Nuestro 20 de enero
Autores: Edit y Alfredo Godoy – Federación de Familias, Santuario de La Loma
Cuando nos invitaron a reflexionar sobre el 20 de enero, lo primero que encontramos fue una traba: no debíamos escribir sobre la historia de este hito, que diríamos es muy conocido en el Movimiento de Schoenstatt. Debíamos escribir sobre el 20 de enero del 2023, nuestro 20 de enero.
Comenzamos a charlar, fundamentamos que fue un regalo ya que se nos brinda una oportunidad para practicar el diálogo matrimonial.
En este conversar y compartir, intentamos recordar cuántos 20 de enero habían pasado por nuestras vidas desde que nos iniciamos en el camino de Schoenstatt y de qué manera los habíamos vivido. Si de manera formativa, histórica, vivencial u otras.
Seguramente no han pasado desapercibidos, pero hoy la Providencia nos hace reflexionar sobre el ideal del 20 de enero, que a lo mejor pasa toda una vida para identificarlo y vivirlo. Es hoy un 20 de enero pensado, descubierto y vivido… Con tantos cuestionamientos diarios a enfrentar y dar respuesta como cristianos y buenos schoenstattianos.
¿Qué hago hoy? ¿Cómo lo vivo, cómo lo vivimos como matrimonio. ¿Creo que el Dios presente y providente nos acompaña en todos los momentos de nuestras vidas?
¿Me cuesta mucho reconocer mi 20 de enero, nuestro 20 de enero? ¿Me quedo en la queja o acciono contra ella y realizo en mí el cambio providente?
Es así que, de todas maneras debimos recurrir a la historia, para entender la decisión del Padre y Fundador y las implicancias en el tiempo para cada uno.
“Si en cada época, Dios no hiciese surgir hombres, que con los mismos medios y por los mismos caminos, aspirasen a las mismas metas, entonces habríamos construido algo efímero y no algo perdurable hasta el fin de los tiempos y más allá todavía. Sin embargo, confío que el mismo Dios, que nos ha protegido hasta ahora, y la Santísima Virgen, que ha extendido bondadosamente sus manos sobre la Familia, seguirán mostrando su gracia y bondad, y que, por nuestra fidelidad y esfuerzo en transmitir nuestra herencia sagrada a las generaciones venideras, nos enviarán en todos los tiempos personas que entreguen lo mejor de sus vidas y su sangre por Schoenstatt. A esas generaciones venideras quiero agradecer también desde este lugar.” (Plática con ocasión de las Bodas de Plata sacerdotales 15/08/1935)
En estos ratos de silencio y de charla fuimos descubriendo que a través de este hito también podemos reflexionar sobre el rol que Dios nos regala y al que debemos dar una respuesta. Sabernos instrumentos elegidos con debilidades y fortalezas, miserias y virtudes, para continuar con esta obra por la cual el Padre ofreció su libertad con la seguridad que Schoenstatt es un plan de Dios en el que estamos insertos y con responsabilidades para la continuidad de su obra. A veces una responsabilidad que nos asusta pero debemos entender que no hay otro Dachau detrás. Hoy es mucho más simple pero también muy importante: apasionarnos por Dios, la Mater y Schoenstatt con una intensa búsqueda espiritual, transformarnos en garantes del Santuario para un fecundo presente, ofreciendo abundantes capitales de gracias, abrazando y aceptando la cruz que nos toca, en todos los momentos de nuestras vidas.
El 20 de enero nos lleva a llevar a reflexionar sobre nuestra libertad interior y la confianza, sabiendo que nuestra respuesta repercute no solo en nuestra vida sino en la de los demás.
Elijo creer y crecer, elijo hoy contagiar esta santa locura de amor por ti y por Schoenstatt; donde tú nos llames, siguiendo las huellas de nuestro Padre fundador.
“Ahora me dejaré conducir ciegamente por Ti, quiero escoger solo tu santa voluntad; y como tu amor me guarda siempre, atravieso contigo por las tinieblas y la noche” (H. P.)
El 20 de enero, el hito, fue un ejemplo de unidad, de encuentro de corazones, de “solidaridad de destinos”. Ser cristianos nos obliga a llevar la bandera de la esperanza, del amor y de la paz. “Quien tiene esperanza, vive de una manera distinta”. (P. Benedicto XVI).
Ser y hacernos distintos, creativos, accionando la fuerza de la juventud que llevamos dentro; dando mensajes esperanzadores siempre que podamos, en pos de lograr la búsqueda espiritual en la confianza plena de Dios que habita en todo nuestro ser para regalarlo a los demás.
Una solidaridad de destinos que va más allá de lo religioso, para que seamos instrumentos en la construcción de “una cadena más fuerte que el odio y que la muerte…” como dice la canción y seamos instrumentos por sobre toda grieta y no en la grieta. Que siempre seamos capaces de convertir lo negativo en positivo, que seamos generadores de vida nueva, que elijamos siempre al hombre nuevo, que nace de la Pascua en la nueva generación y en las nuevas playas.
Que hoy sintamos que el 20 de enero nos traspasa y nos da la fuerza para seguir contagiándolo.
“Que elijamos seguir creyendo y seguir ilusionados. La desilusión tiene mucho de tentación, que, a modo de un supuesto realismo, nos hunde en el desánimo que termina en la tristeza e inacción. Estrategia demoníaca para desactivar bien desde adentro la dimensión de un instrumento de Dios que habita en cada uno de nosotros”. (Extracto Carta de Alianza del P. Pablo Pérez. Enero 2023).
Para ello les dejamos una jacutoria que diariamente rezamos, que fuera compartida por unos amigos y que llena nuestro corazón:
“Señor, el pasado a tu misericordia, el futuro a tu providencia y el presente a tu amor”.
Que con esta Oración Franciscana de la Serenidad, el Señor nos conceda elementos esenciales para hacer el bien y vivir mejor junto al prójimo: serenidad, valor y sabiduría.
Dios mío, concédeme.
Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar…
Valor para cambiar las que puedo…
Y sabiduría para reconocer la diferencia. Amén.
Experimentemos la fecundidad de ese Dios que llevamos dentro; contagiemos el 20 de enero, desde hoy y para siempre.
Quedamos en eso…permanecemos fieles.
“de tu mano, hasta el final”