terminar sellando nuestra Alianza Filial. ¡Qué momento! Ahora el padre nos educa y acompaña, su herencia es nuestra misión y eso se sintió muy presente en el resto de los días.
Tuvimos la corona del Santuario Original en nuestras manos, repito, LA CORONA DEL SANTUARIO ORIGINAL. En ese momento cada una depositó en ella aquello en lo que quería que María reine en su vida y una vez más le expresamos “¡somos tus coronas vivas!”. Esa corona ya no es la misma, ahora carga con el anhelo de cada JF. Un pedacito del Santuario Original nos pertenece. “Inmaculada construye en mí tu reino”.
Si hay una palabra que definió esos días fue “profundidad”. Siempre había alguna que proponía rezar el rosario al Espíritu Santo que nos habían regalado las mujeres de Federación, cantar una canción o leer una oración del Hacia el Padre. Llevamos con nosotras cada intención y persona que se nos había confiado; se podría decir que en ningún momento faltó la oración. Llegábamos tarde a la casa para prepararnos un té y que empezara la charla, “¿qué fue lo más lindo del día? ¿Qué descubriste hoy?”. Y así esas chicas desconocidas se volvieron hermanas en la fe.
Como bien argentinas que somos, éramos 12 pero nos decían que parecíamos 40. La remera, la cartera y el pañuelo que nos había preparado la Hermana Juana María nos delataban; se nos reconocía a lo lejos, entre canciones, gritos, banderas y mucha alegría. Eso sí que nos gusta y nos caracteriza:
“Muchaaachas, ya llegamos al Santuario Original,
con el Padre y con la Mater camino a Portugal.
Y al Papa que nos lo vamos a encontrar, que siempre bendiga Schoenstatt
por las manos del PK”.
Mamá pato y sus patitos: donde estaba la Hermana ahí íbamos nosotras. Ya nos culpaba de no poder tener tiempo a solas con Jesús. “Rezá con nosotras” era nuestra respuesta. Tener la oportunidad de vivir este viaje con su compañía fue para nosotras un gran regalo y nos permitió aprender de ella en cada momento, pero sobre todo encontrarnos una Hermana que descubría con nosotras la inmensidad de Schoenstatt fue entender que la realidad de las Hermanas de María no está tan lejos de la nuestra.
Nunca mejor dicho: Schoenstatt – lugar hermoso. Claro está que conocerlo es un gran regalo, pero conocerlo rodeadas de tantos jóvenes, países y distintos idiomas no tiene palabras. En estos días se dejó al descubierto aquello que ya sabíamos pero que no siempre es tan palpable: ¡somos una gran familia internacional, Schoenstatt es hogar, hay un lugar para cada uno!
“Que tu vida no termine sin antes pasar por Schoenstatt”.
Vaters Schmetterling 2023
En las fotos: María Paz Ortiz, Luisina Bellini, Macarena Vidal Harris, Guadalupe Fernández Balut, Sofia Sicardi, Bianca Bellini, Jazmin Briatore, Lucía Romero, Justina Rohner, María Paz Traversi, Belén Valdemoros, Candelaria Gotardini, Hermana Juana María