Siendo Cristo vivo, encendemos corazones marianos
Autor: Ana Vargas, Juventud Femenina de San Luis
Servus Mariae, en español “Siervo de María”, es una misión que se desarrolla en Villa Mercedes, San Luis, desde hace dos años. Este año se realizó del 14 al 20 de julio. Contó con la participación de alrededor de 65 jóvenes de distinta procedencia, entre ellas: San Luis, Córdoba, San Juan y Mendoza.
El lema que guió la misión: “Siendo Cristo vivo, encendemos corazones marianos”, se supo hacer carne en todos los misioneros. En cada taller, en las visitas a las casas, las misas y adoraciones, y en los cantos fuimos testigos de cómo se encendía en cada uno esa llama de amor que te motiva a querer contagiar el amor de Dios y la Mater.
Además, lo teníamos presente constantemente ¿para qué? Para tomar conciencia de que todos somos instrumentos de Dios y de la Mater, siervos de María. Estamos llamados a ponernos la camiseta y salir a demostrar ese amor que hemos experimentado, que nos llevó a decir que sí a participar de la misión. Un pequeño sí que permitió que sucedieran tantas cosas lindas en cada uno de los que por allí pasó.
Fue una experiencia súper reconfortante en muchos aspectos. Cada detalle estaba preparado para que profundicemos en nuestra espiritualidad. Desde las charlas hasta las canciones, todo nos permitía tener un mayor acercamiento a Dios y a la Mater. Fueron 7 días en los que se pudo vivir plenamente un ambiente schoenstattiano. Te sentías rodeado de personas y situaciones en los que se reflejaban Dios y María, y se podía sentir ese ambiente familiar que tanto caracteriza a este carisma. A su vez, contamos con charlas que también nos posibilitaron poder crecer en el conocimiento de este gran movimiento.
Confianza, misericordia, autenticidad, entrega y fidelidad fueron las virtudes que meditamos en los días de misión. En cada día las lecturas, las dinámicas y las oraciones te ayudaban a meditar una virtud, a verla presente en tu vida y pedir crecer en la misma.
Además de misionar, en la zona en la que estábamos, se desarrollaron actividades como talleres de niños y talleres para jóvenes. Si bien no participé de los mismos, en aquellos que si lo hicieron se reflejaba mucha alegría. En estas actividades, a partir de juegos y charlas, los misioneros fueron atrayendo más corazones hacia Dios, demostrando lo lindo que es dejarse amar por Él.
A su vez, se realizaron visitas a un geriátrico de la ciudad. Fue una experiencia hermosa que supo transmitir a los que asistieron el valor inapreciable de la vida, y recibir la sabiduría y alegría de los que allí residían. A partir de conversaciones, cantos y oración se vivieron tardes muy especiales junto a los abuelos.
A todos lados íbamos con la imagen peregrina de la Mater y es impresionante como María convoca a cada vez más gente. Con uno de mis compañeros de misión tuvimos la experiencia de ir caminando y que una señora nos detuviera simplemente para ver a la Mater. Pudimos conversar con ella y nos contó de su profundo amor a María. En el geriátrico, muchas abuelas se detenían por un momento a apreciar la imagen de María ¡y hasta una nos pidió que le regalemos la peregrina!
Desde estas pequeñas cosas es que veo cómo va creciendo el Movimiento de Schoenstatt, donde la gente se siente atraída por esa mirada maternal de María y se deja convocar por Ella.
Por último, los invito a todos los jóvenes que puedan participar de esta o de otras misiones de Schoenstatt ¡no se van a arrepentir! Un pequeño paso nos puede llevar a lugares impensados, donde María quiere conducirnos. Solo necesitamos confiar como niños y dejarnos llevar por Ella, quién con Jesucristo, nos guían a Dios siempre. Seamos valientes y a animarse a seguir creciendo cada día en su compañía.
Ana Vargas
Juventud de Schoenstatt de San Luis