Jóvenes en misión, un hit del verano
Nos enorgullecen nuestros chicos y chicas que cada año destinan parte de sus vacaciones a llevar a Jesús y a la Mater a cada rinconcito del país. Acá te compartimos tres testimonios que transmiten todo el fuego que enciende sus corazones y la alegría de vivir la aventura de ser apóstoles.
Misión Ignis Mariae: el mejor estado del hombre
Autor: Josema Sanguinetti – Juventud Masculina de Salta
Misionar es el mejor estado del hombre. Una frase que escuché hace mucho tiempo en unas misiones familiares y, cada vez que voy a Ignis Mariae, la comprendo un poco más. Esta misión de las juventudes de Salta y Tucumán, en la que desde el 26 de diciembre al 4 de enero nos convertimos en los pies de nuestra Mater, es especial. Es especial porque es la única de Argentina en la que dos provincias la organizan. Es especial porque nos internamos en el calor de Tucumán. Es especial porque de repente más de 240 locos se suman a llevar a la Mater a muchos pueblos que necesitan de Ella, que necesitan de Su Hijo.
Misionar es el mejor estado del hombre porque es un estado de servicio. De convertirse en instrumento puro de Dios. Porque Dios nos da la posibilidad de dejar de lado nuestros problemas, nuestras preocupaciones, para ser siervos de Él. Y de esa forma podemos amar al prójimo como Él nos pide que amemos. Porque, sin intención, ayudamos a llevar un pedacito del cielo a la tierra. Y ese estado de servicio nos enciende los corazones. Es por eso que el nombre de esta misión es tan acertado. Porque el fuego de María arde en cada uno de esos misioneros que se mandan 10 días con gente de otra provincia, que quizá ni conocen, a compartir una experiencia repleta del Espíritu Santo. Durmiendo en el piso, bañándose como se puede, algunos en pueblos sin señal, desconectados completamente del lío pero conectándose completamente con el prójimo.
Porque misionar es el mejor estado del hombre. Y en un tiempo en el que las corrientes del mundo llevan a la juventud a alejarse de Dios, en esta misión nos decían “Ánimo, levántate. Él te llama”. Nos pidieron que no nos dejemos estar, que no nos dejemos ganar por la tristeza. Que siempre Él nos va a estar llamando. Con distintas figuras de los discípulos de Cristo, como María Magdalena, Bartimeo, Juan y Pedro, nos iban mostrando que Jesús es amigo nuestro, que Jesús nos motiva, que Jesús está acá, en el prójimo. Y eso quisimos hacer en los pueblos de Trancas, Choromoro, Benjamín Paz, San Pedro y Chuscha. Mostrarle a la gente de nuestro alrededor que Jesús nunca nos deja tirado, sin importar lo que pase. La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Ignis Mariae es un regalo de nuestra Madre, que quiere que llevemos el mensaje de su hijo a todos lados. Es por eso que todos los años, hace ya casi 20 años, que nos la jugamos por ella. Y, cuando las fuerzas en esos 10 días no dan más, solo hace falta mirar al costado y ver como alrededor de uno hay gente dispuesta a ayudarte a levantarte, a seguir misionando. Estos locos que cuando les pedía que salten, lo hacían, que trabajaban en el servicio al pueblo desde el silencio, sin buscar reflectores, y motivan a ser mejor hijo, mejor siervo. Espero que cada vez más gente se anime a vivir la locura de amor que es Ignis Mariae, porque no hay palabras suficientes para describir lo que uno vive ahí. Misionar es el mejor estado del hombre.
Misión MTA, “Ven y verás”
Autor: P. Juan Molina
Como desde hace 23 años, del 26 de diciembre al 4 de enero, jóvenes universitarios de Buenos Aires llevaron adelante la Misión MTA. En esta oportunidad la misión se realizó en la localidad de Carlos Casares en la Diócesis de 9 de Julio. Participaron más de 200 jóvenes convocados desde los santuarios de Confidentia, Belgrano, San Isidro y Pilar.
En el mes de septiembre empezó la organización. Concluido el ciclo misionero en Balcarce, fue momento de buscar un nuevo lugar de misión. A partir de algunas puertas abiertas, la Mater los llevó a la Diócesis de 9 de Julio. Puntualmente a la localidad de Carlos Casares para acompañar a la parroquia local y a otros pueblos de la zona para dar inicio a un nuevo ciclo misionero. Después de las necesarias visitas de avanzada y del buen diálogo con el p. Horacio Lento, párroco local, se formó el equipo de más de 40 encargados que llevaron adelante la misión. Posteriormente fue tiempo de convocatoria del resto de los misioneros a través de rodajes por comunidad entre octubre y noviembre. Todo ese camino de preparación empezó a dar sus frutos desde el 26 de diciembre.
El lema que acompañó la misión fue “Ven y verás”. Siguiendo el Evangelio de San Juan y el inicio de la predicación de Jesús, fueron llamados a anunciar la presencia de Jesús y de la Mater a través del testimonio. Al mismo tiempo, fueron impulsados a descubrir cómo Jesús y la Mater ya los estaban esperando para estos días de misión y de encuentro en la fe que nos renuevan. Signo elocuente de ello fue descubrir que muchos de los hogares habían sido visitados por la Peregrina algunas décadas atrás y que por distintas situaciones, esas visitas se habían discontinuado.
