Mi casa es la casa de todos, todos, todos
Autor: P. Lucas Chiappe
En agosto del año pasado el artista Cristian Camargo junto al grupo de jóvenes de la basílica, pintaron un mural detrás de la Basílica de Luján que lleva la frase: “Mi casa es la casa de todos, todos, todos”. En el mural vemos una gran caravana de personas de distintas edades, colores y nacionalidades peregrinando hacia la Virgen. La frase fue tomada de una similar que dijo el Papa Francisco en la JMJ de Lisboa y creo que resume la experiencia que se vive hoy con la Virgen en Luján.
Hoy 8 de mayo, celebramos la fiesta de la Virgen de Luján que, junto a la peregrinación juvenil del primer fin de semana de octubre y el día de la Inmaculada el 8 de diciembre, son las tres peregrinaciones masivas que tiene el Santuario durante el año. Son días de fiesta, de profundos encuentros de los miles de peregrinos con su Madre y Jesús.
Hoy también con esta fiesta finaliza mi experiencia pastoral viviendo un año en el Santuario. Ha sido un tiempo de muchísima gracia y aprendizaje, del cual siempre estaré agradecido a Dios y a los sacerdotes de la diócesis de Mercedes-Luján. Acá me recibieron con mucha generosidad y me llevo muy buenas amistades.
Experiencia de Santuario
El primer tiempo como diácono, antes de la ordenación sacerdotal que fue en noviembre, estuvo marcado profundamente por el sacramento del Bautismo. En Luján el año pasado se bautizaron más de 18 mil personas y desde hace varios años el promedio ronda a los 20 mil bautismos anuales. Fuera de los números que sorprenden, fue una experiencia profunda de adentrarme en el misterio de ser Hijos de Dios, familia de la Iglesia y poder ser testigo de cómo la Virgen María atrae constantemente a todos a su corazón. En Lujan uno recibe constantemente la Fe viva de nuestro pueblo y es testigo de la sed de Dios que hay en el mundo. El P. Kentenich en su visión de lo que llamó la pastoral del futuro, hablaba de un “cosmos de Santuarios” y cómo los santuarios se vuelven verdaderos oasis para calmar esa sed y encontrarnos con Dios.
Los meses que estuve como sacerdote en la Basílica sin duda fueron una gran escuela. Estuvieron marcados por la celebración de la Eucaristía y las Reconciliaciones. Fui testigo de cómo Dios busca encontrarse y unirse profundamente con sus hijos siendo alimento para el camino y sanando con su misericordia. Somos hijos amados de Dios, esa es nuestra verdad más profunda, por eso necesitamos siempre volver a encontrarnos con nuestro buen Padre Dios y nuestra Madre, y experimentar nuestra Iglesia como casa abierta para todos. Paradójicamente lo vamos experimentando con mayor fuerza cuando regalamos esa hospitalidad, nos ponemos al servicio de los otros y salimos de nuestras comodidades.
Nuevos rumbos
En los próximos días estaré partiendo hacia Paraguay para sumarme al trabajo con la Juventud Masculina en Asunción y en Ciudad del Este. Aprovecho estas líneas para agradecer a toda la Familia de Schoenstatt de Argentina que reza por las vocaciones y rezaron mucho por mi ordenación sacerdotal. Los animo a que lo sigan haciendo a la Virgen porque soy testigo también de que la cosecha es muy abundante y Ella quiere seguir obrando milagros.