Carta de alianza marzo 2022

Carta de alianza marzo 2022

Querida familia de Schoenstatt Argentina: 

¡Bendiciones en este día de Alianza!

Siembra cuaresmal

Ya estamos en la mitad del camino cuaresmal. El Papa Francisco, impulsándonos a vivir la Cuaresma usó la imagen de un tiempo de siembra[1]. Toda siembra sabe de esfuerzos. Preparar la tierra. Desmalezarla. Abonarla y fertilizarla. Para luego sembrar y esperar pacientemente la cosecha.

Saber esperar es otra gracia que necesitamos pedir. A veces, hasta cuesta más que el esfuerzo y el trabajo que hacemos. Pero es un seguro para que no creamos que la realidad es consecuencia directa de nuestro trabajo, sino del actuar de Dios.

Preparamos la tierra de nuestro corazón para cosechar la salvación en la próxima vigilia pascual. Esa noche, brotará nueva vida que se tornará en fruto abundante en Pentecostés, fiesta de las cosechas de la tradición judía.

Es necesario abrir la tierra. Por el desgaste y el pisoteo, la tierra se endurece y apisona, cerrándose así a la lluvia. El agua ya no puede penetrarla. Se cierra y se reseca. Nos pasa a menudo cuando cerramos el corazón al actuar de Dios y al vínculo con nuestros hermanos. Muchas veces no lo queremos así. Pero ocurre sin que lo percibamos. Con las pisadas del día a día nos vamos cerrando y endureciendo. Aunque nos llueva el amor de Dios, no tenemos la capacidad de absorberlo.

Desmalezarla. En nuestra alma pasa de todo. Crece trigo y cizaña (Mt 13). El Señor deja que así sea. No se complica demasiado. Quizás, algunos de nosotros, sí. Queremos erradicar enfermizamente la cizaña porque deseamos una cierta impecabilidad, proyección más de nuestro perfeccionismo que de nuestro amor al Señor. Otros, nos entregamos y entusiasmamos con la cizaña porque crece más rápido y a simple vista parece ser trigo. Finalmente, se produce la desilusión. El pecado no es fecundo en nuestra alma sino todo lo contrario. Nos debilita y enferma.

La Palabra de Dios, semilla y agua a la vez

“Es semilla que arraiga si cae en buen terreno; que trae fruto centuplicado sí penetra hondo en los corazones” (HP, 56)

Dios nos dice:

“Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar…así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé”. (Is 55,10-11)

Cuaresma se nos ofrece como un tiempo de mayor encuentro con la Palabra de Dios. Es probable que en la vida del Movimiento no hayamos cultivado demasiado la lectura orante de la Palabra, aunque el pensamiento de nuestro fundador está firmemente asentado sobre ella. Por ejemplo, es numerosa la cantidad de citas e imágenes bíblicas que el “Hacia el Padre” tiene. Por más que así sea, ¡no nos privemos de beber nosotros mismos de la fuente de vida que son los textos bíblicos!

Vale aquí, a modo de tributo, recordarlo a nuestro P. Antonio fallecido días atrás y muy llorado por nuestra familia de Schoenstatt, quien nos decía: 

“El Evangelio tiene potencia para llenar de luz y de vida plena a cada hombre destrabando el poder negativo del temor”[2]

Hay otra relación entre nuestro Padre Fundador y la Palabra de Dios que surge cuando se observa el método de meditación de la vida kentenijiana y el método de la tradicional lectio divina. Son básicamente los mismos pasos[3], pero partiendo de lugares distintos. Una parte de la vida propia del creyente y la otra del texto bíblico. Ambos con el mismo objetivo: unir la vida de Cristo con la mía.

¡Nunca jamás guerra!

Sigamos rezando con insistencia por la paz. El Papa Pablo VI decía: 

“Nunca jamás los unos contra los otros; jamás, nunca jamás… Escuchad las palabras de un gran desaparecido: John Kennedy, que hace cuatro años proclamaba: «La humanidad deberá poner fin a la guerra, o la guerra será quien ponga fin a la humanidad» … ¡Nunca jamás guerra! ¡Nunca jamás guerra! Es la paz, la paz, la que debe guiar el destino de los pueblos y de toda la humanidad.”[4]

El Papa Francisco en su encíclica social Fratelli Tutti también nos advertía de la guerra, citando al libro de los proverbios: «En el que trama el mal sólo hay engaño, pero en los que promueven la paz hay alegría». Y continuaba diciendo: “Sin embargo hay quienes buscan soluciones en la guerra, que frecuentemente «se nutre de la perversión de las relaciones, de ambiciones hegemónicas, de abusos de poder, del miedo al otro y a la diferencia vista como un obstáculo». La guerra no es un fantasma del pasado, sino que se ha convertido en una amenaza constante.”[5]

Ante esta realidad, los invito a pedirle a Dios por toda la humanidad. Que vuelva la paz, que cese el fuego en Ucrania y en todos los lugares donde hay guerras. Pidamos por todos los fallecidos, consuelo y esperanza a sus familiares que permanecen y sufren estas pérdidas.

Que no se levante nunca más la mano armada el uno contra el otro. ¡Qué tu amor Señor nos rescate de nuestras miserias y guerras! Que tu actuar toque los corazones de aquellos que tienen poder de decisión en esta encrucijada. Pongámonos a disposición de Dios y de María para que hagan de nosotros, instrumentos de paz, tal como rezamos en la conocida oración de San Francisco[6].

Como argentinos, los que ya tenemos algunos años sabemos en carne propia el dolor que la guerra produce. Estamos prontos a conmemorar los 40 años de Malvinas. Vaya para todos los caídos en batalla y sus familias nuestro recuerdo y oración.

La Cuaresma nos lleva a la preparación de Semana Santa y en varias diócesis habrá misiones. Nos unimos en el espíritu misionero como familia argentina en este tiempo de gracias donde queremos profundizar nuestro amor a Dios y compartirlo con los demás. Les deseo una bendecida Cuaresma y la protección de San José, a quien mañana celebramos.

Quedamos en eso, permanecemos fieles.

P. Pablo Gerardo Pérez

Director Nacional

Movimiento Apostólico de Schoenstatt Argentina


Compartimos el link del video de Alianza de marzo 2022: https://youtu.be/rga5tM_APfM


[1] Papa Francisco, mensaje de cuaresma 2022.

[2] P. Antonio Cosp, La vida es una fiesta, pág 24

[3] Los pasos de la lectio divina y de la meditación kentenijiana son básicamente los mismos:

  • Visualizar el acontecimiento (perícopa de la Palabra de Dios/ o algo que he vivido)
  • Interpretarlo (que me dice Dios a través de su Palabra o de lo vivido)
  • Reposar en lo que se moviliza en mi
  • Responderle a Dios
  • Actuar en consecuencia

[4] Discurso de Pablo VI ante la ONU en el año 1965

[5] Francisco, Fratelli Tuti, 256

[6] “Haz Señor de mi, un instrumento de tu paz…”