Tristezas, duelos y esperanzas frente al COVID-19
Autor: Carlos E. Barrio y Lipperhedie, integrante de la Comunidad Internacional de Empresarios y Ejecutivos Schoenstattiano (CIEES)
Estamos viviendo una pandemia global por efecto del Covid-19 que está afectando de manera muy significativa el empleo en todo el mundo. Según la Organización Internacional del Trabajo, superará lo sucedido durante la crisis financiera mundial de 2008-2009. En Argentina, se calcula que la caída del PBI en 2020 podría llegar a alcanzar el 3,8%, lo cual provocaría la pérdida de 340.000 puestos de trabajo.
Ante esta tan difícil realidad me pregunto ¿cómo podemos ayudarnos a sobrellevar la crisis y acompañarnos?
Es muy dolorosa la impotencia por la pérdida de un puesto de trabajo o la reducción significativa de un ingreso y las consecuencias que alteran la forma de vida que llevábamos hasta entonces. Todo, en un instante se desmorona, sin que podamos retenerlo, como el agua entre las manos.
Entiendo que lo primero que necesitamos es escuchar nuestros dolores, sabiendo que muchas veces la tristeza no puede superarse fácilmente. El único recurso que nos quedará será comprendernos, acompañándonos en el sufrimiento y el enojo por lo perdido, co-viviendo juntos los duelos.
Una escucha verdadera nos hará sentir valiosos, que importamos, y que compartimos el sufrimiento.
El empresario Enrique Shaw supo acompañar con todo su ser el dolor de los trabajadores de la empresa Rigolleau, escuchando y acompañando lo que surgía en distintas circunstancias. Les comparto un testimonio vivo de su actitud: “¡Cómo me escuchaba! Es una cosa que me dejó marcado. Esa capacidad de escuchar … Se preocupaba por la gente … recuerdo haber ido una vez con él, no recuerdo a qué villa, porque el capataz o el sub capataz estaba con cáncer, entonces iba a visitarlo. Así era … conocía el problema de cada uno.”
El ejemplo de Shaw es un camino inspirador digno de imitarse, en el duelo de la nueva realidad que nos presenta el Covid-19. Sólo una vez aceptadas las penas y tristezas por lo perdido, alcanzaremos la consciencia de la nueva realidad.
El desafío será evitar quedar anclados en la frustración y la melancolía del mundo que se fue y comenzar a transitar un camino de reconstrucción. Probablemente desde un lugar distinto, tratando de renovar nuestra manera de observar la realidad con otras perspectivas, para descubrir nuevas acciones, sabiendo que siempre existen posibilidades para crecer y reinventarnos.
A tal fin les propongo dos acciones. La primera, desarrollar nuestra creatividad. Busquemos dar rienda suelta con coraje a nuestra imaginación, alentando aquello que nos plenifica hacer. Si amamos lo que hacemos, seremos creativos y descubriremos nuevas sendas para transitar.
Observemos el interesante análisis del proceso creativo que nos presenta el fotógrafo Gordon Parks: “Durante mucho tiempo trabajé para el Royal Ballet de Gran Bretaña; acabé viendo la danza como una forma muy eficaz de expresar ideas y observé que los bailarines utilizan múltiples formas de inteligencia –kinestésica, rítmica, musical y matemática- para hacerlo.” Es la hora de la apertura a las múltiples inteligencias para buscar nuevos caminos.
Un proceso similar utilizaba Albert Einstein, quien creía en la dinámica de apertura a otras disciplinas para ampliar su inteligencia y mirada de la realidad. Nos cuenta Ken Robinson que “a menudo, Einstein recurría al violín en busca de ayuda cuando su trabajo le planteaba algún reto. (…) Solía tocar el violín en la cocina a altas horas de la noche, improvisaba melodías mientras reflexionaba sobre complicados problemas. Entonces, de repente y mientras tocaba, anunciaba entusiasmado, “¡lo tengo!” Como si por inspiración, la solución al problema le hubiera llegado en medio de la música.”
La segunda acción que propongo es desarrollar un “organismo de vinculaciones”. Esta expresión de José Kentenich, busca acentuar el desarrollo de las vinculaciones, entendiendo que los vínculos tienen un componente vital que hace a su propia esencia. Kentenich nos propone una nueva forma de vincularnos a partir del crecimiento de lo que llama las corrientes de vida, conscientes e inconscientes que nos atraviesan. Ello requiere que nos abramos a descubrir todo lo vital, sabiendo que se trata de un proceso de interacción mutua.
Para ello tendremos que reformular nuestra forma de relacionarnos, no tan piramidal sino más circular y abierta, en la cual lo que importe sea facilitar el contacto de las corrientes de vida existentes y en la que no cabe más la imposición -a veces muy sutil- sino el consenso.
Señala Kentenich que se trata de “…mantener un contacto vivo” sabiendo que “… en cada uno se esconde vida … La vida que hay en mí debe pasar por la vida de todos aquellos con los que tengo que ver … ese torrente de vida es alimentado a su vez por la vida que hay en mi comunidad”. Esta mutua interrelación creadora es el camino para revitalizar la realidad y los vínculos, desde una nueva perspectiva, dado que el aislamiento social que debemos guardar bajo el Covid-19, que nos lleva a acentuar la comunicación virtual, debilita las corrientes vinculares, haciendo más difícil sentirnos mutuamente unidos.
Nos cuenta la periodista Annalyn Swam que el ya fallecido director de orquesta Herbert von Karajan aprendió “a dar una gran libertad a la orquesta…”. La confianza en sus músicos y en él mismo es tan grande que dirige incluso con los ojos cerrados. “Admiro el extraordinario control de una bandada de pájaros”, dice von Karajan. “Jamás se paran a pensar si van hacia la derecha o la izquierda, simplemente se mueven. Trato de contagiarle esa misma sensación a una orquesta”.
Sólo si mantenemos un contacto vivo entre nuestro músico interior y el de los demás, podrá surgir la fuerza creadora que engendre corrientes de vida.
Carlos E. Barrio y Lipperheide
carlosebarrio@gmail.com
Bibliografía
Sara Shaw de Critto. “Viviendo con Alegría”. Ed Claretiana (2017), págs. 116/117. Testimonio de Máximo Bunge.
Ken Robinson. “El Elemento”. Ed. Sudamericana (2010).
José Kentenich. ”Conferencias 1963, 3, 42-45”. Conf. José Kentenich (Herbert King). “Textos Pedagógicos”. Ed. Nueva Patris (2008), pág. 304-305.
Annalyn Swam “El maestro y su magia”. Diario El País (20/11/1982)