La misión MTA es el modo en que muchos jóvenes del Movimiento salen a llevar esa presencia de la Mater a través de la Peregrina que alegra nuestra vida. A la vez también es una gran oportunidad para que muchos jóvenes conozcan el Movimiento de Schoenstatt. Van los que quieren; van los que dan ese espacio en la agenda; van los que priorizan sobre otros -buenos- planes y alternativas. Esto hizo de MTA una misión plural, con un nivel de compromiso fuera de lo común y un espíritu religioso llamativo. Así se consolidó un grupo de más de 200 jóvenes misioneros, seis familias, cuatro padres de Schoenstatt, un padre diocesano y dos seminaristas. Todos repartidos entre seis comunidades.
El 31 a la medianoche todos los misioneros se reunieron para empezar el nuevo año juntos celebrando la Eucaristía presidida por Mons. Ariel Torrado Mosconi, obispo de la Diócesis de 9 de Julio. En la misa el obispo destacó: “La visita de los jóvenes misioneros renuevan la esperanza de las comunidades por su testimonio de generosidad, sacrificio y alegría”. Además destacó: “son una siembra que el Señor se encargará de hacer fructificar a su debido tiempo.”
Concluida la misión uno de los misioneros, Mirko Rodríguez destacó: “MTA es la confianza plena, la espiritualidad de la alianza, así nace Schoenstatt. No hubo apariciones, no hubo santos con S mayúscula. Hubo un trato, una promesa, te doy mi corazón y vos nos das el tuyo y el de tu hijo. La vida entera por la eterna”. Ven y veras, era el lema: “Fuimos y vimos. Jesús es muy bueno, cumple las promesas”, concluyó.
Pilar Durañona, otra de las misioneras, en un plano más personal agregó: “Esta misión me permitió ver verdaderamente. Me permitió encontrarme siempre abierta a sorprenderme y a seguir el espíritu que fue brotando día a día”. Y en general destacó que la misión permitió vivir con certezas de fe. “permanecer en un amor que es entrega desinteresadas, abandono al plan de Dios, alegría por saberse amado y en ese amor dejar que brote lo más auténtico de uno”. Finalmente, Pachi Ambroa resumió qué significó MTA: “Durante estos días la Mater nos invitó a cada uno a ser auténticos instrumentos de Ella y de Jesús. Estoy enormemente agradecida”.
Misión GM: “Con los pies en la tierra pero los ojos en el cielo”
Autora: Virginia Gazal – Juventud Femenina de Córdoba
El pasado 26 de diciembre hasta el 3 de enero se llevaba a cabo la misión universitaria GM “Gaudium Mariae” en la ciudad de Arroyito, provincia de Córdoba. Fueron 9 días de pura entrega y amor, llevando a María y su Hijo a todas partes.
230 jóvenes de Córdoba, San Juan, San Luis, Mendoza, Entre Ríos y Corrientes participamos de la misión y caminamos por las calles de Arroyito para ser evangelio vivo. Fuimos 7 comunidades, una de ellas conformada por profesionales, todos en unión de un solo objetivo, ser pies de María.
Es un poco difícil describir y explicar lo que vivimos esos 9 días. Siempre se preguntó ¿“qué es GM para vos?” Y cada vez que escuchaba una respuesta sentía que no bastaba. Cuando yo la tuve que responder tampoco pude describir esa inmensidad.
Pero un poco se acerca a la frase: “con los pies en la tierra pero los ojos en el cielo”. Con los pies en la tierra, saliendo de nuestro metro cuadrado que tanto nos enceguece. Saliendo al encuentro. Con los pies en la tierra y muchas veces en el barro. Ese barro que nos ensucia las zapatillas, ese barro que muchas veces esquivamos. En GM lo pisamos. Pisamos eso que no nos gusta ver. Realidades que están en la puerta del lado que sólo en esos 9 días nos animamos a tocar.
Con los pies en la tierra, caminando y caminando. Caminando sin parar, muchas veces con un compañero, que nos ayuda a que el paso a paso sea más leve. Los pies nos piden frenar, las piernas no dan más. Pero nosotros sabemos que tenemos que seguir caminando, llegando a más personas que realmente necesiten una mano. Necesiten un abrazo. Necesiten compañía.
Con los pies en la tierra, compartiendo con 30 desconocidos que en 9 días son tu familia. Bailando, saltando, cantando. Miradas cómplices, favores desinteresados, consuelo. 9 días que parecen una vida entera.
Con los pies en la tierra pero con los ojos en el cielo. Ese cielo que nos da esperanza, que nos regala amor y fortaleza. Los ojos en el cielo y en la más grande de todas, la primera que salió a la cancha por el otro y nos dejó esa tarea. Los ojos en el cielo, los ojos en María.
Los ojos en el cielo, regalando todo de uno, sin poder explicar de dónde sale. Sin poder encontrar cómo uno puede darse por completo, sin entenderlo. Los ojos en el cielo, los ojos en el Santu. Ese santuario que con un par de telas, caños y un aula es hogar para todos. Ese santuario que nos recibe y nos envía. Una parte de cielo que Dios nos regala.
“Con los pies en la tierra pero con los ojos en el cielo”. GM nos enseña a caminar por donde sea pero siempre mirando para arriba, mirando más allá de mi nariz, mirando y persiguiendo una esperanza que muchos creen que ya no está.
GM es casa, familia, es fin de año y principio de año.
GM es la alegría de María.
En este ciclo que compartimos con la ciudad de Arroyito nos acompaña nuestro lema: “Edificando en Cristo, ciudad de María”
GM nos enseña a edificar en Cristo y con Cristo una ciudad de amor y misericordia, de abrazo al prójimo.
Esperamos que los 9 días que vivimos sean sólo el comienzo de un año de santidad para cada uno de los jóvenes que formamos parte de esta misión y para todo aquel que recibió la visita de María.